Lo de extrema izquierda es el término con el cual nos califican, para mi no lo es, es unica y exclusivamente un partido de izquierda, no se en que mas quiere que desarrolle termino de sanidad
Ya entiendo ser de extrema izquierda seria cerrar los hospitales privados o sanidad privada en general y simultáneamente aumentar el gasto de la publica, es correcto?
Por hacer un dialogo constructivo
Dejando de privatizar todo aquello que es rentable al estado y grabando a altas rentas e impidiendo la ingienieria economica, además de luchar contra la corrupción imponiendo grandes penas a todos aquellos que la cometan, aunque la verdad el tema economico no es lo mio ya que no es lo que estudie y los conocimientos que tengo de ella son bastante mas bajos de lo que me gustaria
No para nada, yo no he dicho eso en ningun momento
Candidatura de Unidad Popular
Partido político
La Candidatura de Unidad Popular, conocido simplemente por sus siglas CUP, es un partido político español de extrema izquierda, defensor de la independencia de Cataluña y de los territorios denominados "Países Catalanes" y adscrita ideológicamente a la Esquerra Independentista. Wikipedia
Fundación: 14 de diciembre de 1986
Bueno ahora ya, es que estaba entretenido sacudiendo un poco a los especuladores
Ese termino, extrema izquierda, me confunde un poco por eso aprovecho la ocasión
En líneas generales con lo que dices estamos todos de acuerdo, a los ricos caña y el que no este de acuerdo que se vaya, aunque la experiencia me dice que los que se llevan la caña no son los ricos, esos están organizados, si no la plebe esa es el verdadero paganini
La sanidad publica todos de acuerdo
La corrupción todos de acuerdo
Lo que no entiendo es ese matiz de extremo, es a lo que yo voy
Si quieres un consejo de amigo, no des de comer a los Trolls o Gremlins que como las hienas solo se atreven en grupo, despues de la media noche, se alimentan solos.
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Día Sexto & Valtonyc - El fascismo se cura muriendo
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea tendrá que pronunciarse sobre la condena a Valtonyc.
El cuestionamiento sobre la falta de garantías en España se internacionaliza así definitivamente
El auto llega tras la decisión del tribunal de primera instancia, que rechazó en septiembre la orden europea de detención y entrega (OEDE) cursada por España
Valtònyc se encuentra en Bélgica desde junio, tras ser condenado por la Audiencia Nacional a tres años y medio de cárcel por delitos de amenazas, enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona, una sentencia posteriormente confirmada por la Sala Segunda del Tribunal Supremo
https://www.eldiario.es/politica/Valtonyc-Tribunal-Justicia-Union-Europea_0_832916786.html
Un saludo
El Congreso da el primer paso para despenalizar las ofensas a la religión y las injurias al rey pese al rechazo de PP y Cs
https://www.eldiario.es/politica/Congreso-Codigo-Penal-PP-Ciudadanos_0_828017942.html
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El colegio del Opus Dei Gaztelueta lanza antes del juicio una web en defensa del profesor acusado de abusos a un alumno
https://www.eldiario.es/sociedad/colegio-Opus-Dei-profesor-Gaztelueta_0_818918984.html
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WILLY TOLEDO: "Seguiré cagándome en Dios"
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Ska-P - Crimen Sollicitationis
Por si alguno esta mirando el diccionario en Google, "lerdo pedante" deriva de su madre, que todos sabemos a que se dedicaba.
Un saludo
...ay mareta.... te lo vuelvo a comentar por si acaso, ese termino, extrema izquierda, es el termino/calificativo que otorgan las tv/diarios/radios a los miembros/as de les CUP.
este articulo de un miembro de la CUP marca claramente sus objetivos
El camino de la desobediencia | Joan Coma
07/02/2018
Artículo publicado en 'La Jornada'
Es el momento de explicar y reivindicar los efectos positivos de aquel septiembre y primeros de octubre desobedientes. Es el momento, también, de asumir que el conflicto político entre este pedazo de país y el estado español no se resolverá desde una lógica obediente. Y no será mañana. Ni sin más sufrimiento. El camino de la desobediencia institucional y civil-popular es un camino largo, pero ganador.
