El mayor enemigo del inversor no es la gestión activa o pasiva, sino sus propias decisiones. Analizamos cómo el comportamiento emocional reduce la rentabilidad y por qué estrategias simples, automáticas y de bajo coste protegen mejor tus inversiones.
El verdadero enemigo del inversor no es la gestión pasiva o activa, sino él mismo. Aunque la gestión activa suele amplificar los errores, el problema de fondo está en el comportamiento del propio inversor.
El eterno debate entre gestión activa y pasiva suele desviar la atención de una realidad más incómoda: el mayor obstáculo para obtener buenos resultados financieros no es el tipo de fondo, sino las decisiones emocionales y los sesgos del inversor. Es cierto que la gestión activa arrastra problemas estructurales como comisiones más altas, closet indexers y rigidez regulatoria, pero el factor decisivo sigue siendo el eslabón más débil: nosotros mismos.
El verdadero enemigo del inversor Intentar adivinar el mejor momento para entrar y salir, caer en el exceso de confianza o actuar por aversión al riesgo son errores que erosionan la rentabilidad, incluso cuando los fondos, sean activos o pasivos, lo están haciendo bien. Estos sesgos cognitivos afectan a todos, pero la estructura de los fondos activos tiende a amplificar estos errores, lo que explica por qué el behavior gap —la diferencia entre lo que gana el fondo y lo que realmente gana el inversor— es casi siempre mayor en fondos activos.
¿Qué es el Behavior Gap y por qué importa?
El Behavior Gap (o brecha de comportamiento) es el término que describe la diferencia entre los rendimientos que ofrecen las inversiones y los rendimientos que realmente obtienen los inversores debido a sus propias decisiones emocionales y de comportamiento.
¿Por qué ocurre esta brecha?
Compras y ventas impulsivas: Muchos inversores tienden a comprar cuando los mercados suben (por miedo a perderse la subida) y venden cuando caen (por pánico), lo que genera pérdidas o rendimientos inferiores.
FOMO (miedo a quedarse fuera) y aversión a las pérdidas: Son sesgos psicológicos que llevan a tomar decisiones irracionales, alejándose de una estrategia a largo plazo.
Intento de timing de mercado: Tratar de predecir el mejor momento para entrar o salir de una inversión casi nunca sale bien.
¿Por qué importa?
Porque incluso fondos con buenos resultados históricos pueden ofrecer a sus inversores rentabilidades bajas si estos gestionan mal sus entradas y salidas.
La diferencia puede ser significativa: estudios muestran que la brecha de comportamiento puede reducir el rendimiento real en 1%-2% anual, lo cual, a largo plazo, tiene un gran impacto.
Entender el Behavior Gap ayuda a los inversores a centrarse más en controlar su comportamiento que en buscar productos "perfectos", reforzando la importancia de la disciplina, la diversificación y el largo plazo.
Rentabilidad del fondo vs. inversor
El informe Mind the Gap 2024 revela un fenómeno devastador: en los últimos 10 años, la rentabilidad promedio de los fondos fue del 7,3% anual, pero la rentabilidad promedio obtenida por los inversores fue de solo 6,3%. Ese 1,1% anual de diferencia se debe, principalmente, al mal timing en las decisiones de entrada y salida. No es un error aislado: esta brecha se ha producido en cada uno de los 10 años analizados.
La causa principal es el comportamiento emocional del inversor. Muchos compran después de ver rendimientos extraordinarios y venden en medio de caídas, actuando exactamente al revés de lo que dictaría una estrategia racional. El informe documenta cómo, en 2020, los inversores añadieron capital justo antes del colapso por la pandemia y luego retiraron casi medio billón de dólares antes de que los mercados se recuperaran. Este patrón se repite en distintos sectores y regiones, demostrando que el problema es sistemático y recurrente.
Otro hallazgo importante es que, incluso en fondos con buenos rendimientos, los inversores terminan obteniendo resultados inferiores debido a decisiones mal ejecutadas de entrada y salida. Esto demuestra que no basta con elegir un buen fondo: es imprescindible mantener el compromiso inversor a largo plazo. En contextos de alta volatilidad y cuando las noticias infunden miedo, este principio se vuelve aún más crítico.
