Hemos tenido unos años de grandes rentabilidades en bolsa, especialmente en bancos. La inversión se ha multiplicado por 3-4-5 según el banco. Algunos inversores han obtenido grandes rentabilidades y ahora deben tomar una decisión muy importante.
¿Hay que vender o hay que mantener?
¿Hay que vender o hay que mantener?
Evidentemente, los bancos no han sido las únicas empresas que se han multiplicado, pero han sido las más llamativas por los años que llevaban penalizados en bolsa, en cualquier caso, sean bancos u otras cotizadas, ahora mismo hay inversores con grandes plusvalías acumuladas y debemos plantearnos si se mantiene la inversión o si, tal vez, sería mejor vender y recoger beneficios.
Los que compran y venden rápido no tienen problema, venden y punto, pero los que compran y mantienen, se enfrentan a una decisión importante.
Cuando se mantienen las inversiones durante muchos años, es normal que varias empresas de la cartera se multipliquen y muchas veces, si piensas que la bolsa puede bajar, surge la duda de si hay que vender antes del posible crack que provoque la desaparición de los beneficios acumulados o si, por el contrario, hay que mantener y aguantar lo que venga.
Los que compran y venden rápido no tienen problema, venden y punto, pero los que compran y mantienen, se enfrentan a una decisión importante.
Cuando se mantienen las inversiones durante muchos años, es normal que varias empresas de la cartera se multipliquen y muchas veces, si piensas que la bolsa puede bajar, surge la duda de si hay que vender antes del posible crack que provoque la desaparición de los beneficios acumulados o si, por el contrario, hay que mantener y aguantar lo que venga.
Cada cierto tiempo, en la bolsa se produce un crack importante y por mucho que la estrategia siga siendo mantener, puede ser conveniente vender para comprar cuando baje (si baja). Es muy difícil acertar el momento. La espera, cuando se vende para comprar bajo puede ser larga. Normalmente suele compensar, pero hay veces que hay que esperar mucho, incluso años.
Ahora es un momento en el que habrá carteras con grandes plusvalías en varias empresas y las habrán obtenido en muy poco tiempo.
En mi caso tengo un 70% de las empresas multiplicadas por 2-3-4 y 5 veces (no tengo ningún banco) y estas empresas están en cartera un tiempo que va desde medio año hasta 6 años.
Este post no es un simple post, es la reflexión real que hago ahora mismo y es algo que debemos hacer los inversores de vez en cuando, aunque la intención, en principio, sea mantener. Se trata de testear y cuestionar cada empresa de la cartera para autoconvencerse de que tienes la cartera adecuada, con las mejores empresas. Las empresas no son funcionarios y aunque pasaron la “prueba del algodón” cuando se compraron, cada una de ellas debe demostrar siempre y en todo momento su valía y por eso hay que cuestionarlas de vez en cuando.
Ahora mismo la bolsa está en niveles peligrosos y el rendimiento podría esfumarse. No sería la primera vez que me pasa y no me gustó nada cuando sucedió.
Comprar y mantener no consiste en mantener hasta la muerte, esto es como el matrimonio (supongo que de los de antes) se trata de comprar empresas de calidad con las que estas convencido de que las vas a tener en cartera toda la vida porque piensas que te van a dar la rentabilidad que exiges a tus inversiones. Pero, si llega un momento que se evidencia que mantenerla cartera no te compensa, la vendes y punto final (te divorcias y a otra cosa).
Somos el capitán del barco, pero en inversión, el capitán no es el último que debe salir del barco cuando se hunde, su posición privilegiada debe permitirle salir el primero cuando la empresa tiene problemas.
A veces, mantener algunas inversiones es un suicidio que ningún inversor puede permitirse. No podemos, ni debemos, ser esclavos de nuestras propias decisiones, invertimos para ganar dinero y si llega un momento en que una empresa deja de ser válida, hay que venderla. Si nos hemos equivocado o si la empresa ya no va a cumplir con lo que le exigimos, hay que vender.
