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Inversión: esa relación contigo mismo

Son preguntas comunes para cualquier inversor que se precie ante la avalancha de información que recibimos si deber vender o comprar, si estará en lo correcto o por el contrario habrá tomado el camino equivocado. Muchas voces interiores martilleando tu cabeza ante el constante ruido. No se preocupe, es la normalidad del mercado.

 

Invertir de manera inteligente consiste en controlar lo que se puede controlar. No es posible controlar si las acciones o los fondos que compra van a tener mejores resultados que el mercado hoy, la semana que viene, el mes que viene, o este año; a corto plazo, su rendimiento siempre será rehén del señor Mercado y de sus caprichos. Sin embargo, lo que sí puede controlar usted son:

Los costes de intermediación: si hace operaciones con poca frecuencia, de manera paciente y a un precio competitivo.

Los costes de cartera: evitar comprar fondos de inversión que tengas gastos excesivos en función de la rentabilidad que ofrecen.

Expectativas: si actúa con realismo, y no se deja llevar por las fantasías a la hora de hacer previsiones sobre los resultados que pueda conseguir.

Riesgo: si decide qué parte de su patrimonio total queda expuesto a los azares del mercado de valores, mediante la diversificación y mediante los ajustes de la cartera.

La factura tributaria: si conserva las acciones durante el período necesario para reducir al máximo sus obligaciones tributarias, atendiendo a la normativa fiscal que se encuentre vigente

Y por supuesto: su propio comportamiento.

Si presta atención a los programas financieros de televisión, o si lee a la mayoría de los columnistas especializados en el mercado, acabará pensando que la inversión es una especie de deporte, o de guerra, o de lucha para sobrevivir en un entorno hostil. Sin embargo, la inversión no consiste en ganar a otros siguiendo sus reglas del juego. Consiste en aprender a controlarse en el juego que decida usted jugar. El desafío para el inversor inteligente no consiste en encontrar las acciones que más vayan a subir o que menos vayan a bajar, sino en no permitir que se convierta usted en su peor enemigo, en impedir que acabe comprando a precios elevados simplemente porque el Sr. Mercado le grite; ¡A comprar!, y en no permitir que acabe vendiendo a precios bajos simplemente porque el Sr. Mercado diga en un momento determinado;¡A vender!.

Si su horizonte de inversión es a largo plazo, por lo menos 25 o 30 años, únicamente hay un método adecuado que pueda seguir: compre todos los meses, de manera automática, y en todas las demás ocasiones en las que pueda prescindir de algo de dinero. La mejor opción para este tipo de carteras vitalicias es un fondo que compre un índice completo de mercado. Venda únicamente cuando necesite el dinero, si necesita un apoyo psicológico, fotocopie y firme su Contrato de propietario de inversiones, una especie de relación mercantil contigo mismo que mantenga a raya tu disciplina.

Si quiere ser un inversor inteligente, también tiene que negarse a juzgar su éxito financiero en comparación con lo que está consiguiendo una cuadrilla de personas que son absolutamente desconocidas para usted. Usted no será ni un penique más pobre si otra persona que vive en Denver, en Dallas o en Durango consigue mejores resultados que el S&P 500 y usted no los consigue. No hay ningún epitafio que diga Ganó al mercado. No tenga la tentación de por ejemplo ver que el fondo de biotecnología de turno consiguió un +70% el año pasado y mover parte de nuestra cartera ahí, ya saben que rentabilidades pasadas no nos garantizan nada y menos en este tipo de sectores donde al calor de unas expectativas desproporcionas por el descubrimiento de un producto revolucionario puede hacernos perder hasta la camisa.

En una ocasión estuve hablando con unos familiares de un buen amigo que viven en Boston, surgió el tema de las inversiones y a pesar de ser españoles se notaba sobremanera la mentalidad americana en lo que respecta a la inversión. Les pregunté si habían conseguido mejores resultados que el mercado durante su vida como inversores, algunos me contestaron que sí, y otros que no; y la mayoría no estaban seguros. Uno de ellos me dijo: ¿Y qué más me da? Lo único que sé es que gracias a mis inversiones he conseguido ganar suficiente dinero para acabar viviendo en el centro de Boston, una de las ciudades más cara de Estados Unidos.

¿Cabe una respuesta mejor? Después de todo, el objetivo de la inversión no consiste en ganar más dinero que la media, sino en ganar suficiente dinero para satisfacer sus propias necesidades. La mejor forma de medir el éxito de su inversión no consiste en saber si está ganando al mercado, sino en saber si ha elaborado un plan financiero y una disciplina de conducta que tenga probabilidades de permitirle llegar adonde quiere llegar. En última instancia, lo que importa no es cruzar la meta antes que el resto, sino asegurarse de que uno llega a su meta.

