Parece que se va formando un consenso oficial respecto a la salida de la recesión económica y la gestación de una nueva normalidad. En ese consenso participa un amplio coro de políticos, académicos, agentes económicos y opinadores, cada uno en su papel, y ello no es contradictorio, necesariamente, con las dudas de la gente. Me explico: es muy probable que esa nueva normalidad consista en la aceptación de lo que tenemos ahora. Osea, que lo que se vivió en los buenos tiempos fue un espejismo irrepetible y que lo normal, la rutina económica, sea llevar la escasez y la incertidumbre en los huesos. Como siempre ha sucedido en la Historia, por otro lado.
Sea como sea, lo cierto es que vamos a cambiar de ciclo sin haber aprendido nada. Os propongo una breve lista de lecciones pendientes y, si os parece, discutimos sobre ellas.
1.Lo que pone en entredicho a una ciencia no son los errores, sino la falta de método. Esto vale para la Física y para la Economía, para las ciencias exactas y para las inexactas. Y es que me sienta como un tiro escuchar a colegas y a extraños decir que la Economía es poco menos que un fraude porque falla. Se puede discrepar de las recomendaciones de política económica que se derivan de ciertos estudios, pero no se puede equiparar una opinión tabernera con las conclusiones extraídas de buena fe bajo el método científico. Para que me entendáis: que el Ministro Montoro sea catedrático de Economía no quiere decir que sus decisiones políticas sigan recomendaciones de esta o aquella Escuela. Por cierto, que quede claro que las opiniones taberneras también son necesarias, pero asumiendo lo que son.
2.La economía consiste en elegir. Me sorprende que alguien se sorprenda de esto. Lo dice la Economía y el sentido común, pero cuando se trata de recursos públicos siempre aparece una mayoría ruidosa gritando que sí-se-puede tener todo. Ahí tenemos el caso de la tele valenciana. Que seguramente se podrá enfocar desde otros puntos de vista, pero no admite muchas vueltas desde la lógica y la ética económica.
3.En cualquier sistema económico, siempre hay alguien que paga la fiesta. Cuando no es el consumidor o el accionista es el contribuyente. También en los ecosistemas cooperativos, como el MCC, por citar una tercera vía en la que los daños se cubren primero con recursos endógenos. Y para que algo sea gratis, alguien tiene que pagar de alguna forma para seguir produciendo.
4.El mercado son personas. La oferta son personas. La demanda son personas. Vamos, que las decisiones, por muy intrascendentes que parezcan, las tomamos cada uno, no los entes, las estructuras o los sistemas. Podemos discutir si esas decisiones son más racionales o más emocionales, pero son personalísimas.
5.No es posible encontrar soluciones a un problema sin tener en cuenta la interdependencia entre los agentes económicos. Cualquier decisión económica individual acaba afectando a otros, directamente o por agregación. Si yo vendo un activo por motivos especulativos seguramente no seré el único (de lo contrario no valdré mucho como especulador). Y luego no vale echar la culpa del burbujón al vecino que ganó dos millones más. Si la especulación se convierte en un problema (no siempre lo es), cualquier solución de política económica tendrá que atacar a los argumentos que condicionan las decisiones de compra-venta: fiscalidad, falta de oferta, desinformación…
6.El debate público-privado es entretenido… pero estéril. No, la discusión público-privado no resuelve prácticamente ningún problema. El mejor ejemplo es el del sistema educativo: parece ser que la solución a un problema de diversidad (de rentas, de capacidades, de lenguas…) consiste en que todos seamos iguales. Ergo la educación debe ser pública. ¿Alguien pilla el silogismo? Yo no. Me lo expliquen.
7.El crédito no hace viable ningún proyecto: es el cliente, estúpido. Esta lección es válida para cualquier empresa capitalista (Panrico), concesionaria (Autopistas de España), cooperativa (Fagor) o para cualquier administración que pretenda endeudarse sin sumar contribuyentes que aseguren un flujo de ingresos. Y, sin embargo, vamos a cerrar el ciclo igual que lo abrimos: asegurando que hay un problema de crédito, cuando lo cierto es que lo que ha desaparecido son los clientes y, por tanto, los proyectos viables.
¿Os parece que podemos sacar algo en claro de estos últimos cinco años? ¿Qué esperáis de la postcrisis?
Saludos