Currita es administrativa en un centro educativo público que tiene adscritos -a efectos de custodia de expedientes y títulos- varios centros privados. Uno de estos centros se ha quedado recientemente sin administrativo y ahora hay una persona totalmente perdida asumiendo sus funciones, en pleno período de matriculación y papeleo. Currita tiene un sentido de la burocracia muy acusado pero sabe convertir este defecto en la virtud de tener todo bien ordenado, disponible -en soportes papel y digital- y en perfecto estado de revista. Sin tener la obligación de ello, se pasó la tarde de ayer -fuera de su horario de verano- ayudando al administrativo y, por extensión al centro, a ponerse al día y a descargarlo del evidente agobio en el que se encontraba gracias a que su antecesor se había convertido en imprescindible. Currita, aparte de una persona muy agradable, se ha convertido en un auténtico ángel de la guarda. La funcionaria.
Por su parte, Paco se considera a sí mismo empresario. En realidad no lo es porque él no asume ningún riesgo económico al dirigir un negocio fuertemente subvencionado. Hace una semana se puso a seleccionar a un ingeniero informático y llegó a la dura decisión de tener que elegir entre dos candidatos: el primero, un tío con varios años de experiencia y capacitado para asumir sus funciones de un día para otro, sin necesidad de período de adaptación; el segundo, un joven recién licenciado, sin duda con una gran capacidad de trabajo, aunque menos curtido en la materia. Sin cortarse un pelo, Paco me dice que coge al segundo porque le puede contratar en prácticas. Una semana antes, a otro empleado con el mismo tipo de contrato le explica que este año sólo le podrá hacer un contrato hasta fin de obra, pero que no se preocupe, que le queda el paro para las vacaciones y -verídico, os lo juro- que el Estado también tiene que pagar algo. Algún compañero me comenta que Paco es, lo que se dice, un cabrón. Yo creo que es un gilipollas. Y que el título de empresario no le queda nada bien.
Alguno me diréis que la contratación en prácticas puede favorecer el acceso al mundo laboral de los más jóvenes. En este caso concreto pienso que la selección no ha tenido en cuenta los requerimientos de calidad y solvencia del negocio. Por otro lado, nuestro Gobierno central debería pensar si sus buenas intenciones sociales no estarán provocando estos hábitos en ciertos empresarios. Y las ceoes de turno deberían analizar con calma si sus legítimas peticiones de ayuda no irán en contra de sus propios intereses de alcanzar cotas más altas de productividad y eficiencia. No se extrañe la patronal de que la gente quiera agarrarse a la próxima oferta pública de empleo -que proponen suprimir como medida de austeridad-. Y en cualquier caso, pónganse las pilas a la hora de seleccionar personal, no vaya a ser que el mercado se vacíe de Curritas.