En la vida de cualquier inversor hay inversiones que salen mal y dan perdidas. Esas inversiones tóxicas las vamos a tener seguro. En inversión, perder y ganar es lo habitual, pero el error no es perder, el error es no reconocer el error y mantener.
Un error habitual es medirse en un momento dado o en un período dado. Los que invirtieron en bancos hace 10-15 años estuvieron años soportando a los listos que decían que era una mala decisión. Los que invirtieron hace 2-3 años en bancos y han mantenido durante este tiempo son los reyes del mambo, los que más saben de bolsa. Ni antes eran tan malos ni ahora son tan buenos.
La rentabilidad de un inversor se mide durante toda la vida. Hay etapas buenas y etapas malas. La rentabilidad debemos calcularla anualizada desde el origen, es decir, desde el momento en que se empieza a invertir, y no se termina nunca.
Las decisiones que toma un inversor que sigue una estrategia de comprar y mantener se toman continuamente, no consiste en comprar y olvidarse. Siempre debe estar al día, cuestionándose si vale la pena mantener lo comprado y si no sería mejor vender y/o sustituir alguna por otra nueva.
Para seguir una estrategia de comprar y mantener hace falta una gran disciplina y una gran seguridad en ti mismo porque es difícil mantener las inversiones cuando todo el mundo te dice que son malas, que vendas “eso”, que inviertas en tal país, que ese sector que llevas es lo peor que existe, etc…
No obstante, lo fundamental para tener éxito con esta estrategia no solo es el carácter del propio inversor sino las empresas elegidas. No todas las empresas son buenas para comprar y mantener.
Es importante elegir las empresas adecuadas pues, solo si lo conseguimos obtendremos rendimientos extraordinarios. Estas empresas hay que elegirlas en función de los objetivos de cada inversor.
Cada inversor debe fijarse una rentabilidad objetivo que está relacionada con el riesgo que está dispuesto a asumir. Según sea ese objetivo, el listón para elegir empresas estará más o menos alto.
El riesgo suele estar en un lado de la balanza y la rentabilidad en el otro.
En mi caso, exijo la máxima rentabilidad a mis inversiones y el riesgo lo acoto cuando entiendo el negocio de la empresa y posteriormente, con el seguimiento de cada empresa.
Este es mi planteamiento que no tiene por qué ser el mismo que el de cualquier otro inversor que compra y mantiene. Tampoco tiene por qué ser mejor ni peor, es el mío, aunque tampoco tiene por qué ser único, exclusivo ni personal.
Solo si se eligen las empresas adecuadas se puede seguir una estrategia de comprar y mantener, en caso contrario nos llevará al nerviosismo y a vender en el peor momento, pero…
Ahora es un momento en el que habrá carteras con grandes plusvalías en varias empresas y las habrán obtenido en muy poco tiempo.
En mi caso tengo un 70% de las empresas multiplicadas por 2-3-4 y 5 veces (no tengo ningún banco) y estas empresas están en cartera un tiempo que va desde medio año hasta 6 años.
Este post no es un simple post, es la reflexión real que hago ahora mismo y es algo que debemos hacer los inversores de vez en cuando, aunque la intención, en principio, sea mantener. Se trata de testear y cuestionar cada empresa de la cartera para autoconvencerse de que tienes la cartera adecuada, con las mejores empresas. Las empresas no son funcionarios y aunque pasaron la “prueba del algodón” cuando se compraron, cada una de ellas debe demostrar siempre y en todo momento su valía y por eso hay que cuestionarlas de vez en cuando.
Ahora mismo la bolsa está en niveles peligrosos y el rendimiento podría esfumarse. No sería la primera vez que me pasa y no me gustó nada cuando sucedió.
