Me voy a Lisboa

No puedo estar más de acuerdo con todo lo que dices en tu post. ¡Qué gran verdad acabas de escribir! ¡¡Las pérdidas son para todos pero las ganancias siempre se las quedan ellos!!
Tampoco me gustan los regalitos absurdos que no te hacen ni puñetera falta y que muchas veces se quedan en el trastero esperando a que les llegue su hora. ¡Que nos den el dinero y con éste ya compraremos lo que nos haga falta, ilusión y deseemos realmente elegido a nuestro gusto!
Basta ya de tomaduras de pelo...
Ya me he quedado tranquilita, jajajajaaa

¡¡¡Qué bueno!!! Un reloj de arroz con lecheee, jajajaaa, es que me parto de la risa con vosotros. ¡Menos mal que me alegráis la vida porque hoy estoy de una mala leche que ni te cuento! Resulta que esta noche Rigo -que ya ha aprendido a tirar de picaporte- ha abierto la puerta del salón y se ha comido el cable telefónico arrancándolo de la pared. Ahora no puedo hacer llamadas aunque sin embargo puedo navegar...

Bueno, tengo que cocinar hoy pechugas a la Villaroy, así que me voy a la cocina, que hoy tengo faenita. A ver si Karlicones me puede arreglar la línea telefónica cuando vuelva a casa...

Un saludo

Mira qué tontería: En un restaurante se supone que hacen lo imposible por ser amables y para que vuelvas. Pues lo ideal sería que no pasaran factura. Quedarían estupendamente y volveríamos seguro. Efectivamente la factura es una vulgaridad. Y la del Adolfo fue dolorosa, pero se pagó con gusto, porque mereció la pena.
Hoy no comemos si sigo aquí...

¿Y qué va a hacer con lo cajeros?

Es que es lo más importante de estas reuniones, volver a ver a tus compañeros, recordar viejos tiempos, hablar de los nuevos... La comida es lo de menos.

Conozco a una señora que les da bocadillo de turrón a sus hijos para merendar todo el año y no es broma. Lo probé una vez, el de Jijona con pan, pero me gusta solo...

¡Éso! ¿Qué doctora? Me he debido perder algun capítulo pero no acierto a saber cuál...