Qué queréis que os diga, yo me lo estoy pasando en grande con el vuelco que se ha producido en la política española. Hace apenas un año desconecté del blog y, desde entonces, el panorama resulta extra-planetario. Hay que reconocer su parte del mérito a los chicos de Podemos (y, por qué no, a los que están detrás de ellos). Y es que no basta con tener una presencia impecable y dar con las soluciones adecuadas a los problemas. También hay que aprender a comunicar. Gobernar consiste en colocar mensajes. Instituciones como el Banco Central Europeo ni siquiera necesitan actuar, a la vista está que alcanzan objetivos a golpe de declaraciones creíbles para los mercados. Por el contrario, formaciones como el PP o el PSOE ya no cuentan con crédito y ahí andan, descubriendo sus últimas cartas en pleno año electoral.
Los que me seguís desde hace tiempo ya os imagináis que poco más tengo que decir sobre Podemos. Están ahí porque todo tiene un límite. Son a la política lo que la prima de riesgo para la economía: nos recuerdan que siempre hay un contrapeso donde menos te lo esperas. Y si el sistema no proporciona mecanismos de ajuste, tiene que ser alguien de fuera el que rompa la baraja.
Lo cierto es que a Podemos le ha salido un competidor por la derecha ¿por arriba? Ciudadanos no es una formación nueva en política ni proponen nada que no esté en la agenda del sentido común. Seguro que ya tienen algún trapillo sucio que esconder (el zumo de naranja mancha igual que la salsa de tomate y la tinta azul). De momento ya han demostrado dos cosas: que saben rodearse de personal competente y que dominan la comunicación política sin necesidad de prometer cosas raras ni alzar el tono de voz. No escondo que me está gustando la música, la letra y hasta los arreglos que propone esta gente.
Hasta aquí no he dicho nada que no hayáis oído al coro mediático. En esta entrada me gustaría aportar algún comentario sobre sus propuestas económicas en torno al mercado laboral. Desde mi punto de vista, representan lo mínimo que se le puede pedir a un gobierno que apuesta por el empleo. Hay que decir que estas medidas no beneficiarán a todo el mundo y que, desde luego, están muy lejos de la coherencia liberal y de la coherencia socialdemócrata. Y es que un gobierno no tiene por qué contentar a todo el mundo ni responder a unas etiquetas ideológicas puras. Sí deben trabajar por el bien general y decidir conforme a unos criterios claros y transparentes. Veamos.
El contrato único: un marco estable de relaciones laborales
Esta idea ya estaba en el programa de UPyD, junto con otras varias, y es justo reconocerlo. Sigo manteniendo buena opinión sobre el tema. Que hay que acabar con las relaciones laborales basadas en modelos impuestos por árbitros que pueden tener muy buena voluntad pero que no entienden cómo funcionan las empresas. Posiblemente no estemos preparados para el contrato libre que propone la Escuela Austríaca pero sí para consolidar un modelo estable que acabe con el fraude de ley, el método LIFO (Last Input, First Output = el último trabajador en plantilla es el primero que sale) y los calculitos de la asesoría manolo: ahora toca despedir, ahora toca meter a uno en prácticas, más tarde le cambias el tipo de contrato por si acaso…
La caverna mediática anda muy nerviosa con esta propuesta y dice que, en la práctica, el contrato único nos convierte a todos en temporales. Y que deja a los bares muy mal parados porque los camareros son eventuales. La casta política y social se ha puesto de acuerdo en que no interesa y por supuesto que no interesa: el Gobierno pierde una herramienta de control económico, las empresas que necesitan personal acojonado ven cómo su modelo de negocio hace aguas y los sindicatos tendrían que defender los derechos de los nuevos indefinidos.
El contrato único no va a solucionar todos los males del país pero sí contribuye a un mercado laboral más predecible. Para muchos trabajadores –sé de lo que hablo- el problema no es cobrar un mal sueldo. Lo peor es no saber si el mes que viene vas a cobrar algo y que tu permanencia en el puesto no depende de si trabajas bien o mal, sino de que el árbitro decida que toca cambiar el sistema de incentivos.
Bien por el contrato único. Con urgencia.
La mochila austríaca: cerrando el debate sobre las indemnizaciones
Pero el problema del mercado laboral no es, principalmente, un asunto de modelos e incentivos. Hay que hablar del coste de la contratación y, en particular, del despido. Las empresas normales –la mayoría- no despiden porque haya salido un modelo de contrato más bonito sino porque no hay más remedio. En la práctica, los empresarios recurren al despido como último recurso –y hasta la última reforma laboral, como único recurso, ya que no se podían tocar los salarios ni la jornada-. Es nuestro sistema de indemnizaciones el que divide en dos el mercado laboral: por encima y por debajo de 33 días de salario por año trabajado.
Ciudadanos no propone romper de raíz este sistema porque no puede enfrentarse con la mayoría de la población ocupada pero sí parece razonable ofrecer a los nuevos indefinidos una cuenta individualizada que el empresario iría llenando a cuentagotas, para poder cubrir esa futura indemnización sin arruinar su tesorería ante un despido objetivo inevitable. Si el trabajador se va al paro puede disponer del dinero o llevarse la cuenta, como una mochila, a su próxima empresa, hasta que se jubile. La medida no es interesante sólo por facilitar las cosas al empresario: los trabajadores quemados que soportan su vida laboral como una condena bíblica ya no tendrían que provocar su despido para cambiar de trabajo y ayudaría a la movilidad laboral y al desbloqueo de las plantillas.
Los del No-Se-Puede también se han pronunciado en contra de esta medida por no querer entenderla. No, una cuenta individualizada no implica una cotización adicional, simplemente es un reparto del coste laboral en el tiempo. Sí, el despido libre y gratuito saldría más barato (de hecho ya existe en alguno de esos modelitos contractuales que salieron de la última contrarreforma). Y no: si respetamos la propuesta original, el Estado no tiene que subvencionar nada ni cubrir ninguna diferencia, como pidieron algunos cuando la idea estuvo en la mesa del ministro Valeriano Gómez.
Bien, hay mucha tela que cortar en estas propuestas de Ciudadanos. Si el tema interesa llegarán segundas y terceras partes (y si no interesa también).
Saludos y feliz semana.