Comprar y mantener no consiste en mantener hasta la muerte, esto es como el matrimonio (supongo que de los de antes) se trata de comprar empresas de calidad con las que estas convencido de que las vas a tener en cartera toda la vida porque piensas que te van a dar la rentabilidad que exiges a tus inversiones. Pero, si llega un momento que se evidencia que mantenerla cartera no te compensa, la vendes y punto final (te divorcias y a otra cosa).
Somos el capitán del barco, pero en inversión, el capitán no es el último que debe salir del barco cuando se hunde, su posición privilegiada debe permitirle salir el primero cuando la empresa tiene problemas.
A veces, mantener algunas inversiones es un suicidio que ningún inversor puede permitirse. No podemos, ni debemos, ser esclavos de nuestras propias decisiones, invertimos para ganar dinero y si llega un momento en que una empresa deja de ser válida, hay que venderla. Si nos hemos equivocado o si la empresa ya no va a cumplir con lo que le exigimos, hay que vender.
En la vida de cualquier inversor hay inversiones que salen mal y dan perdidas. Esas inversiones tóxicas las vamos a tener seguro. En inversión, perder y ganar es lo habitual, pero el error no es perder, el error es no reconocer el error y mantener.
Un error habitual es medirse en un momento dado o en un período dado. Los que invirtieron en bancos hace 10-15 años estuvieron años soportando a los listos que decían que era una mala decisión. Los que invirtieron hace 2-3 años en bancos y han mantenido durante este tiempo son los reyes del mambo, los que más saben de bolsa. Ni antes eran tan malos ni ahora son tan buenos.
La rentabilidad de un inversor se mide durante toda la vida. Hay etapas buenas y etapas malas. La rentabilidad debemos calcularla anualizada desde el origen, es decir, desde el momento en que se empieza a invertir, y no se termina nunca.
Las decisiones que toma un inversor que sigue una estrategia de comprar y mantener se toman continuamente, no consiste en comprar y olvidarse. Siempre debe estar al día, cuestionándose si vale la pena mantener lo comprado y si no sería mejor vender y/o sustituir alguna por otra nueva.
Para seguir una estrategia de comprar y mantener hace falta una gran disciplina y una gran seguridad en ti mismo porque es difícil mantener las inversiones cuando todo el mundo te dice que son malas, que vendas “eso”, que inviertas en tal país, que ese sector que llevas es lo peor que existe, etc…
No obstante, lo fundamental para tener éxito con esta estrategia no solo es el carácter del propio inversor sino las empresas elegidas. No todas las empresas son buenas para comprar y mantener.
Es importante elegir las empresas adecuadas pues, solo si lo conseguimos obtendremos rendimientos extraordinarios. Estas empresas hay que elegirlas en función de los objetivos de cada inversor.
Cada inversor debe fijarse una rentabilidad objetivo que está relacionada con el riesgo que está dispuesto a asumir. Según sea ese objetivo, el listón para elegir empresas estará más o menos alto.
El riesgo suele estar en un lado de la balanza y la rentabilidad en el otro.
En mi caso, exijo la máxima rentabilidad a mis inversiones y el riesgo lo acoto cuando entiendo el negocio de la empresa y posteriormente, con el seguimiento de cada empresa.
Este es mi planteamiento que no tiene por qué ser el mismo que el de cualquier otro inversor que compra y mantiene. Tampoco tiene por qué ser mejor ni peor, es el mío, aunque tampoco tiene por qué ser único, exclusivo ni personal.
Solo si se eligen las empresas adecuadas se puede seguir una estrategia de comprar y mantener, en caso contrario nos llevará al nerviosismo y a vender en el peor momento, pero…
¿Cuáles son las buenas empresas para comprar y mantener?
El inversor que compra y mantiene es un inversor por fundamentales. La estrategia básica consiste en comprar empresas baratas (con el precio por debajo del valor) y esperar a que el precio corrija hasta alcanzar al valor. El problema con el que nos encontramos es que, cuando una inversión ya ha cubierto ese gap y la empresa ya no está barata, su rentabilidad a partir de ese momento dependerá del valor que sea capaz de crear.
