España actuó muy tarde y muy mal frente a la pandemia, lo que ha hecho que sea el país con más casos y muertos por cada 1.000 hab., y con más sanitarios infectados. Los datos y medidas indican que también estamos haciendo mal el confinamiento y su levantamiento.
La gran mayoría de los muertos y buena parte del daño económico causados por la pandemia del coronavirus chino estaba en nuestras manos haberlo evitado y aquellos en los que habíamos delegado la responsabilidad de protegernos de las enfermedades emergentes y por lo que se les pagaba son responsables de haberse dormido en los laureles. Voy a demostrar como.
1. Cronología de un desastre anunciado
Las epidemias emergentes al principio manifiestan un crecimiento exponencial. En el caso de la pandemia de COVID-19 el número de contagiados antes de las medidas de confinamiento se duplicaba cada tres días. Eso quiere decir que aplicar una medida 100 % eficaz (como un confinamiento total) tres días antes reduce a la mitad el número final de afectados. Aplicar medidas con un 50 % de eficacia (que reduce la velocidad de duplicación a 6 días) un mes y medio antes hubiera reducido el número de afectados y muertos en un 99,8 %. El cálculo es muy sencillo. Partiendo de 3 infectados y con una velocidad de duplicación de 3 días (6 infectados a los 3 días, 12 infectados a los 6 días, etc) y con una mortalidad del 1 %, a los 60 días tienes 2,5 millones de infectados y 25.000 muertos, que son aproximadamente las cifras de España. Si desde el principio has tomado medidas que reducen a la mitad la velocidad de propagación, como el uso de mascarillas y guantes, el distanciamiento social y el aislamiento de los casos positivos y sus contactos más estrechos, a los 60 días tienes 4.000 infectados y 40 muertos. Has evitado el 99,8 % de los muertos y dispones de muchísimo margen para proteger a los más vulnerables mediante medidas más específicas. Esa es la diferencia brutal en los números finales que hace tomar las medidas pronto cuanto te enfrentas a un crecimiento exponencial. El cierre de fronteras con cuarentena a todo el que entre hubiera sido una medida de muchísima eficacia que nos hubiera mantenido libres de la enfermedad.
Ya hablé en el artículo anterior del estudio sobre "los efectos económicos de la pandemia de gripe de 1918", en el que en 2007 el economista de la Reserva Federal de St Louis, Thomas Garrett, analizaba también el impacto económico y social que tendría una nueva pandemia como la de entonces en nuestra sociedad actual:
"Las cuarentenas locales probablemente dañarían a las empresas a corto plazo. Los empleados probablemente serían despedidos. Las familias sin contacto con la gripe también pueden experimentar dificultades financieras. Para evitar la propagación, las cuarentenas tendrían que ser completas (es decir, no permitir ninguna actividad fuera del hogar). Las cuarentenas parciales, como el cierre de escuelas e iglesias, pero no el transporte público o los restaurantes (como se hizo [en 1918] en Filadelfia, San Luis y Washington, D.C.) harían poco para detener la propagación de la gripe."
Lo curioso es que ya se sabía el efecto de una pandemia altamente contagiosa sobre la economía en 2007, y llama la atención que este conocimiento que está disponible tras un minuto de búsqueda en internet no formara parte del conocimiento de aquellos encargados de protegernos de una de las amenazas más creíbles para nuestra sociedad, el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), que tiene como función coordinar la gestión de la información y apoyar en la respuesta ante situaciones de alerta o emergencia sanitaria nacional o internacional que supongan una amenaza para la salud de la población. Es, además, la unidad responsable de la elaboración y desarrollo de los planes de preparación y respuesta para hacer frente a las amenazas de salud pública.