Hace unas semanas, un compañero me escribía: «Hoy, por primera vez en días, estoy contento». Un compañero que, por cierto, está sufriendo, muy directamente, los efectos de la represión estatal. Esta alegría se palpaba, también, entre activistas de los Comités de Defensa de la República, amigos y familiares. Aquellos días también recibí mensajes de alegría por parte de personas de la ANC y OC. Hacía poco que se había sabido que Alemania no extraditar al presidente Puigdemont por rebelión, y Suiza había hecho evidente que no entraría en un insultante intercambio de cromos Falciani-Rovira / Gabriel. Esta alegría se repitió cuando la fiscalía belga decidió no extraditar Comín, Serret y Puig y, así, no ceder a las pretensiones de España.
Todas estas pequeñas grandes victorias internacionales son fruto de la acción desobediente. Claro que no se puede decir trigo hasta que sea el saco y bien atado, pero incluso en el caso de que finalmente la justicia alemana, suiza, belga y escocesa se alinearan con la represión del estado español, el 1 de octubre y el exilio ya han hecho más para la internacionalización del proceso de autodeterminación catalán que cualquier conselleria hubiera podido hacer en treinta años. Con estas acciones, el carácter profundamente antidemocrático del estado español -versión régimen del 78- va quedando, lentamente, al descubierto. El sufrimiento de los últimos meses toma un sentido colectivo y eminentemente positivo. La desobediencia permite visualizar lo que, en un contexto de obediencia y consentimiento, los aparatos del Estado tienen capacidad para mantener prácticamente invisible:
Esta situación sintetiza, prácticamente a la perfección, la lógica de la desobediencia activa y no violenta. Por un lado, se hace evidente que desobedecer tiene unos costes elevadísimos, como los que están asumiendo el compañero al que me refería al empezar y tantas otras personas, empezando por presas y exiliadas. La represión de un estado desobedecido conlleva, como estamos viendo, situaciones de amenaza, exilio y cárcel. Sin embargo, también se hace evidente que si se resiste y se persiste en la vía iniciada el 1 de octubre pasado, este hecho se da la vuelta y los costes que debe asumir el Estado para mantener la represión se hacen cada día más elevados y, por tanto, más difíciles de asumir, tanto a escala doméstica como internacional. En cambio, como se ha visto en los últimos años, la vía de «la ley a la ley» sale totalmente gratuita para el Estado y, por tanto, imposibilita -en el fondo- la generación de un escenario donde se vea obligado a aceptar y respetar el derecho a la autodeterminación. Renunciar a la unilateralidad es, así, renunciar a cualquier referéndum.
Es lógico y del todo comprensible que la brutal represión que estamos sufriendo genere no sólo miedo, sino también dudas razonables. Hace unas semanas, por ejemplo, fuera de la Audiencia Nacional, esperando la compañera Tamara Carrasco, no podía dejar de pensar en el sufrimiento que ella y sus padres estaban pasando. En estos momentos te preguntas hasta qué punto vale la pena, todo ello; pero la misma pregunta te hace responder que lo que hacemos no sólo es necesario, sino del todo imprescindible. Aprovechándose de estos costes, y del sufrimiento de tanta gente, en los últimos meses, analistas y tertulianos oportunistas de prácticamente todos los colores han proclamado, repetido, e incluso celebrado «el fracaso de la vía desobediente». También han hecho este tipo de proclamas históricos mentores de la tesis de «la ley a la ley», como Artur Mas. Processistes y contrarios a la independencia han puesto de acuerdo para enterrar la vía desobediente, porque lo que pretenden enterrar es, en realidad, la posibilidad de autodeterminación. No estoy diciendo processita ni contrario a la independencia todos que duda del camino desobediente o plantea vías teóricamente alternativas. Pero es evidente que los contrarios a la independencia coinciden en celebrar la aparente fracaso de la vía desobediente porque son conscientes de que la victoria de esta vía sería la derrota del statu quo.