Los datos también evidencian que las pérdidas de rentabilidad se agravan cuando los flujos de entrada aumentan en momentos de alto rendimiento. Es decir, cuando un fondo lo hace bien, los inversores tienden a entrar en masa en los picos, pero esas entradas tardías terminan generando retornos efectivos inferiores al promedio. Esta dinámica distorsiona los beneficios potenciales que el fondo podría haber ofrecido.
Behavior Gap Activo Vs Pasivo
Sesgos que amplifican el Behavior Gap
Existen ciertos sesgos psicológicos que no solo afectan nuestras decisiones de inversión, sino que además amplifican el Behavior Gap, alejándonos aún más de los rendimientos reales de nuestras carteras. Veámoslos a continuación:
La ilusión del fondo ganador: persistencia que no existe
Uno de los errores más comunes del inversor promedio es asumir que los rendimientos pasados aseguran buenos resultados futuros. Lo primero que suele hacer un inversor novato —y a veces no tan novato— es revisar el gráfico del retorno histórico acumulado, fijarse en cómo ha resistido las caídas recientes y, a partir de ahí, sacar conclusiones difíciles de revertir por culpa del sesgo de anclaje.
Tres problemas de mirar solo el retorno histórico
Esos retornos históricos tienen tres problemas principalmente:
Horizonte temporal demasiado corto: la mayoría de las veces, el rango temporal analizado es insuficiente. No se consideran cambios en inflación, tipos de interés, ni ciclos económicos completos. Incluso un análisis a 20 años puede ser corto si recordamos que las bolsas llevan más de 400 años funcionando.
Fotografías fijas vs promedios móviles: comparar el retorno de un fondo desde el 1 de enero de 2005 al 1 de enero de 2025 nos da una sola foto. En cambio, si utilizamos promedios móviles (1 de enero 2005 al 1 de enero 2006, luego del 2 de enero 2005 al 2 de enero 2006, etc.), obtendremos alrededor de 7.000 escenarios distintos, lo cual da una visión mucho más robusta.
Índices amplios vs índices concentrados: diversos estudios demuestran que cuanto más amplio es un índice, mayores son las probabilidades de que los retornos futuros se asemejen a los pasados.
Por el contrario, índices sectoriales, temáticos o de nicho (y muchos fondos activos) tienen carteras tan concentradas que la probabilidad de replicar sus buenos resultados es mínima.
El error de seguir al “ganador reciente”
Muchos inversores caen en la trampa de entrar en fondos (activos o pasivos) que han tenido un buen retorno reciente. Sin embargo:
El informe S&P Fleeting Alpha Scorecard analiza cuántos fondos superan a su benchmark durante un periodo de 3 años y mantienen esa ventaja después.
📉 Resultado: La mayoría no lo consigue. Elegir un “ganador” reciente no mejora las probabilidades.
El estudioPersistence Scorecard va más allá, midiendo cuántos fondos permanecen en el cuartil superior tras 3 o 5 años.
📊 Conclusión: La persistencia en desempeños superiores es extremadamente rara. La probabilidad de acertar consistentemente con gestores activos es estadísticamente como lanzar una moneda cargada en contra.
Activos vs Indexados sectoriales
Los fondos indexados sectoriales, temáticos o de nicho también presentan problemas similares. Suelen tener altas dispersiones en los retornos móviles y dependen mucho del momento de entrada para obtener buenos resultados.
En cambio, los fondos que siguen índices amplios como el MSCI World o el ACWI ofrecen una mayor probabilidad de replicar retornos históricos, gracias a su diversificación y estabilidad estructural.
¿Cómo protegerte de estos errores?
Dos aspectos que puedes tener en cuenta para no caer en estos errores:
En fondos indexados, es clave escoger ETFs de índices amplios, mantener una visión a largo plazo y comprender la filosofía detrás del producto.
En fondos activos, es fundamental entender la filosofía del gestor, asegurarse de que sea consistente y probada a lo largo del tiempo, y confiar en que ni la gestora ni las circunstancias del mercado lo obliguen a cambiar su estrategia.
La trampa de los ETFs: la facilidad de compra puede arruinar tu rentabilidad
Una de las sorpresas del informe Mind the Gap fue descubrir que los ETFs indexados —supuestamente más eficientes— también presentan una brecha significativa entre el retorno del fondo y el del inversor.
El dato es contundente:
En promedio, los inversores en ETFs indexados obtuvieron 1,1% anual menos que el rendimiento ofrecido por el propio fondo.