La secuencia de acontecimientos y la información disponible en cada momento no deja lugar a dudas y deja en pésimo lugar a la OMS y a nuestro gobierno, que según un informe del Instituto Australiano de Contables de Gestión Empresarial es el gobierno que peor respuesta ha presentado a la emergencia de la pandemia de una lista de 32 países. Como indica el informe, con palabras del experto en liderazgo Simon Sinek, “El liderazgo es una responsabilidad. No se trata de estar a cargo. Se trata de cuidar a los que están a tu cargo". Tarea en la que se ha fallado lamentablemente.
31 de diciembre
El 31 de diciembre la OMS fue alertada de la existencia de 27 casos de neumonía de causa desconocida en Wuhan, y al día siguiente las autoridades cerraban el mercado Huanan que se creía el foco. Ese mismo día Hong Kong, Macao y Taiwan activaron su alerta sanitaria para reforzar las medidas de control en las entradas desde China, y Taiwan escribió a la OMS sobre el posible contagio entre humanos porque sus doctores recibían información desde China de que había personal sanitario infectado y los pacientes estaban siendo aislados. La OMS ignoró la comunicación de Taiwan a quien no se deja ser miembro por exigencia de China.
10 de enero
El 10 de enero ya se sabía que era una nueva enfermedad (se tenía su secuencia desde el día 5) y empezaron a aparecer casos fuera de China. El 14 de enero mientras la OMS decía que no había evidencia de transmisión entre humanos, lo cual era mentira, su responsable de la unidad de enfermedades emergentes Maria Van Kerkhove decía que había evidencia de transmisión limitada entre humanos puesto que había grupos familiares infectados. En realidad los chinos sabían que la enfermedad era contagiosa entre humanos desde principios de enero. Un artículo publicado en The Lancet el 24 de enero lo deja claro:
"Desde el 10 de enero de 2020, inscribimos a una familia de seis pacientes que viajaron a Wuhan desde Shenzhen entre el 29 de diciembre de 2019 y el 4 de enero de 2020. De los seis miembros de la familia que viajaron a Wuhan, cinco fueron identificados como infectados con el nuevo coronavirus. Además, un miembro de la familia, que no viajó a Wuhan, se infectó con el virus después de varios días de contacto con cuatro de los miembros de la familia. Ninguno de los miembros de la familia tuvo contactos con mercados o animales de Wuhan, aunque dos habían visitado un hospital de Wuhan."
Un grupo familiar con neumonía asociada al nuevo coronavirus de 2019 que indica la transmisión de persona a persona: un estudio de un grupo familiar.
Pero no es hasta el 20 de enero tras infectarse dos médicos en la provincia de Guangdong, distante de Wuhan (Hubei), cuando China finalmente informa que la enfermedad es contagiosa entre humanos. Al menos 10 días tarde, y la OMS le había seguido la corriente a pesar de saber que estaban reteniendo información y que los grupos familiares indicaban contagio entre personas como reveló Maria Van Kerkhove.
22 de enero
El 22 de enero surgen las dudas de que China sea capaz de contener el brote entre los expertos. El Equipo de Respuesta del Centro para las Enfermedades Infecciosas Globales del Imperial College hace público el día 25 su tercer informe "Transmisibilidad del 2019-nCoV" que ya había compartido con la OMS, gobiernos y académicos desde tres días antes, y que hasta tradujeron al español, en el que dice claramente:
"La transmisión del nuevo coronavirus COVID-19 auto-sostenida entre humanos es la única explicación plausible de la escala del brote en Wuhan. Nosotros estimamos que, en promedio, cada caso infectó 2,6 personas hasta el 18 de enero 2020. No está claro en este momento si este brote puede ser contenido dentro de China. La identificación y diagnóstico de casos potenciales deben ser tan extensa como lo permita la capacidad de pruebas de diagnóstico y atención médica - incluida la identificación, prueba y aislamiento de casos sospechosos con enfermedad leve a moderada (por ejemplo, enfermedad similar a la gripe), cuando sea logísticamente factible."
