En el B.O.E. del pasado 3 de noviembre se crea la Comisión Interministerial de Biomonitorización Humana. Leyendo el documento se llega a la conclusión de que el Gobierno ha fracasado en su obligación de impedir que cualquier sustancia dañina para los seres vivos llegue a formar parte de los productos de consumo o se utilice produciendo daños medioambientales. Para echar balones fuera y disimular su criminal incompetencia, crean el chiringuito que nos dirá a posteriori a cuantos conejillos de indias (contribuyentes) se ha cargado cada uno de los productos que nunca se deberían haber aprobado para su comercialización.
Aquí se puede leer el B.O.E.
Como en los últimos dos años la gente ha hecho cola para servir de cobaya del último experimento en fase experimental (valga la rebuznancia), y nadie se ha quejado de que toda la información fuera falsa y el número de bajas haya ascendido al nivel de crímenes contra la humanidad, los que detentan el poder han llegado a la conclusión de que la mejor manera y más barata de saber si algo beneficia o mata es probarlo con 5000 millones de cobayas bípedas (aclaro que los bípedos no son aves de corral), y luego biomonitorizar los efectos adversos y contar las bajas redondeando a la baja.
Esta forma de proceder tiene otra ventaja: si haces un estudio para saber si un producto es peligroso, y resulta que es peligroso para la salud, no puedes aprobarlo para su comercialización y, por tanto, el fabricante no te paga el soborno. En cambio, si lo apruebas sin leer la etiqueta, cobras el soborno seguro, aunque luego cuando hagas la biomonitorización resulte un fiasco.
Si encima compras 10 unidades del producto por cada ciudadano europeo, de un producto que la versión oficial decía que con dos dosis producía una inmunización cercana al 100%, y que por tanto sobraban 8 de cada 10 en el mismo momento que se hizo la compra. Si además te gastas 80.000 millones de euros en la compra, en base a unos contratos que ningún parlamentario ha podido leer porque están tachados. Y, como guinda del pastel, resulta que el marido y el hijo de la Von Der Layen, que es la parte contratante de la primera parte, son ejecutivos de la Farmafia vende-ponzoñas, queda claro que es la manera más segura de trincar que existe. Por eso todos los políticos y reyes sin excepción llevan en su solapa el pin de la agenda Vente y Trinca.
Curiosamente, durante el último experimento se han hecho dos clases de trampas completamente opuestas:
Los pillos ignorantes han hecho trampa para saltarse la cola y ponerse las banderillas antes de que les tocara el turno.
Y los corruptos bien informados, entre ellos el presidente de la farmacéutica PharmaMar, compraron pasaportes covid falsos, porque han aprendido de los grandes traficantes de drogas, que las drogas son para venderlas, no para consumirlas. Lo que a nivel popular se dice: carne en calceta para el que la meta.
Sigo leyendo el macabro Boletín Oficial y en la primera página me suelta lo siguiente:
Aquí se puede leer el B.O.E.
Como en los últimos dos años la gente ha hecho cola para servir de cobaya del último experimento en fase experimental (valga la rebuznancia), y nadie se ha quejado de que toda la información fuera falsa y el número de bajas haya ascendido al nivel de crímenes contra la humanidad, los que detentan el poder han llegado a la conclusión de que la mejor manera y más barata de saber si algo beneficia o mata es probarlo con 5000 millones de cobayas bípedas (aclaro que los bípedos no son aves de corral), y luego biomonitorizar los efectos adversos y contar las bajas redondeando a la baja.
Esta forma de proceder tiene otra ventaja: si haces un estudio para saber si un producto es peligroso, y resulta que es peligroso para la salud, no puedes aprobarlo para su comercialización y, por tanto, el fabricante no te paga el soborno. En cambio, si lo apruebas sin leer la etiqueta, cobras el soborno seguro, aunque luego cuando hagas la biomonitorización resulte un fiasco.
Si encima compras 10 unidades del producto por cada ciudadano europeo, de un producto que la versión oficial decía que con dos dosis producía una inmunización cercana al 100%, y que por tanto sobraban 8 de cada 10 en el mismo momento que se hizo la compra. Si además te gastas 80.000 millones de euros en la compra, en base a unos contratos que ningún parlamentario ha podido leer porque están tachados. Y, como guinda del pastel, resulta que el marido y el hijo de la Von Der Layen, que es la parte contratante de la primera parte, son ejecutivos de la Farmafia vende-ponzoñas, queda claro que es la manera más segura de trincar que existe. Por eso todos los políticos y reyes sin excepción llevan en su solapa el pin de la agenda Vente y Trinca.
Curiosamente, durante el último experimento se han hecho dos clases de trampas completamente opuestas:
Los pillos ignorantes han hecho trampa para saltarse la cola y ponerse las banderillas antes de que les tocara el turno.
Y los corruptos bien informados, entre ellos el presidente de la farmacéutica PharmaMar, compraron pasaportes covid falsos, porque han aprendido de los grandes traficantes de drogas, que las drogas son para venderlas, no para consumirlas. Lo que a nivel popular se dice: carne en calceta para el que la meta.
Sigo leyendo el macabro Boletín Oficial y en la primera página me suelta lo siguiente:
El número de sustancias y productos químicos comercializados a nivel mundial crece de forma continua. Actualmente se encuentran registradas en la Unión Europea más de 23.000 sustancias conforme al Reglamento REACH, según consta en el registro de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA, por sus siglas en inglés). Las ventas mundiales de sustancias químicas ascendieron a 3.471 billones de euros en 2020, mientras que en Europa lo hicieron a 499 billones de euros, lo que representa un 14,4 % de las ventas.
Es imposible que alguno de los 800 asesores del Gobierno, excelentemente pagados, por cierto, con dinero público que dicen que no es de nadie, no sepa que los billones al otro lado del charco tienen 9 ceros, pero los billones europeos tienen 12 ceros. Si descartamos que las cifras de billones del párrafo anterior no son producto de la ignorancia, tendremos que aceptar que ese error garrafal se ha cometido a cosa hecha para solidarizarse con el doctor en economía que preside el Consejo de Ministros, ya que dicho sujeto cometió el mismo error varias veces en su tesis doctoral, hecho inaceptable tratándose de un título de doctor en economía. Para más recochineo, aderezó esa monstruosidad con ejemplos que eran evidentemente imposibles, ya que se hubieran necesitado varios centenares de planetas para poder hacer realidad las cifras expuestas en su tesis.
Si el Gobierno utilizara la lógica y aplicara la ciencia, antes de empezar a biomonitorizar hubiera empezado por legislar todos los productos que producen disrruptores endocrinos (sustancias que suplantan a las hormonas dentro del organismo y provocan efectos devastadores e irreversibles), que están esterilizando a la población a un ritmo frenético, y cuyos efectos están sobradamente demostrados desde hace décadas. Si los peligros de productos conocidos no se corrigen ¿cuál es el motivo para crear un caro chiringuito que busque más productos lesivos para los seres vivos? Es una pregunta retórica.
Catálogo de timos: los disruptores endocrinos
Voy a terminar con un pronóstico: después de usar como cobayas a la población con la Biomonitorización Humana, para lo cual habrá que seguir invadiendo todos los orificios del rebaño como nos tienen acostumbrados, apuesto doble contra sencillo a que los productos que encuentren que han producido graves daños a la salud, se seguirán vendiendo sin ninguna limitación el resto de la vida. También apuesto a que ni este gobierno ni ninguno de los que le sucedan, tomará nunca ninguna medida que favorezca a la mayoría de los ciudadanos.