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El mercado del gas en Europa – IV
 
       Mientras Europa languidece y la tradicional civilización judeo-cristiana que la sustentaba van adquiriendo progresiva borrosidad,  Rusia que se ve ahora cada vez más en sintonía con China va adquiriendo cada vez más importancia en el complicado tablero geopolítico europeo y mueve sus fichas en temas económicos, financieros, diplomáticos y militares. Europa quiere suplir sus carencias, falta de unidad interna y pérdida de peso en el concierto mundial con normativas, en ocasiones hiperregulación contraproducente a la larga, con un discurso y relato de sus altos funcionarios políticamente muy correcto en el plano oratorio y dialéctico pero que en muchas ocasiones tiene bastante de postureo, humo y cortinas de humo que cloroformizan a la ciudadanía con la descripción de un panorama y perspectivas que tienen discrepancias flagrantes con la realidad, falta de operatividad y pragmatismo, mucho que si galgos que si podencos y poco de atrapar ratones sea el gato blanco o negro.  

       El mercado de la energía y concretamente el gasístico y nuclear es un claro ejemplo de lo que está ocurriendo en el tablero de juego europeo. Rusia tiene en jaque a Europa a través del gas, entre otros aspectos,  con varios países en alto riesgo de escalada de conflictos civiles y tensiones militares como es el caso de Ucrania y Kazajistán, en donde es previsible lo que puede ocurrir si la tensión aumenta y si no interviene claramente la OTAN y Estados Unidos.  Tiene incluso Rusia bajo presión a Alemania y a toda Europa con la pendiente autorización del gasoducto Nord Stream II que podría reducir los desbocados precios del gas, fuente energética clave en estos momentos para Europa, también la nuclear,  ya que la energía eólica y solar por mucho que se empeñe el ecologismo folclórico y las autodenominadas fuerzas progresistas, incluso la propia Comisión Europea, no son suficientes para abastecer a la vieja Europa, aparte de sus limitaciones y problemas. 

       La realidad es que el auténtico progreso marcado por la innovación tecnológica, la economía circular y las finanzas sostenibles, hacen que tal y como reconoce la propia Comisión Europea, el gas y la energía nuclear puedan considerarse energía verdes y sostenibles cumpliendo determinadas condiciones, tal y como aparece en el borrador enviado por parte de la Comisión a sus 27 países miembros el día 31 de diciembre de 2021. Alemania ve con muy buenos ojos que el gas sea considerado verde y Francia tres cuartos de lo mismo con la nuclear. Vamos hacia una Europa de los ciudadanos, no de las multinacionales,  en el que nadie quiere contaminación o que se pueda seguir contaminando pagando,  en donde  las emisiones contaminantes y los residuos de las centrales energéticas van a minimizarse e incluso a desaparecer en algunos casos, pero hay un largo trecho para ello de varias décadas en el que no se puede descartar ningún escenario de mix energético teniendo en cuenta la innovación tecnológica y las finanzas sostenibles, que pueden hacer posible lo que creen imposible los iluminados repetidores de mantras y hojarasca repetitiva sin fundamento. Con sólo la energía eólica y la solar, en estos momentos, es imposible no ir directos al caos energético, crisis total y dependencia de “amistades peligrosas” y “abrazos del oso”, y esta vez el Séptimo de Caballería ya no es el que era.  No obstante, el discurso político, la normativa, también los presupuestos y las hojas de excel digieren, procesan y visualizan todo lo que se quiera para luego, en su caso,  lanzarlo a la ciudadanía a través del marketing político y empresarial cloroformizante, demagógico y trufado de buenismo en muchas ocasiones. 

   Luis Ferruz / Escritor y economista / 
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