Llegado ese momento, el inversor pierde la referencia que tenía con la diferencia entre el precio y el valor y entonces se presenta la duda…
El inversor que compra y mantiene es un inversor por fundamentales. La estrategia básica consiste en comprar empresas baratas (con el precio por debajo del valor) y esperar a que el precio corrija hasta alcanzar al valor. El problema con el que nos encontramos es que, cuando una inversión ya ha cubierto ese gap y la empresa ya no está barata, su rentabilidad a partir de ese momento dependerá del valor que sea capaz de crear.
Llegado ese momento, el inversor pierde la referencia que tenía con la diferencia entre el precio y el valor y entonces se presenta la duda…
¿Y ahora qué hago?
Si vendemos, hacienda meterá mano en nuestro bolsillo y nos robará una parte importante de lo ganado. Si mantenemos y la empresa no es capaz de crear en el futuro un valor suficiente que nos permita conseguir nuestro objetivo de rentabilidad, será el mercado el que nos meterá la mano en el bolsillo.
En principio, me inclino a pensar que la mejor opción es mantener, porque nos quedamos con todo el rendimiento ganado, pero esta opción solo será válida si la inversión está protegida del mercado.
Este es un problema al que ahora mismo se están enfrentando muchos inversores y hay que tomar una decisión. Mantenerse sin hacer nada es una decisión de inversión y no es fácil de tomar cuando llevas empresa que se han multiplicado.
La solución no depende de la situación actual. Hace años jugaba al frontón y recuerdo una frase hecha que utilizábamos mucho era: “Las partidas se ganan cuando se arreglan”.
Si se eligieron las empresas adecuadas cuando se compraron, la decisión es fácil de tomar, si las empresas no fueron las adecuadas, estamos ante una decisión que hagamos lo que hagamos, es probable que sea una mala decisión, con consecuencias indeseables, pero el error no será por la decisión actual, sino que el error se produjo cuando se compraron estas empresas, posiblemente hace años.
Si vendemos, hacienda meterá mano en nuestro bolsillo y nos robará una parte importante de lo ganado. Si mantenemos y la empresa no es capaz de crear en el futuro un valor suficiente que nos permita conseguir nuestro objetivo de rentabilidad, será el mercado el que nos meterá la mano en el bolsillo.
En principio, me inclino a pensar que la mejor opción es mantener, porque nos quedamos con todo el rendimiento ganado, pero esta opción solo será válida si la inversión está protegida del mercado.
Este es un problema al que ahora mismo se están enfrentando muchos inversores y hay que tomar una decisión. Mantenerse sin hacer nada es una decisión de inversión y no es fácil de tomar cuando llevas empresa que se han multiplicado.
La solución no depende de la situación actual. Hace años jugaba al frontón y recuerdo una frase hecha que utilizábamos mucho era: “Las partidas se ganan cuando se arreglan”.
Si se eligieron las empresas adecuadas cuando se compraron, la decisión es fácil de tomar, si las empresas no fueron las adecuadas, estamos ante una decisión que hagamos lo que hagamos, es probable que sea una mala decisión, con consecuencias indeseables, pero el error no será por la decisión actual, sino que el error se produjo cuando se compraron estas empresas, posiblemente hace años.
Hay dos decisiones posibles ahora mismo: Vender o mantener.
A.- Se decide vender:
En inversión el tamaño si importa, es muy importante y en este caso es fundamental.
Por ejemplo, vamos a pensar en un banco (o cualquier otro tipo de empresa) que ha subido un 100% en bolsa y el precio ha escalado hasta el entorno de su valor o algo más…
Si la inversión fue de 1.000€ ganaste otros 1.000€ y no pasa nada, en la renta del ahorro solo pagarás un 19% sobre 1.000€ que es calderilla.
Pero si has doblado una inversión de 100.000€ o 300.000€ o más y vendes para materializar beneficios, aunque luego utilices la liquidez para iniciar otras inversiones, Hacienda te va a robar un 30% que son 30.000€ o 90.000€.