Si cada infectado infecta a 2,6 personas la epidemia triplica el número de casos en cada tiempo de generación, que al ser de menos de una semana es lo que produce su tasa de duplicación cada tres días. Eso ya se deducía en ese momento de la explosividad del brote en Wuhan. Su carácter contagiosísimo y su rápida propagación. Esto era mucho peor que el SARS de 2003.
Por lo tanto el 23 de enero el CCAES español tenía esta información que le había remitido de forma adelantada el Centro para las Enfermedades Infecciosas Globales del Imperial College.
24 de enero
El 24 de enero el que era jefe del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la Policía Nacional, médico, especialista de trabajo y técnico superior de riesgos laborales, José Antonio Nieto González, firmó una instrucción (figura 1) para la policía de fronteras en la que recomendaba que se evitaran el contacto cercano y las aglomeraciones y que los agentes más expuestos usaran guantes y mascarillas, para cuya compra liberó 300.000 euros. Esto demuestra que la información del riesgo que suponía la nueva enfermedad y la necesidad de procurarse material de protección había llegado hasta los escalones intermedios de los responsables de salud de la administración española a finales de enero.
Fig. 1. Instrucción fechada el 24 de enero que demuestra que la administración conocía el peligro y las medidas que había que tomar para reducirlo.
La decisión del gobierno fue rebajar el tono alarmista y en una reunión un mes más tarde considerar a la policía y a la guardia civil como personal con baja probabilidad de exposición al coronavirus. La recompensa que recibió José Antonio Nieto, un profesional de reconocido prestigio con 36 años en el cuerpo, por su celo en la defensa del personal a su cargo frente a la enfermedad emergente fue ser cesado el 13 de marzo, a tres meses de su jubilación. La excusa fue haber distribuido entre los responsables de la policía un documento que aún no estaba firmado por su superior, la razón fue haber mantenido una línea diferente a la del gobierno que exponía el grave error de juicio que cometió. Un error que ha costado decenas de miles de vidas y la peor crisis económica que ha vivido este país.
La destitución del policía que alertó de la crisis del coronavirus
30 de enero
La OMS declara el brote de COVID-19 una emergencia de salud pública de interés internacional (PHEIC). Aunque no recomienda ninguna restricción al viaje o comercio, recomienda a los países: "Se espera que puedan aparecer casos exportados internacionalmente en cualquier país. Por lo tanto, todos los países deben estar preparados para la contención, incluida la vigilancia activa, la detección temprana, el aislamiento y el manejo de casos, el rastreo de contactos y la prevención de la propagación de la infección por 2019-nCoV".
31 de enero
El 31 de enero el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), homólogo del CCAES español emitió el siguiente informe:
Evaluación de riesgos: brote del síndrome respiratorio agudo asociado con un nuevo coronavirus, China: primera transmisión local en la UE - tercera actualización.
En el que se incluye lo siguiente:
- El impacto potencial de los brotes de 2019-nCoV es alto.
- Existe una probabilidad moderada a alta de casos importados adicionales en la UE.
- La detección tardía de un caso importado en un país de la UE sin la aplicación de medidas adecuadas de prevención y control de infecciones daría lugar a una alta probabilidad de transmisión de persona a persona, por lo tanto, en tal escenario, se estima que el riesgo de transmisión secundaria en la comunidad es alto.
2. Lo que debería haber pasado y lo que pasó
A partir del día, 31 de enero, la actuación del CCAES y de las autoridades españolas se vuelve criminalmente negligente. El 2 de enero el CCAES debía haber entrado en estado de alerta por la existencia de una nueva epidemia, o incluso el 31 de diciembre si tenían personal de guardia (como hicieron Hong Kong, Macao y Taiwan). El 10 de enero, con la información de que se trata de una enfermedad nueva deberían haber comenzado a elaborar planes de contingencia y conseguir recursos adicionales por si fuese necesario, y el 20 de enero tras saber que era transmisible entre humanos deberían haber empezado a poner en estado de alerta los controles sanitarios en las entradas al país y la acumulación de material de protección, así como la capacidad de realizar tests específicos. El 23 de enero con el informe que alertaba del riesgo del Imperial College el CCAES debería haber recomendado que se aumentara la capacidad de hacer tests y que se empezara a testar desde ese mismo momento a la gente con síntomas. Para el 31 de enero debería haber habido planes para realizar aislamientos y cuarentenas tanto de individuos como de zonas geográficas en el caso de que la epidemia llegara a España, algo que nuestro carácter de país receptor de millones de turistas hace particularmente probable.