Entre las alternativas planteadas en el camino desobediente, destaca la de que hay que afrontar la situación con realismo, y abandonar (para cuando seamos más) la desobediencia, facilitar una investidura para así echar al 155 -y olvidarse, siempre, del 135-, recuperar las instituciones, liberar presos, posibilitar el retorno de las exiliadas y hacer crecer, así, la mayoría independentista. Con la investidura (con la nariz tapada) de Torra la misma tesis ha extendido inmediatamente a la designación de consejeras al gusto del Estado. Y así será con todas y cada una de las políticas que se quieran llevar a cabo mientras se mantenga la apuesta por la obediencia: será necesario el permiso del Estado.
Realismo y honestidad
Es por eso que a mí, sin embargo, se me hace difícil elaborar un análisis menos realista. El referéndum del 1 de octubre significa, en términos de poder y estado, un punto de no retorno. Para bien o para mal, nada nunca volverá a ser como antes. No recuperaremos las instituciones para que, de hecho, aún no han sido nunca nuestros. Ni seremos más bajando la cabeza para que, de hecho, nunca hemos sido tantos ni tan diversos como fuimos el 1-O y el 3-O. Iniciada la vía desobediente, la disyuntiva actual es entre sí persistimos en la búsqueda y construcción de un futuro más justo para todos o si, desembridada la fiera del 78, bajamos la cabeza aceptando un futuro con menos derechos y libertades que las que aparentemente habíamos tenido hasta ahora.
Realismo (y honestidad) es admitir claramente y públicamente que en el contexto del estado español ejercer la autodeterminación implica, necesariamente, un proceso de revuelta popular. Una especie de empoderamiento popular revolucionario totalmente alejado del relato del independentismo indoloro de los últimos años. Porque si bien es evidente que la simplificación de la realidad -propia del independentismo mágico- ha permitido al movimiento independentista crecer muy rápidamente y generar mucha ilusión, también es cierto que la misma lógica no le ha permitido, ni le permitirá nunca , ejercer la autodeterminación. Como autocrítica, hay que apuntar que no lo hemos denunciado suficientemente ni seguramente bastante bien. El problema no es tanto haber quedado diluidos en el movimiento independentista, sino altamente disciplinados por las tesis hegemónicas -y interesadas- de este movimiento. Los actores con más poder de este proceso siempre han intentado imponer una verdad, sobre todo negando vías alternativas a la que les permitiera dominar la situación. Estos años hemos visto como se impedía, entre otras cosas, un debate sincero entre lo que significaba la teoría de la obediencia y la apuesta por la desobediencia. Este es, seguramente, uno de los errores más grandes que ha cometido el movimiento independentista en estos años.
En este mismo sentido, y también como autocrítica de la que aprender, no podemos pasar por alto que esta simplificación de la realidad ha permitido, asimismo, que parte de las élites nacionalistas catalanas hayan podido aprovechado el momento para intentar blanquear su pasado corrupto (por ser generosos), por un lado, y los recortes más antisociales de la historia, por la otra. Así, si el independentismo al poder institucional no hubiera hecho recortes, privatizaciones y no hubiera promovido o encubierto la corrupción, probablemente habríamos sido bastantes más de 2 millones de votantes tanto el 1-O como el 21-D. Ya sea por incapacidad, por falta de voluntad o directamente por una posible determinación contraria a sumar las principales fuerzas sociopolíticas del cambio de la sociedad catalana (movimientos populares por la autodeterminación, movimientos por los derechos sociales y laborales de la clase trabajadora y movimientos para una democracia real como el 15-M, por ejemplo), las políticas llevadas a cabo en los últimos años han imposibilitado la formación de unos consensos sociales mucho más amplios que los actuales, imprescindibles para superar la represión del estado español. Es necesario que el proyecto de autodeterminación lo sea también en su sentido socioeconómico y democrático más profundo, o este seguirá siendo visto como un proyecto contrario a los intereses de una parte significativa e imprescindible de la clase trabajadora y las clases populares. Hoy queda claro que tanto la lógica de la obediencia como la lógica de los recortes no sólo restan fuerza social al movimiento autodeterminista, sino que facilitan la consolidación de aquellas que hacen de la bandera algo para taparse vergüenzas e intereses.
