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Todos los periodistas saben muy bien que las malas noticias venden, y que menos gente estaría leyendo esto ahora si lo hubiera titulado “Tranquilo, todo va bien”. Nos alerta el peligro porque somos criaturas de emoción, lejos de ser tan racionales como nos gustaría pensar, y nos dicen que esas emociones explican buena parte del movimiento de los mercados. ¿Pero realmente es así?
 
En el día a día creo que no tenemos dudas: Decidimos emocionalmente y lo hacemos en un instante, y después tratamos de darle forma a la decisión racionalizando. Sólo hay que poner un rato los anuncios de TV y ver cuántos apelan a la razón (0%) y cuántos a la emoción (100%), o escuchar a cualquier candidato en unas elecciones. 
 
 
Nosotros mismos intentamos justificarnos nuestras propias decisiones, y hacemos cosas que preferiríamos no hacer pero “no podemos evitar” (como fumar) mientras que no somos capaces de hacer cosas que sabemos racionalmente que nos convienen (como comer mejor). 
 
¿Actuamos igual en los mercados?
 
Una prueba sencilla es nuestra reacción emocional frente a ganancias y a pérdidas: Las pérdidas nos afectan en promedio 2,25 veces más y condicionan nuestras siguientes decisiones, mientras que a una máquina no le afectan. Cuando hablamos de reacciones no 
hablamos de responder una encuesta, sino de nuestras reacciones fisiológicas (sudoración, ritmo cardíaco, etc.) medibles de forma objetiva y sencilla en un entorno experimental. 
 
Esto contradice a la teoría clásica de la eficiencia de los mercados, según la cual:
  1. Todos los participantes son racionales.
  2. Los precios contienen toda la información.
  3. No es posible obtener rentabilidad en exceso sobre el mercado.
 
No soy un gran defensor de estas hipótesis y algunas otras sobre las que se apoya la teoría, en particular porque me parecen contradictorias: Si no es posible batir al mercado un participante racional no participaría. Y si lo hace es porque no es racional o porque sí es posible batirlo, ¿no creen? Pero volvamos a las emociones.
 
El primer punto choca de manera frontal contra nuestra experiencia diaria y contra todos los estudios de finanzas conductuales que la avalan: Somos extremadamente poco racionales, adoptamos mentalidad de rebaño ante situaciones nuevas y los hombres tenemos una 
seguridad excesiva en nuestras habilidades frente a las mujeres (además de una mayor agresividad que se traduce en carteras más volátiles). Es la cruda realidad. ¿Podemos aprovecharnos de ello?
 
La respuesta es sí. La euforia, la complacencia, el miedo y hasta el pánico siguen patrones que se repiten y que se pueden medir, aunque no se puedan evitar. Cuando un bono de dudosa calidad paga apenas un 1% más que un bono gubernamental, es claro signo de euforia y podemos apostar por la normalización. Cuando una empresa que no gana dinero y no tiene activos vale tanto como una empresa con excelente historia de negocio, estamos ante una burbuja y (con seguridad) explotará. 
 
Y cuando el mercado cae por motivos vagos y entra en pánico, arrastrando a compañías hasta niveles ridículos (su caja representa casi la mitad del valor de la acción pero su balance sigue tan sólido como siempre), estamos ante una oportunidad que (racionalmente) tenemos que aprovechar. Eso sí: Lo mejor es que esperemos a que los titulares de los periódicos sean dramáticos y las recomendaciones de los analistas sean de venta, y todas nuestras emociones nos digan que el mundo se acaba. Ese será el punto de mínimo riesgo, y una vez más el ciclo se pondrá en marcha de nuevo hasta acabar en una gran euforia y explotar.
 
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  1. en respuesta a Inversoreficiente
    -
    #2
    03/05/16 18:43

    Hola Inversoreficiente,

    Gracias por tu comentario, muy interesante. Sin embargo no es que crea que a veces no somos racionales: Creo que no lo somos nunca! Usamos la razón sólo para justificar lo que hacemos, en mercado y fuera de él. Pero eso es otra discusión.

    Respecto a las burbujas y los terremotos: Te recomiendo "La señal y el ruido", de Nate Silver. Seguimos siendo tan malos como siempre prediciendo terremotos, pero hemos mejorado mucho con la metereología, por ejemplo.

    Respecto a batir al mercado: Por pura estadística algunos gestores activos batirán al mercado uno, dos o incluso más años seguidos. Pero entra dentro de lo esperado. Te recomiendo consultar el SPIVA scorecard, que es demoledor.

    Respecto al mercado y al casino: el segundo sí es suma cero, a diferencia del mercado, pero con esperanza de rentabilidad negativa (como la lotería).

    Un saludo cordial!

  2. #1
    26/04/16 02:13

    Es cierto que la gente no opera de forma siempre racional. Si no, no habría burbujas. Pero estas son explicables cada vez más, por modelos de sistemas complejos, el efecto avalancha, modelos basados en agentes, etc. No podremos predecirlas, como no lo podemos hacer con los terremotos, pero estamos a un paso de comprenderlas. El problema es que es difícil aprovecharse de aquello que no se puede predecir.

    Por otra parte, también es cierto que cada vez una mayor parte de las operaciones son llevadas a cabo por máquinas, que, como bien comentas son inmunes a los efectos psicológicos. Estas máquinas además son ultrarápidas y hacen los arbitrajes en tiempo récord. En ese sentido es posible que los mercados en sus inicios no fueran eficientes pero es muy posible que cada vez lo sean más y actualmente con la digitalización y el auge de las máquinas la tendencia sea a que estos se acerquen cada vez más a esa eficiencia perfecta. Por no hablar de que el número de actores, también humanos, no ha dejado de aumentar.

    Por otra parte, que los mercados sean eficientes no significa que no se puedan batir los mercados. Se pueden batir, lo que dice la teoría de los mercados eficientes es que no se pueden batir de forma consistente y prolongada en el tiempo. Y que por cada fondo que bate al índice habrá más de uno que no lo hará (debido a que la comisión de gestión hace que el juego no sea de suma cero) Es decir, que, a largo plazo (y hablamos de intervalos de 10 años por lo menos) la reversión a la media se impone y quedan muy pocos fondos supervivientes que se puedan atribuir el mérito de haber batido a su índice de referencia de una forma clara y contundente.

    Si los mercados cada vez más están dominados por máquinas es lícito pensar que cada vez será más difícil detectar ineficiencias que no hayan sido ya corregidas por las máquinas mucho más rápidas que nosotros. Naturalmente seguirá habiendo gente que intente batirlo y ganar, pero eso no prueba que no sean eficientes, en cierto modo también siempre hay gente que intenta ganar en el casino y no por eso el juego deja de ser también de suma negativa. Es decir que pierden más de los que ganan.