Sin tener conocimiento de toda esta información, puesto que yo no soy epidemiólogo ni nadie me paga por vigilar y alertar de enfermedades emergentes, el 31 de enero yo publiqué un artículo en el que detallaba los distintos escenarios ante la nueva enfermedad: "Escenarios y consecuencias de la pandemia del coronavirus de Wuhan". En dicho artículo yo decía lo siguiente:
"Un nuevo patógeno humano ha hecho su aparición y debido a sus características supone un riesgo claro para la salud y la economía global. De forma preliminar y sin tener aún datos fiables hago un primer análisis, deseando y esperando que el escenario más favorable sea el que finalmente ocurra."
Yo me podía permitir el lujo de esperar que el escenario más favorable fuese el que finalmente pasara, pero los que están a cargo de nuestra salud frente a las enfermedades emergentes no. Bien clarito dejaba yo ya entonces lo que pasaría si la enfermedad no se contenía en China:
"La pandemia se consigue contener con grandes esfuerzos y tras muchos meses después de haber infectado a millones de personas en muchos países. Los muertos ascienden a decenas o centenares de miles. … Las pérdidas económicas serían muy grandes y con el estado actual de la economía podría provocar una recesión mundial. Las bolsas podrían sufrir un crack. Con la disminución de ingresos de los estados podría haber múltiples incumplimientos de deuda que podrían añadir una crisis monetaria."
Era una previsión obvia, y en su cumplimiento estamos. Lo que jamás ni por un momento se me pasó por la cabeza es que las autoridades sanitarias españolas no hicieran nada, ni siquiera lo mínimo, que es testar a todo el que apareciera por un hospital español con un diagnóstico de neumonía para detectar la llegada de la enfermedad. Tamaña imprevisión ha hecho que España sea uno de los países más afectados del mundo desarrollado y de ello deberían responder tanto las autoridades políticas como los expertos que les asesoran, y se deberían purgar las responsabilidades políticas y penales, si la justicia así lo determina.
Si se hubieran hecho planes de contingencia adecuados, incluyendo el impacto económico, se debiera haber tenido en cuenta la información del estudio de Thomas Garrett sobre los efectos económicos de una cuarentena total, necesaria para detener una enfermedad altamente contagiosa, ya que es una referencia básica que tenían la obligación de conocer. El más mínimo análisis hubiera revelado que el coste de cerrar las fronteras ante una pandemia a la que se presumía entonces una letalidad del 3 % era entre uno y dos órdenes de magnitud menor (10 a 100 veces menos costoso) que tener que confinar a toda la población durante meses. Se hubiera evitado la devastación total de los gremios hostelero y turístico, que hubieran sobrevivido con el mercado nacional, así como la mayor parte de la actividad económica.
3. El desconfinamiento tampoco se va a hacer bien
El aislamiento de los enfermos como medida de protección frente a enfermedades contagiosas tiene miles de años y está reflejado en el Antiguo Testamento (Levítico, s. VII a.C.). La idea de poner restricciones a la circulación de personas y mercancías para evitar la propagación de enfermedades proviene de la pandemia de Peste Negra cuando en 1348, en Venecia, al Consejo de Tres (rama del gobierno) se le confieren poderes para detener barcos, mercancías y personas en la laguna. La palabra cuarentena proviene de que Venecia instituyó un periodo de 40 días. En 1377 la República de Ragusa (Sur de Croacia), estableció la primera estación de cuarentena conocida en un islote. En 1423 Venecia estableció el Lazzaretto Vecchio para mantener a las personas enfermas también en un islote, así nombrado por San Lázaro, patrón de pobres y enfermos, que aparece en la Biblia en la parábola de Lázaro y el rico (Lucas 16:19-31). La necesidad de una estación para que las personas y mercancías que arribaban en barco de puertos sospechosos de tener epidemias pasaran la cuarentena hizo que en 1468 se fundara el Lazzaretto Nuovo en una isla a la entrada de la laguna, con instalaciones para albergar a los marineros y almacenes para las mercancías.