Precisamente los hechos de septiembre y primeros de octubre son los que nos indican el camino a seguir. Es de donde tenemos que aprender de aciertos y errores, si lo que queremos es ejercer y hacer efectiva la autodeterminación. No estoy reivindicando, ni tampoco cuestionando, el carácter referendario del 1-O. Pienso que este no es el elemento central, ni tampoco más aglutinador, de aquellas fechas y hechos. De hecho, seguramente deberíamos empezar a preguntarse hasta qué punto el 1-O invalida la reivindicación y necesidad de un referéndum de autodeterminación reconocido por la comunidad internacional o la hace aún más robusta y legítima. Más allá de los resultados y de la altísima participación en un contexto altamente represivo, lo que realmente hay que destacar y fijarnos de aquellas fechas es la combinación que se dio entre desobediencia institucional y desobediencia civil-popular. El problema principal de entonces, y que no podemos repetir, no es que no estuviéramos preparadas para hacer frente al embate del Estado (que probablemente no lo estábamos, pero no por falta de estructuras de estado), ni que no fuéramos suficientes (aunque no hay mayoría mayor que la independentista, siempre hay que ser más); el problema entonces fue que gran parte de los actores de la esfera institucional (de la dirección institucional del independentismo, podríamos decir) se vieron obligados a desobedecer por el bloqueo del Estado, por un lado, y por la presión popular, por la otra, y lo tuvieron que hacer no sólo a regañadientes, sino sobre todo contra su estabilidad material e institucional. De ahí vino el retorno al dilacionisme aquel derrochado 10 de octubre. De ahí la necesidad imperiosa de focalizar nuestros esfuerzos a generar las condiciones necesarias para provocar un cambio de liderazgo en el proceso, y hacer que pase de las fuerzas políticas institucionalizadas a la izquierda municipalista, rupturista y desobediente, ya que sólo así seremos capaces de hacer lo necesario asalto al poder. Las mismas élites que habían contribuido a hacer crecer el independentismo a través de la teoría de la ley a la ley, propia del independentismo mágico, se vieron casi superadas por la nueva realidad material que el movimiento popular llevaba a los corazones. Y contribuyeron decisivamente a frenarlo, manteniendo el relato nacionalista del todo es culpa de España. rupturista y desobediente, ya que sólo así seremos capaces de hacer lo necesario asalto al poder. Las mismas élites que habían contribuido a hacer crecer el independentismo a través de la teoría de la ley a la ley, propia del independentismo mágico, se vieron casi superadas por la nueva realidad material que el movimiento popular llevaba a los corazones. Y contribuyeron decisivamente a frenarlo, manteniendo el relato nacionalista del todo es culpa de España. rupturista y desobediente, ya que sólo así seremos capaces de hacer lo necesario asalto al poder. Las mismas élites que habían contribuido a hacer crecer el independentismo a través de la teoría de la ley a la ley, propia del independentismo mágico, se vieron casi superadas por la nueva realidad material que el movimiento popular llevaba a los corazones. Y contribuyeron decisivamente a frenarlo, manteniendo el relato nacionalista del todo es culpa de España.
Se ha dicho mucho que septiembre y octubre asustaron «Madrid-España». Pero esta es sólo una parte de la realidad, parte que corresponde a un análisis y perspectiva nacionalista de los hechos. Si los intentamos observar desde una perspectiva materialista del poder, veremos que lo que hicieron estos eventos fue, sobre todo, ahuyentar las élites, fueran catalanas (independentistas o regionalistas), españolas, o europeas, ante lo que podía haber sido el inicio de una revuelta popular democrática y democratizadora. Los posibles muertes de los que han hablado diferentes dirigentes independentistas correspondían, en el fondo, más a un miedo real de perder el control -y dominio- del relato y la situación que a una amenaza realista y creíble del Estado (y no digo que no existiera). Es una lástima que el conjunto de la izquierda popular del país no compartiéramos,
La hora de la autodeterminación
No obstante, ya hemos hecho lo más difícil. El referéndum desobediente fue, efectivamente, la clave que empezaba a abrir todas las cerraduras del 78. Iniciamos el largo, pero ganador, camino de la desobediencia institucional y civil-popular activa y no violenta. Ahora hay que continuarlo.
