Hace unos años, cerca de donde vivo, unos atracadores se especializarón en robar en panaderías a la caida de la noche, poco antes de cerrar. Poca gente en la calle, y la recaudación del día recien "salida del horno". Actuaban en pareja, desplazandose en moto, e iban muy puestos de "sustancias varias" -supongo que para darse valor y arrojo en su valiente acción de desvalijar pequeños comercios quizás con solo una dependienta-.
Tras unos cuantos golpes afortunados, fueron a parar a un establecimiento muy cercano, donde a diferencia de otras veces, el marido de la dependienta estaba cerca, esperandola que acabase su jornada. El clima de inseguridad en el barrio habían motivado esa presencia.
Entraron los atracadores, la panadera gritó, acudió el marido, y unos cuantos vecinos más, que se avalanzaron sobre los malechores. Uno huyó. El otro quedó sepultado bajo unos cuantos vecinos, que lo retuvieron hasta que la policía hizo acto de presencia y lo detuvo.
Fruto de esa agresiva retención -a la que el delincuente se resistía ferozmente-, al final resultó muerto.
Se practicó la correspondiente autopsia, y el forense determinó que no se podía determinar una causa clara y concreta del fallecimiento, pues el estado de agitación y el elevado consumo de sustancias, junto al resto de circunstancias físicas del acto, todas juntas eran coadyuvantes pero ninguna por si misma determinante de la muerte.
En el correspondiente atestado de la policía se abundó exactamente en lo mismo, dando por verdad policial la evidencia científica del forense.
El juzgado de guardia encargado del presunto delito de homicidio por imprudencia -cargos provisionales que se les imputaron a los vecinos defensores- a la vista de los hechos acreditados por forense y policías, dió carpetazo al asunto y ordeno su archivo por falta de causa.
El caso de Borja en Málaga, una intervención altruista con la natural agresividad defensiva, en auxilio de una mujer atracada por una pareja de delincuentes, que iba puestísimo de vete a saber cuantas sustancias, solo se diferencia en el muy distinto trato que forense y policías le dieron al asunto. Forense estableció y determinó que a pesar de la agitación, estado de salud pesimo, consumo de estupefaccientes y demás, la causa única y determinante de la muerte -dos días después- fueron los dos puñetazos que Borja tuvo que propinarle. La policía en su atestado remachó el asunto. A la vista de todo eso, al juez no le quedó otra que condenarlo como criminal culpable. Supongo que el forajido fallecido, con amplios y frecuentes antecedentes policiales y judiciales, debería jugar algún tipo de papel o ser un recurso técnico -informante, en plan fino, chivato-soplón en roman popular-. Y que ciertos cuerpos de seguridad prefieren la existencia del delito antes que verse puestos en cuestión por la intervención espontanea de ciudadanos cívicos.
Me alegro que en mi ciudad eso no pase, y que a pesar de la inseguridad y la delincuencia, el vecinaje en general sea activo y movilizado, y que llegado el caso, las policías y resto de cuerpos técnicos colaboradores, sepan como hacer bien su trabajo, pero sobre todo, estar al lado de la ciudadania.
Mi ciudad es Barcelona.
la plus belle des ruses du Diable est de vous persuader qu'il n'existe pas!