La inversión en bolsa es una inversión con un riesgo elevado, eso lo sabemos todos, pero en muchos casos tiene menos riesgo que la inversión en otro tipo de productos vendidos por las entidades bancarias y que cuentan con el beneplácito de la masa. Entre estos productos se encuentran las acciones preferentes.
Las acciones preferentes son títulos híbridos entre la renta fija y la variable que tienen carácter perpetuo, muy complejo y son ilíquidas. Los bancos y cajas las venden con el atractivo para el cliente de pagarle un cupón por lo general trimestral. La remuneración en forma de cupón está condicionada a que la entidad no registre pérdidas o a que obtenga beneficios distribuibles suficientes, es decir, no estamos hablando de dividendos si no más bien de resultados positivos. También viene determinada por la solvencia de la entidad y que esta cumpla unos mínimos de recursos propios. Aunque tienen carácter perpetuo, en el caso de que se quieran vender, la entidad se compromete a encontrar un comprador, si no es así, no se puede vender. Se puede tardar mucho tiempo en hacer efectiva la venta ( carácter ilíquido ) y además se tiene que vender al precio que marca la entidad ya que no existe mercado secundario en el que poder ver las cotizaciones.
La semana pasada recibí en mi despacho la visita de un conocido de mi familia que estaba muy agobiado por las noticias que había escuchado en distintos medios de comunicación sobre la situación financiera de una caja de ahorros. Dicha caja había sido la entidad financiera de su confianza durante muchos años y el director de la oficina de su barrio, " amigo de toda confianza ". Este señor se encontraba muy preocupado por la crítica situación que estaba atravesando dicha entidad y es que hacía tres años había invertido una gran suma de dinero en un lote de productos que le había recomendado su " director amigo ". Entre otros productos, le habían vendido acciones preferentes. Según sus palabras, cuando realizó la contratación se fue muy satisfecho ya que su objetivo era obtener una renta anual que le permitiera costear los gastos de su día a día y todos estos productos le iban a reportar una jugosa cantidad de dinero sin tener que mover el capital. Se sentía orgulloso por las rentas que iba a obtener pero sobre todo, por que le habían ofrecido participaciones preferentes, que según le habían explicado sólo se las ofrecían a " clientes especiales ", como su nombre indicaba.
Me dijo que antes de invertir en estos productos, consultó a un amigo suyo ( inversor habitual en bolsa ) la conveniencia de meter ese capital en renta variable, pero de una forma segura y que le produjera rentas anuales aceptables. Este amigo suyo le aconsejó que comprara títulos de Endesa y Telefónica que eran valores seguros a largo plazo y que le daban unos dividendos anuales más que atractivos y muy por encima de la inflación. La inversión en bolsa le había producido siempre mucho miedo, aún así decidió hacerle caso y se dirigió a su caja de toda la vida a cursar las correspondientes órdenes de compra. Cuando tuvo delante al director, le expuso su intención de comprar títulos de Endesa y Telefónica y éste le dijo que le podía ofrecer otras opciones más seguras y rentables. Tres años después si este señor hubiera hecho caso a su amigo el inversor en bolsa, obtendría beneficios que junto con los dividendos cobrados supondrían una rentabilidad como mínimo de un 40%. Además podría vender los títulos y hacer efectivo el rendimiento en el momento que quisiera. La realidad es, que a día de hoy, está
a la espera de poder vender las participaciones preferentes con unas pérdidas importantes.
A toda esa gente que invierte en toda clase de productos financieros que le ofrecen los bancos/cajas y que son excépticos, incrédulos y miedosos con la inversión en renta variable, les hago la siguiente pregunta :
¿ Qué tiene más riesgo a largo plazo, la inversión en bolsa o la inversión en activos que os ofrecen las entidades bancarias ?