A pesar de todas aquellas que quieren, por intereses diversos, deslegitimar esta vía, los últimos años en general y los últimos meses en concreto muestran y demuestran que sólo así haremos mover la comunidad internacional y el Estado. Porque el objetivo de la desobediencia no es nunca imponer nada a nadie -sería un oxímoron tanto inaceptable como insostenible- sino construir un marco en el que se puedan ejercer los derechos reivindicados. Para que la desobediencia no pretende acabar con el sistema legal, sino transformarlo para hacerlo más respetuoso con la realidad social y política de un momento histórico concreto. Transformarlo, no para beneficiar única y exclusivamente aquellas que reivindican el cambio y perjudicar el resto, sino para construir un marco cualitativamente y significativamente mejor para todas.
Es más, la vía desobediente no excluye el escenario de acuerdo, sino que lo posibilita y genera las condiciones necesarias para que tanto la comunidad internacional como España se vean obligados a reconocer el derecho a la autodeterminación. Y no será mañana. Ni sin más sufrimiento. Si hemos decidido y socialmente construido el objetivo de la autodeterminación como un derecho a ejercer, este debería ser el objetivo compartido por todas aquellas que creen que no puede haber mejor futuro que aquel decidido de forma colectiva.
Precisamente por eso muchos no nacionalistas somos independentistas: porque entendemos que en el contexto en que nos ha tocado vivir, ejercer la autodeterminación es clave para llevar a cabo una verdadera moción de censura hacia el régimen del 78 y acabar, así, con sus estructuras de poder y privilegios. Es la herramienta que en esta parte del Estado tenemos para posibilitar la construcción de soberanías que respondan y correspondan a la voluntad popular aquí, y del resto de pueblos.
Sería, a la vez, nuestra pequeña gran contribución para mostrar y demostrar al resto de pueblos del Estado, de Europa y el Mediterráneo que sí, que se puede. Que hay que abrir frentes populares y desobedientes todo para cambiarlo todo. Es el momento de reivindicar los efectos positivos de aquel septiembre y octubre desobedientes.
Es el momento, también, de asumir que el conflicto ni se resolverá con cuatro días ni se resolverá desde una lógica obediente. Se acabó el independentismo mágico; ahora es la hora de la autodeterminación.
Marisol confiesa haber sufrido abusos físicos y sexuales de niña.
En este, ella confiesa haber sufrido tanto abusos físicos como sexuales desde que era pequeña. Marisol explica que un empresario la contrató a ella y siete niños más que formaban un grupo de música para que hicieran una gira por todo el país. “Me llevaban a un chalet del Viso y allí había gente importante, gente del régimen, a verme desnuda, a mí y a otras niñas”, asegura Pepa Flores.
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MARISOL - CORAZON CONTENTO HD (Remasterizado)
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WILLY TOLEDO
El juez rechaza la petición del fiscal de considerar delito otros dos mensajes de Willy Toledo en Facebook
El juez solicita un informe a la Policía sobre la difusión y contenido de los comentarios del post de Facebook del 5 de julio de 2017 en el que el actor se cagaba en Dios, pero desestima la petición del informe para otros dos mensajes en los que Toledo también criticaba las procesiones de Semana Santa y el Dogma de la Inmaculada Concepción.
Un saludo
Dices que eres un "... buen caballero..."
No, venga, vamos a decir exactamente lo que eres. No eres nada más que un pobre jubileta, que debería dormir más, que no sabe qué hacer con su tiempo y entonces te dedicas a cantar boleros y a dar por saco en todos los foros que puedes.
continuan los ataques de los fascistas.....aguanta catáfora !!!
Te has olvidado de decir a lo más importante que me dedico; "a darte por el tafanario" que sé que te mola.
Gracias Solfam. estos no tienen ni repajolera idea del aguante que tengo. Cada vez que me atacan... de placer "me vengo". Orgasmo en castellano.