¿Cuándo te vas a promulgar en el análisis de alguna acción individual? Porque en libros ya sabemos cuál es tu preferencia, pero en acciones no sales de los fondos. ;o)
Prodigar, prodigar. Del latín prodigare... ;)
Pues he de confesarte, aunque no lo hago por primera vez, que no acabo de verme capacitado para tal cometido, más allá de una muy elemental -y normalmente- fallida intuición lynchiana, que dimana más del sentido común y de la observación como consumidor y usuario de ciertos bienes y servicios que de un presunto análisis cuantitativo, sobre el que tampoco oculto mi escepticismo acerca de las capacidades ajenas de llevarlo a cabo, al menos en la mayoría de los casos. Excuso decir ejemplos de analistas y gestores, expertos en excel, en tesis y en tablas que naufragan en el inapelable océano del mercado a la mínima que sopla el viento de proa.
Ese primario olfato de Homo economicus, que vive, observa, trabaja y consume en el mundo me puede ayudar a descartar, en cierta medida y no siempre -mis inversiones en Cobas así lo certifican-, malos negocios, trampas manifiestas y estafas palpables, pero no me capacita -ni a mí ni a casi nadie, exceptuando los muy buenos- a analizar empresas individuales, para lo que se necesita no sólo unos conocimientos contables de los que carezco, sino una audacia que sólo emerge del "creer que se sabe", peligroso embeleco que termina por aliarse con la arrogancia para hacer perder dinero a quien por conocimientos menos se lo merecería. En mi caso, saber que no sé hace que delegue esa tarea a gestores, aun con el indisimulado escepticismo de quien cree que batir a esa casi perfecta máquina de gestión de información como es el mercado es tarea casi imposible.
Como puedes ver, mi apuesta por la indexación no es sólo financiera y basada en la estadística y en el testeo histórico de la rentabilidad, sino ideológica, casi filosófica, en el sentido de que me resulta difícilmente concebible la posibilidad de que una parte ínfima del mercado, manejando una información infinitesimal que este le provee, logre obtener unas conclusiones cuantitativas y cualitativas muy diferentes y en las que quepa la posibilidad de un arbitraje. Puede decirse que la mía es una apuesta casi axiomática por la eficiencia del mercado.
Respeto muchísimo, por supuesto, a todos aquellos que lo intentan -intentáis- y os admiro las ocasiones que lo conseguís, pero tal hecho, que en el fondo casi todos intuimos azaroso, anecdótico y siempre circunstancial, palidece ante las múltiples ocasiones en las que las atiborradas excel y las prolijas due diligence son arrastradas por un mercado que decide bajar -o subir- por motivos ajenos por completo a la contabilidad. Cuando la macro habla, la FED suspira o toca contracción de múltiplos no hay analista o gestor -o si lo hubiera no sería yo, completo lego en la materia- que resista al mercado haciendo lo que el mercado tiene en ese momento que hacer. No lo digo, por cierto, sólo yo. También el abuelo Buffett: el 90% de los inversores deberían indexarse, incluidos, por supuesto, los gestores de dinero ajeno, a los cuales mejor les vendría no sólo no gestionar ese, sino tampoco el propio. Como en el chiste, hay personas que no deberían esmerarse en ser ellas mismas, sino sólo intentar no serlo.
En fin, a pesar de todo lo intento, no creas. Estudio, leo, aprendo, hago mis pinitos y delego, sobre todo, en otros que sé que saben más que yo aunque esté convencido de que saben menos de lo que fingen saber. Yo sólo sé, como decía el manido clásico, que nada sé, y quizá haya sido tal escéptico realismo el que me haya permitido llegar a mis cuarenta y algo años no sólo vivo financieramente, sino con una salud económica que mi boba y casi suicida presunción de los veintipocos hacía imposible presagiar.
No estropear tal suerte es motivo suficiente para que os lea desde esta calma y confortable orilla de la prudencia.
Abrazo, como siempre.