Por el contrario, en los fondos indexados tradicionales (sin cotización intradía), esta diferencia prácticamente no existió.
La explicación radica en la facilidad de transacción de los ETFs. Como se pueden comprar y vender durante el día, muchos inversores los utilizan como vehículos tácticos, comprando y vendiendo en momentos impulsivos. Esa aparente flexibilidad se convierte en una trampa, donde los errores de comportamiento cuestan rendimiento.
Behavior Gap ETFs
Volatilidad: el verdadero enemigo de tu rentabilidad como inversor
Una correlación clara es la relación entre volatilidad del fondo y la brecha de retorno. Cuanto más volátil es un fondo, mayor es la diferencia entre lo que gana el fondo y lo que recibe el inversor promedio.
El dato más preocupante:
En los fondos de renta variable sectorial, los inversores llegaron a perder hasta 7 puntos porcentuales por año respecto al retorno real del fondo, simplemente por entrar y salir en los peores momentos.
Esto ocurre porque la volatilidad exacerba las emociones. Cuando un fondo sube rápidamente, los inversores tienden a entrar tarde, y cuando cae bruscamente, tienden a salir justo antes de la recuperación. Además, los fondos más volátiles suelen atraer a inversores más especulativos, que rotan con mayor frecuencia y sufren aún más los costos de transacción y errores de timing.
¿Hay alguna estrategia que reduzca el Behavior Gap?
La clave para reducir el Behavior Gap está en la automatización. Los fondos que diversifican entre distintas clases de activos y realizan rebalanceos automáticos mostraron la brecha de retorno más baja del estudio: apenas -0,4% anual. Estos serían los ETFs Mixtos y los fondos Target Date.
¿Por qué funciona? Porque al reducir la interacción del inversor, se eliminan muchas de las decisiones impulsivas que destruyen rentabilidad. Además, el propio diseño de estos fondos suaviza la volatilidad, protegiendo al inversor de sus propias emociones.
La razón es que el inversor interactúa menos, toma menos decisiones impulsivas, y el diseño del fondo suaviza la volatilidad. En contraste, los fondos sectoriales, más especializados y emocionales, tuvieron un gap de -2.6% anual.
Otra estrategia que mitiga los errores de comportamiento es el dollar-cost averaging (inversión mensual periódica). Al automatizar las aportaciones, se reduce el impacto del momento de entrada. Este enfoque redujo el gap en categorías como renta fija e internacional, aunque no lo eliminó por completo.
Y sí, uno puede rebalancear y hacer DCA con fondos indexados y fondos activos, pero la enorme diferencia es que en los indexados tenemos miles de simulaciones de cómo se hubiera comportado en los últimos 125 años, además de que el índice siempre va a existir y que otros estudios muestran lo que acabo mencionar más arriba: Entre menos amplio, menor probabilidad de que retornos futuros se parezcan a los pasados.
Para el caso de los fondos activos, aunque pudiera existir alguien con la habilidad de escoger siempre a los gestores estrella, no se pueden hacer simulaciones históricas robustas, no sabemos si el gestor estará ahí en los siguientes años y que al no tener una cartera realmente amplia, entonces los retornos futuros tienen baja probabilidad de parecerse a los pasados.
¿Por qué menos intervención genera mejores resultados? | Opinión de Gaspar
El problema somos nosotros, los inversores con cerebro reptiliano y nuestro caldo de sesgos cognitivos. Todo esto erosiona el retorno incluso cuando el fondo es bueno. Y cuanto más compleja, concentrada, volátil o flexible es la herramienta, mayor es el margen para equivocarse.
En lugar de buscar al gestor estrella o al fondo del año, o el activo de moda, los datos sugieren que la mejor estrategia para la mayoría es simple, automática, de bajo costo y emocionalmente estable. La inversión pasiva, especialmente a través de fondos diversificados y sin la tentación de operar, ofrece una forma de protegernos de nosotros mismos.
Gran artículo, como siempre. Como bien señalas, el problema no está tanto en el producto como en nuestra propia conducta. Lo paradójico es que la gestión pasiva es intelectualmente convincente… pero emocionalmente insatisfactoria. Y ahí es donde muchos caemos (yo el primero). Nos cuesta aceptar que "no hacer nada" puede ser lo más rentable. Gracias por el artículo.