Ese porcentaje de impuestos te lo aplicarán independientemente de que la rentabilidad la hayas obtenido en un año o en 20 años. Esto es importante y hace años (hasta 1994) había coeficientes reductores que dependían de los años en que se había conseguido la plusvalía.
Si esa rentabilidad se consiguió en un año, la rentabilidad obtenida que se declara sería el total importe (100.000€ o 300.000€) que sería un 100% anual. Pero si se consiguió estando invertido en esa misma acción desde hace 20 años, la rentabilidad anualizada que conseguiste fue del 3,5% que es una miseria y, sin embargo, tienes que declarar una renta del ahorro, íntegramente en el año del devengo los 100.000€ o 300.000€ que se suman al resto del rendimiento que tengas y pagarás un 30% como si la ganancia se hubiera producido en ese año, aplicando el máximo pago en la escala de la renta del ahorro.
Si vendes pagas, pero si mantienes no pagas. En principio, parece que la mejor opción es no vender.
A.- Se decide vender:
En inversión el tamaño si importa, es muy importante y en este caso es fundamental.
Por ejemplo, vamos a pensar en un banco (o cualquier otro tipo de empresa) que ha subido un 100% en bolsa y el precio ha escalado hasta el entorno de su valor o algo más…
Si la inversión fue de 1.000€ ganaste otros 1.000€ y no pasa nada, en la renta del ahorro solo pagarás un 19% sobre 1.000€ que es calderilla.
Pero si has doblado una inversión de 100.000€ o 300.000€ o más y vendes para materializar beneficios, aunque luego utilices la liquidez para iniciar otras inversiones, Hacienda te va a robar un 30% que son 30.000€ o 90.000€.
Ese porcentaje de impuestos te lo aplicarán independientemente de que la rentabilidad la hayas obtenido en un año o en 20 años. Esto es importante y hace años (hasta 1994) había coeficientes reductores que dependían de los años en que se había conseguido la plusvalía.
Si esa rentabilidad se consiguió en un año, la rentabilidad obtenida que se declara sería el total importe (100.000€ o 300.000€) que sería un 100% anual. Pero si se consiguió estando invertido en esa misma acción desde hace 20 años, la rentabilidad anualizada que conseguiste fue del 3,5% que es una miseria y, sin embargo, tienes que declarar una renta del ahorro, íntegramente en el año del devengo los 100.000€ o 300.000€ que se suman al resto del rendimiento que tengas y pagarás un 30% como si la ganancia se hubiera producido en ese año, aplicando el máximo pago en la escala de la renta del ahorro.
Si vendes pagas, pero si mantienes no pagas. En principio, parece que la mejor opción es no vender.
B.- Se decide mantener.
En este caso, la calidad de la empresa que se eligió en su momento para comprar y mantener es fundamental porque, si no vendes, Hacienda no te meterá la mano en tu bolsillo, pero si la empresa no es capaz de crear suficiente valor, será el mercado el que te robará la rentabilidad que ya has conseguido ahora mismo.
El pasado ya pasó y la rentabilidad actual ya está conseguida, ahora debemos mirar al futuro e intentar que se mantenga esa rentabilidad y que aumente manteniendo en nivel alcanzado.
Si compraste un banco y has multiplicado la inversión, ahora tienes un problema.
Los bancos a partir de ahora ya no pueden subir más allá de un 3-5% cada año y la rentabilidad actual se irá diluyendo con el tiempo.
Los bancos son un sector muy maduro, en las economías desarrolladas, su crecimiento no puede ir más allá de lo que crezca la economía del país donde opera. Unos años será más y otros será menos pero más de un 2-3-5% anualizado no pueden ganarlo a largo plazo.