Desde entonces las cuarentenas han sido comunes durante los brotes epidémicos, y aunque han sido útiles, han fallado muy a menudo en contener las pandemias. Venecia no se libró de múltiples brotes de peste durante los siglos XIV-XVIII. Durante la pandemia de gripe de 1918 se intentaron multitud de cuarentenas por todo el mundo, y prácticamente todas fallaron.
En el caso del COVID-19 el objetivo del confinamiento es corregir el error de haber dejado que el número de infectados se volviera inmanejable. Eliminar el virus requiere un confinamiento absoluto durante 40-60 días para toda la población excepto el personal esencial que se encarga de repartir alimentos, y atender a la sanidad y la vigilancia, así como al funcionamiento de los servicios esenciales, y que se protegen con equipamiento adecuado y son testados con frecuencia. Nada de sacar a pasear al perro y al niño o ir a la compra. El virus, al no poder infectar fuera de las unidades de aislamiento se extingue.
Un confinamiento menos estricto lo que hace es reducir el índice de reproducción del virus con el objetivo de tener una segunda oportunidad de evitar una epidemia que crezca descontrolada. Si el confinamiento se hace mal, cuando se levanta hay tanta gente infectada que el brote incontrolado se reproduce.
Los datos muestran que el confinamiento en España está funcionando mal, a pesar de que cada vez que sale alguien del gobierno hablando se deshacen en elogios a lo bien que lo está haciendo la gente. La realidad es que las medidas no han sido adecuadas y el cumplimiento tampoco. Imágenes como las de la figura 2 tomada el 16 de marzo o más recientemente con la salida en masa de niños y padres en algunos sitios explican que la media de nuevos casos detectados en la segunda quincena de abril haya sido de 3.900 casos cada día, y la media de la última semana de abril ha sido de 3.750 casos nuevos cada día. La primera vez que hubo 3.900 casos fue el 21 de marzo, por lo que no se ha conseguido ni siquiera retroceder a la situación que llevó a decretar el confinamiento. Tras un mes y medio de tener a la gente encerrada y haber destrozado la economía como no había pasado desde la Guerra Civil esto es un fracaso absoluto. Uno más de un gobierno que no ha sabido estar nunca a la altura de las circunstancias y que está formado por gente matemáticamente discapacitada, empezando por el ministro de sanidad, licenciado en Filosofía y Letras.
Fig. 2. Estación de cercanías de Atocha el 16 de marzo. ¿En serio esto es un confinamiento frente a un virus contagiosísimo que campa por sus respetos? Foto: El País.
Un confinamiento eficaz frente a una epidemia es realmente fácil porque no hay que inventar nada. China que también lo hizo muy mal al principio nos ha mostrado como se hace una cuarentena bien hecha. No hay mas que comparar los datos de nuevos casos y nuevas muertes cada día para China y España, alineando los distintos calendarios en el día en que se decretó el confinamiento, el 23 de enero en China y el 14 de marzo en España (figura 3). Para cuando se decretó el confinamiento España ya tenía casi 10 veces más casos nuevos y muertes nuevas cada día que China si nos atenemos a los datos. Cuando se decretó el levantamiento parcial en China el 19 de marzo ya habían conseguido reducir el número de nuevos casos en dos órdenes de magnitud (más de 100 veces, de 7.000 a solo 20), y el número de muertes de 100 a 10. En España los casos nuevos solo se han reducido de 8.000 a 4.000, y las muertes de 1.000 a 300 cuando nos disponemos a levantar parcialmente el confinamiento.