No sé ustedes pero yo mantengo una lucha encolerizada con mi cerebro en lo que a las inversiones se refiere, y es que el dinero es un foco de atracción muy potente para nuestra mente .Es ahí reside toda tu fortaleza como inversor, saber manejar esos impulsos que te pueden hacer ganar o perder.

Entonces, ¿por qué les resulta tan cautivador el Sr. Mercado a los inversores? En la práctica, nuestro cerebro está programado para provocarnos problemas a la hora de invertir; los seres humanos somos animales que tratamos de identificar pautas de actuación. Los psicólogos han demostrado que si se presenta una serie aleatoria a un grupo de personas, y se les dice que es imprevisible, insistirán, no obstante, en tratar de adivinar qué va a salir a continuación. De la misma manera, sabemos que la siguiente tirada de dados será un 7, que un jugador que lanza una falta va a marcar el gol, que los siguientes números ganadores de la lotería euromillones van a ser, incuestionablemente, 7-13-23-33-39-1-10, y que las acciones de esta pequeña empresa se van a convertir en el siguiente Apple.

Unas recientes investigaciones revolucionarias de la ciencia neurológica indican que nuestros cerebros están diseñados para percibir tendencias incluso donde no las hay. Después de que un acontecimiento suceda dos o tres veces seguidas, ciertas zonas de nuestro cerebro, de manera automática, anticipan que va a suceder de nuevo. Si el acontecimiento se repite, un producto químico natural denominado dopamina se libera, inundando el cerebro con una leve euforia. De esta forma, si una acción sube unas cuantas veces, de manera refleja esperará usted que siga subiendo, y su química cerebral se modificará a medida que suba la acción, con lo que disfrutará usted de un subidón natural. En la práctica, se hará adicto a sus propias predicciones.

Sin embargo, cuando las acciones pierden valor, la pérdida financiera pone en marcha otra parte del cerebro, encargada de procesar el temor y la ansiedad, y que es responsable de la famosa respuesta de luchar o salir huyendo habitual en todos los animales acorralados. De la misma forma que no puede evitar que su corazón se acelere cuando salta una alarma de incendio, de la misma forma que no puede evitar atemorizarse si una serpiente de cascabel aparece en el sendero por el que da usted un paseo, no puede evitar sentir miedo cuando la cotización de las acciones se desploma.

De hecho, los brillantes psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky han demostrado que el temor a la pérdida financiera tiene una intensidad de más del doble que el placer que se consigue con una ganancia equivalente. Ganar 2.000 dólares con una inversión es estupendo, pero perder 2.000 dólares provoca un sufrimiento emocional del doble de intensidad. Perder dinero resulta tan doloroso, que muchas personas, aterrorizadas ante la perspectiva de una pérdida aún más grave, se desprenden de sus inversiones prácticamente cuando han tocado fondo, o se niegan a comprar más.

Lo hemos comentado en varias entradas y lo seguiremos haciendo ya que es de capital importancia: En la inversión la psicología es la clave del éxito, el problema es que tenemos que remar contra naturaPor ello no tenemos que tratar de predecir el mercado ni compararnos a ningún otro inversor. Sino que deberemos de centrarnos en los aspectos que podemos controlar, planificando y ejecutando nuestro plan de inversión.

Javier Flórez

@FlórezJav

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Las opiniones, consejos, ideas, etc que leas en este blog, son sólo opiniones. En concreto las opiniones personales de Javier y de Tomás, no las de ninguna entidad.

Ningún post de este blog tiene en cuenta tus circunstancias personales y nada en este blog puede ni debe considerarse como asesoramiento de ningún tipo.Tampoco deberías considerarlo como una oferta o invitación de compra o de venta de ningún instrumento financiero. Invertir en los mercados no es un juego. Cada día se gana y se pierde mucho dinero y son tantos los factores que pueden influir las valoraciones que es imposible predecir sus movimientos con seguridad.

Podríamos tener exposición ya sea personal o a través de alguno de los productos que gestionamos en las entidades para las que trabajamos, en alguno de los activos que comentamos en el blog.

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  1. #1
    30/05/16 13:17

    Hola Javiflo,

    Como bien has dicho, el peor enemigo que podemos tener somos nosotros mismos, ni el broker, ni las manos fuertes, etc...

    Me parece muy interesante lo que te dijo el familiar de tu amigo, no hay que obsesionarse con batir al mercado, lo importante al fin y al cabo es obtener rentabilidad.

    Un saludo!

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