Si en los últimos 3 años ya se ha conseguido una rentabilidad del 100%, supone una rentabilidad anualizada del 26%, pero si se mantiene la inversión sin vender, cuando transcurran 10 años ganando un 3% la rentabilidad total estará en el entorno del 200% (lo he calculado a ojo, pero debe estar más o menos por ahí) y eso significa que, a consecuencia de haber mantenido sin vender, una inversión a la que ahora le estamos sacando un 26% anualizado, después de 10 años más tendremos una rentabilidad anualizada del 8-9% a origen, pero como la que ya hemos obtenido ya está contada en nuestra rentabilidad, a partir de ahora no ganaremos más que ese 3% anualizado. No obstante, en términos absolutos, el dinero ganado en los próximos 10 años se acumulará al ganado hasta ahora haciendo crecer el volumen de nuestra cartera medido en términos de precios de bolsa.
En este caso, la calidad de la empresa que se eligió en su momento para comprar y mantener es fundamental porque, si no vendes, Hacienda no te meterá la mano en tu bolsillo, pero si la empresa no es capaz de crear suficiente valor, será el mercado el que te robará la rentabilidad que ya has conseguido ahora mismo.
El pasado ya pasó y la rentabilidad actual ya está conseguida, ahora debemos mirar al futuro e intentar que se mantenga esa rentabilidad y que aumente manteniendo en nivel alcanzado.
Si compraste un banco y has multiplicado la inversión, ahora tienes un problema.
Los bancos a partir de ahora ya no pueden subir más allá de un 3-5% cada año y la rentabilidad actual se irá diluyendo con el tiempo.
Los bancos son un sector muy maduro, en las economías desarrolladas, su crecimiento no puede ir más allá de lo que crezca la economía del país donde opera. Unos años será más y otros será menos pero más de un 2-3-5% anualizado no pueden ganarlo a largo plazo.
Si en los últimos 3 años ya se ha conseguido una rentabilidad del 100%, supone una rentabilidad anualizada del 26%, pero si se mantiene la inversión sin vender, cuando transcurran 10 años ganando un 3% la rentabilidad total estará en el entorno del 200% (lo he calculado a ojo, pero debe estar más o menos por ahí) y eso significa que, a consecuencia de haber mantenido sin vender, una inversión a la que ahora le estamos sacando un 26% anualizado, después de 10 años más tendremos una rentabilidad anualizada del 8-9% a origen, pero como la que ya hemos obtenido ya está contada en nuestra rentabilidad, a partir de ahora no ganaremos más que ese 3% anualizado. No obstante, en términos absolutos, el dinero ganado en los próximos 10 años se acumulará al ganado hasta ahora haciendo crecer el volumen de nuestra cartera medido en términos de precios de bolsa.
Lo que intento decir es que, si has multiplicado una inversión en una empresa de bajo crecimiento, a partir de ahora, la nueva rentabilidad será de bajo crecimiento y el porcentaje anualizado a origen irá bajando conforme transcurra el tiempo, aunque el dinero de las inversiones subirá en términos absolutos. Será poco, pero subirá y si tu objetivo de inversión es tener seguridad con rendimientos anualizados del 3-5% deberías MANTENER.
Si la empresa que se ha multiplicado es una de bajo crecimiento y tu objetivo es conseguir rentabilidades por encima del mercado, en el entorno del 10-15% anualizado, la decisión lógica hubiera sido no comprar esa empresa en su momento, pero si se compró entonces, ahora no deberías volver a caer en la misma trampa y deberías VENDER para empezar de nuevo comprando una de alto crecimiento.
Si la empresa que se ha multiplicado ahora es de medio o alto crecimiento y está alineada con tus objetivos de rentabilidad, la decisión debe ser MANTENER porque, aunque la rentabilidad anualizada irá bajando con el transcurso del tiempo, la rentabilidad relativa a partir de ahora estará en el entorno del 10-15% anualizado que (siguiendo con el ejemplo del 26% anualizado ya conseguido en tres años) se acumulará a ese rendimiento ya conseguido y quedará una rentabilidad a origen en el entorno del 15-18-20% (calculado a ojo) en los próximos años. Por otra parte, la rentabilidad absoluta, ira acumulándose a la ya conseguida a un ritmo del 10-15% anual.
