Día anterior al de acción de gracias en Estados Unidos, Livermore meditaba constantemente toda su trayectoria como especulador de mercados.
Considerado como el mayor especulador bajista de la historia y abandonado de la mano de todos los que antes se la daban y lo vanagloriaban, ahora se sentía sólo y fracasado.
Después de escribir varios libros sobre cómo ganar dinero en los mercados y viendo que su lucha llegaba a su fin, decidió ejecutar su última posición.
El hombre que una vez dijo: Los toros y los osos ganan dinero, pero los cerdos acaban en el matadero, estaba a punto de acabar con una trayectoria de lujos y sonrisas pero también de ruinas y lágrimas.
Corría el año 1940 y después de no saber cómo pagar sus últimas deudas que ascendían a medio millón de dólares de la época, cogió su gabardina y su sombrero y se dirigió al bar de todos los días.
Días antes bromeaba con los fotógrafos y con su mujer comentando que les hicieran una última foto juntos, su mujer Nina algo confusa le preguntó por tal afirmación a la que Livermore contestó que era una manera de alejar a los pesados fotógrafos de ellos.
Entró en su bar favorito, el más chic de la ciudad y se sentó donde siempre.
Vestido de un blanco impoluto, sacó de la gabardina su bolígrafo y su agenda y empezó a escribir su última nota de mercado.
Rezaba así: Mi sueño era ser el mejor, conforme iba asimilando conocimientos sobre el funcionamiento de los mercados crecía para llegar a lo más alto posible.
Mi niñez me obligó a desarrollar un instinto de supervivencia que por otra parte es básico para batir a los mercados, lo conseguí, ya que por mucho tiempo he sido el mejor trader de mercados de la historia.
Pero, ¿Dónde está el error?Quizás me he equivocado en sobrevivir a ésto confiando en la gente, quizás no me he dado cuenta que el entorno era mi enemigo, quizás mi egocentrismo me ha llevado a la miseria en la que estoy sumergido.
Pido perdón a todos por creerme alguien en este negocio de las acciones, pido perdón a mi mujer y a mi hijo, pido perdón a la historia del ser humano.
Por último escribió en otra hoja: Mi Querida y amada Nina, Mi vida ha sido un verdadero fracaso, Mi vida ha sido un verdadero fracaso. Mi vida ha sido un verdadero fracaso……….
28 de noviembre de 1940, Jesse Lauriston Livermore acaba con su vida, apretando el gatillo de su pistola finaliza una vida llena de historias, anécdotas y situaciones que han llevado a mucha gente a interesarse por la vida de este operador de acciones.
Personalmente y a modo de crítica constructiva me apasionó todo lo que leí sobre él en su momento, pero creo que suspendió al final, ya que él pregonó con algo que finalmente no hizo.
Para finalizar con su historia me gustaría plasmar unos pequeños párrafos que servirán a muchos iniciados y no tanto de premisa cada mañana cuando se pongan a operar en los mercados:
La especulación con valores jamás desaparecerá.No es nada deseable que ocurra. No es algo que se pueda revisar dando consejos sobre los peligros que encierra. No se puede evitar cometer errores en su operativa, sea cual sea su experiencia.Las estrategias más cuidadosamente preparadas pueden llegar a fracasar cuando sucede lo inesperado.El desastre puede venir a causa de la naturaleza, del tiempo, de tu propio egoísmo e inclusive de tu propia vanidad, del miedo o de la esperanza incontrolada.Aparte de lo escrito anteriormente, un especulador debe luchar contra ciertas prácticas o abusos de los que uno no se puede defender.
Esto último es lo que hizo Livermore con información del interior, se aprovechó de muchas situaciones y venció.
Cuando éstos le dieron la espalda, fracasó.
Espero que os haya gustado la vida de Jesse Lauriston Livermore, el hombre al que un día se le apodó como,”The kid plunger of Wall Street”.
Saludos.
Artículos relacionados
Livermore: Listo o tonto (VIII)
Livermore: Listo o tonto (VII)
Livermore: Listo o tonto (VI)
Livermore: Listo o tonto (V)
Livermore: Listo o tonto (IV)
Livermore: Listo o tonto (III)
Livermore: Listo o tonto (II)
Livermore: Listo o tonto (I)