Fig. 3. Curvas comparativas de nuevos casos diarios y nuevas muertes diarias de España (azul y violeta respectivamente) y China (naranja y gris respectivamente) alineadas por la fecha de confinamiento, el 23 de enero en China y el 14 de marzo en España. El confinamiento en España ha sido muy poco eficaz en reducir los casos pero muy eficaz en destruir la economía. Fuente: Wikipedia, con los datos de España hasta el 29 de abril añadidos.
Cuando se levanta el confinamiento, aunque sea parcialmente eso le da al virus nuevas oportunidades y se produce un rebote de nuevos casos. En nuestro caso un rebote desde esos números nos puede devolver a lo peor de la crisis con facilidad y hacer que vuelva a ser inmanejable, sobre todo porque el gobierno no parece tener ni idea de como se hace un desconfinamiento, algo que como he dicho es muy fácil porque ya está inventado como se gestiona una pandemia. Los datos que tenemos cuando nos enfrentamos al desconfinamiento son peores que los que teníamos al entrar en confinamiento.
4. Como se hace un desconfinamiento
Lo primero es reducir el número de nuevos casos a unos pocos cientos al día como mucho. En caso contrario no se ha hecho bien y lo que hay que hacer es volver las medidas más duras, no más blandas o te has cargado la economía para nada. Una vez conseguido eso hay que seguir el sistema de Taiwan, muy bien explicado en el artículo publicado en la revista médica JAMA:
Response to COVID-19 in Taiwan. Big Data Analytics, New Technology, and Proactive Testing
En su suplemento se detallan todas las medidas tomadas por el servicio de salud de Taiwan en respuesta a la crisis del coronavirus desde el 31 de diciembre. En esencia hay que seguir a todos los sospechosos de estar infectados utilizando las nuevas tecnologías, decretando la cuarentena obligatoria de aquellos que han tenido contacto con un infectado pero no dan positivo, y el aislamiento obligatorio de aquellos que dan positivo, con monitorización electrónica de cumplimiento, testado de todo el que presente síntomas, y uso obligatorio por parte de todo el mundo de mascarillas y guantes fuera de casa.
Eso es todo lo que es necesario hacer. Incluso el número de tests que hay que hacer es menor, porque cuando solo hay unos pocos cientos de casos basta con hacer unos pocos miles de tests. Corea ha hecho muchos menos tests que España a pesar de que ellos testan a todo el que ha estado en contacto con un infectado, a todo el que presenta síntomas y a todo el que quiere testarse.
La República Checa, que ha hecho un fantástico trabajo de contener la epidemia, se deja asesorar por Taiwan con quien ha firmado un convenio de colaboración sobre el coronavirus, a pesar del enfado de China, y también han decretado el uso obligatorio de mascarillas. A cambio Taiwan ha donado a la República Checa 8 ventiladores, y millones de mascarillas a varios países europeos, entre ellos España.
Nuestro gobierno en cambio está empeñado en no dejarse asesorar por nadie y no cuenta ni siquiera con la oposición a la hora de tomar medidas de las que se enteran por la prensa. Prefieren lanzar medidas medio pensadas que luego hay que rectificar. A nadie más que a sí mismos pueden responsabilizar de tan pésima gestión.
Conclusión
A través de la inacción y la negligencia lo que nos está pasando nos lo hemos causado nosotros mismos, porque era previsible y evitable, y de hecho otros países lo previeron y lo han evitado. Aún tendríamos que lidiar con una recesión global, pero no lo haríamos partiendo con la economía destrozada, el paro disparado y en situación fiscal de necesitar ser rescatados, que es como estamos aunque no se diga. Los datos apoyan que el desconfinamiento también se está haciendo mal y que el riesgo de un rebrote es alto.