En todo momento, solo hay que comprar empresas que tengan negocios que se adapten a tu forma de entender la inversión, ganarás más o menos según lo que compres. A la larga, una empresa gana en bolsa, aproximadamente lo que gana en resultados.
Las empresas buenas para tu cartera son las que obtienen resultados acordes con tus objetivos de rentabilidad y normalmente, cuando mayor sean tu objetivo, mayor riesgo tendrás de no conseguirlo.
En mi caso, tengo empresas en cartera que se han multiplicado y, algunas, en estos momentos, tienen su precio por encima de su valor. A pesar de ello, mi decisión es mantener porque son empresas que, en mi opinión, tienen capacidad para crecer cada año un 10-15-20% mínimo y aunque la cotización baje desde su nivel actual, en los próximos 10 años conseguirán ese 10-15% anual. Unos años será más y otros será menos, pero al final dará ese rendimiento. Si vendo, Hacienda meterá su mano en mi bolsillo y luego, muy probablemente no compraré porque mi referencia de precio de compra será el precio al que ahora venda, aumentado con lo que me quite Hacienda y difícilmente consideraré un precio adecuando para comprar.
Si vendo ahora perderé grandes empresas para siempre y eso no lo voy a hacer. Hice mis deberes hace años y haced años que preparé mi cartera, cambiando las empresas “sompas” por empresas de calidad capaces de crecer más que el mercado, en función de mi objetivo de rentabilidad. En mi caso la decisión es clara y evidente: MANTENER.
Las empresas buenas para tu cartera son las que obtienen resultados acordes con tus objetivos de rentabilidad y normalmente, cuando mayor sean tu objetivo, mayor riesgo tendrás de no conseguirlo.
En mi caso, tengo empresas en cartera que se han multiplicado y, algunas, en estos momentos, tienen su precio por encima de su valor. A pesar de ello, mi decisión es mantener porque son empresas que, en mi opinión, tienen capacidad para crecer cada año un 10-15-20% mínimo y aunque la cotización baje desde su nivel actual, en los próximos 10 años conseguirán ese 10-15% anual. Unos años será más y otros será menos, pero al final dará ese rendimiento. Si vendo, Hacienda meterá su mano en mi bolsillo y luego, muy probablemente no compraré porque mi referencia de precio de compra será el precio al que ahora venda, aumentado con lo que me quite Hacienda y difícilmente consideraré un precio adecuando para comprar.
Si vendo ahora perderé grandes empresas para siempre y eso no lo voy a hacer. Hice mis deberes hace años y haced años que preparé mi cartera, cambiando las empresas “sompas” por empresas de calidad capaces de crecer más que el mercado, en función de mi objetivo de rentabilidad. En mi caso la decisión es clara y evidente: MANTENER.
Espero que estas reflexiones os hayan sido útiles.
Saludos
P.D.
Ya sé que alguno estará pensando que este problema no lo tiene porque “invierte” en fondos. Es cierto, ese problema no lo tienen porque en fondos no se consiguen esas rentabilidades.
También es cierto que no se paga a Hacienda cuando “saltas” de una inversión a otra, pero los impuestos no desaparecen, solo se aplazan y de las comisiones no te escapas. Si cambias mucho de fondo, la voracidad de los comerciales de la “industria” puede superar en comisiones a los impuestos de Hacienda.
Ya sé que alguno estará pensando que este problema no lo tiene porque “invierte” en fondos. Es cierto, ese problema no lo tienen porque en fondos no se consiguen esas rentabilidades.
También es cierto que no se paga a Hacienda cuando “saltas” de una inversión a otra, pero los impuestos no desaparecen, solo se aplazan y de las comisiones no te escapas. Si cambias mucho de fondo, la voracidad de los comerciales de la “industria” puede superar en comisiones a los impuestos de Hacienda.