En términos gruesos, la productividad es la cantidad producida por hora de trabajo. Aunque el Banco de España ha notado ya una leve mejoría de este indicador económico en 2007, lo cierto es que, en comparación con otros países desarrollados, seguimos por debajo y esto es un lastre para el futuro de nuestra economía.
Como cualquier otro indicador económico, hay que tener en cuenta que su cálculo es complejo. Es fácil medir la productividad de un empleado en una fábrica de tornillos o en cualquier cadena de montaje, pero la cosa se complica con el trabajo de un administrativo, un comercial o una peluquera. En cualquier caso, podemos intuir que los peores datos de productividad se dan en el sector servicios, debido a su escaso aporte de valor añadido.
Las causas de la baja productividad en España son de dos tipos. Por lo que respecta al trabajador, la falta de cualificación y la escasa implantación de las nuevas tecnologías. Pero también podemos hablar de sectores de baja productividad, precisamente por su escasa aportación al crecimiento. Es el caso del sector servicios.
Inversiones en formación profesional, I+D y planes de implantación de nuevas tecnologías son medidas encaminadas a la mejora de la productividad. También se apuesta por adecuar las mejoras salariales al incremento de la misma.