Por un lado tenemos las actividades que no pueden saltarse las leyes físicas, y por otro lado tenemos la religión que sí puede saltárselas. La aviación no puede saltarse la ley de la gravedad porque se caen los aviones y la gente se cabrea, pero la religión sí puede prometer la vida eterna comiendo tortitas con miel rodeado de ángeles, y miles de millones de creyentes ni siquiera lo ponen en duda.
Eso da pie a que los amos del mundo, que conocen mejor que nadie las miserias humanas y cómo hay que llevar al huerto a la plebe, pasen a tratar como una religión todos aquellos temas en los que hay que saltarse a la torera todas las leyes físicas que les incumben.
En ciencia hay que demostrar cualquier afirmación nueva y extraña para que sea aceptada. En religión no hay que demostrar nada, todo se basa en la creencia.
El doble pensar de Orwell sólo cabe en religión, no se puede implantar en la ciencia. El doble pensar es tener dos ideas contradictorias, y creer en las dos al mismo tiempo.
Como ejemplo del doble pensar, el Antiguo Testamento nos muestra un Dios cruel, sanguinario, déspota, vengativo e iracundo, que curiosamente todos los creyentes ponen como la máxima representación de bondad, amor y justicia.
La economía hasta hace 50 años funcionaba como una ciencia. Las deudas entre países se pagaban con oro, y el que no tenía para comprarse un Mercedes se compraba un 600 de tercera mano.
Por algún oscuro motivo que todavía no conozco (aunque estoy seguro que cuando lo conozca no me va a gustar), los amos decidieron saltarse las leyes físicas de la economía. Y para conseguir eso no tuvieron más remedio que tratar los asuntos económicos como si fueran temas religiosos. Entonces se instauró el doble pensar en la economía y todos empezaron a ver como algo normal que la deuda se solucione con más deuda, el déficit con más gasto, y que el paro se solucione importando más mano de obra.
En el Producto Interior Bruto se meten gastos que no producen nada, empresas que ingresan por subvenciones más de lo que producen, empresas con matriz extranjera, y las famosas y archiconocidas putas, drogas y rock and roll. Se trata de hinchar el PIB para que la deuda sobre PIB parezca que está en niveles razonables.
Por un lado se hincha el PIB y por otro se deshincha la deuda con muchos trucos contables permitidos por todos los niveles de la administración y desgobierno, incluidos los poderes de Bruselas, que no tienen nada que envidiar en corrupción a nuestra picaresca nacional.
Contando el PIB real y la deuda total real, a final de año es bastante razonable que la deuda sobre PIB haya sobrepasado el 200%. Antes, cuando la economía era ciencia, cuando la deuda pasaba el 90% del PIB ya era considerada como un peligro. Pero ahora la economía funciona con la reglas de la religión. Y al igual que un asesino en serie si se confiesa se le perdonan los pecados y puede ir al cielo, los poderes económicos proponen solucionar una deuda sobre PIB del 200% con el simple truco de aumentarla al 250% para que la recuperación tome impulso.
Los economistas de las altas instituciones han pasado a ser como el alto clero: imparten doctrina con el catecismo en la mano, sin tener que demostrar que lo que proponen haya funcionado alguna vez con una mínima eficacia.
Frédéric Bastiat describe esto en su ensayo “What Is Seen and What is Not Seen”:
In the economic sphere, an act, a habit, an institution, a law produces not only one effect, but a series of effects. Of these effects, the first alone is immediate; it appears simultaneously with its cause; it is seen. The other effects emerge only subsequently; they are not seen; we are fortunate if we foresee them …
There is only one difference between a bad economist and a good one: the bad economist confines himself to the visible effect; the good economist takes into account both the effect that can be seen and those effects that must be foreseen. Yet this difference is tremendous; for it is almost always the case that when the immediate consequence is favorable, the later consequences are disastrous, and vice versa. Hence it follows that the bad economist pursues a small present good that will be followed by a great evil, while the good economist pursues a great good to come, at the risk of a small present evil.
Hay mucha gente que piensa que los amos están provocando la crisis económica para obligar a instaurar un reset económico mundial e implantar el nuevo orden mundial. Mi opinión es diferente: los amos, para conseguir un objetivo final oscuro y desconocido, llevan décadas implantando una agenda mundial sobre unos pilares, que se supone allanarán la consecución del objetivo final. Los pilares que ya están mundialmente implantados son el calenta-miento global, la ideología de género, el LGGTBI...xyz, la destrucción de la salud de la especie humana, la invasión multicultural de Europa y la destrucción de la familia y las relaciones humanas.
Los pilares que todavía están en obras, pero que avanzan adecuadamente son: la eliminación del papel moneda o dinero al portador; la disminución de la población mundial; la eliminación de la propiedad privada y la abolición de los derechos humanos individuales fundamentales, en aras de aumentar los privilegios de algunos colectivos.
Resumiendo: los amos no quieren implantar un nuevo orden mundial, ya lo han hecho al 90%, a falta de unos ligeros retoques. Los amos no quieren provocar una crisis económica mundial, lo que ocurre es que al implementar los pilares citados antes, se sobrepasan los límites de las leyes económicas reales y se produce una implosión del modelo económico vigente, lo que les obliga contra su voluntad a practicar un reset total del modelo vigente e imponer un modelo religioso que no esté sujeto a los límites de la realidad.
Para que la implantación del nuevo modelo económico-religioso no incite a la gente a sacar las guillotinas a las calles y empezar a afilarlas, nada mejor que echarle la culpa del reset a un clásico: “el chivo expiatorio”, que igual sirve para un roto que para un descosido.
Antiguamente se le echaba la culpa de todas las desgracias al demonio, pero como hoy en día el demonio ha pasado de moda, han tenido que actualizar la figura satánica creando una nueva religión para ateos. Así ha nacido la nueva religión viromántica en la que meramente se ha sustituido el demonio por un malvado virus, sin modificar ninguna de las otras cualidades del ser maligno.
El virus siembra el pánico aunque nadie lo ha visto nunca, exactamente igual que hacía el demonio.
Nadie ha mostrado nunca una foto real del demonio, tampoco del virus.
No hay evidencia de que el demonio haya hecho daño a alguien, lo mismo que el congojavirus.
Para librar a la gente del demonio se practican exorcismos, para librarlos del virus se hacen tratamientos mucho más peligrosos que los exorcismos.
La religión católica considera que todos son pecadores por el mero hecho de nacer. La religión viromántica considera que todos son contagiadores aunque estén sanos. Para suavizar el absurdo doble pensar que supone eso, se usa el término “asintomático”.
Para luchar contra el demonio antes se usaban amuletos y agua bendita. Contra el demonio 2.0 ahora se usan mascarillas y gel hidroalcohólico. Curiosamente, los países herejes que nunca han obligado al uso de mascarillas, son los que menos problemas tienen.
Con el demonio 1.0 se atemorizaba a la gente desde el púlpito 15 minutos a la semana. Con el demonio 2.0 se siembra el pánico en la población 10 horas diarias desde un artilugio sagrado que todo el mundo tiene en un lugar preferente del salón.
La Santa Inquisición torturaba a las acusadas de brujería para encontrar a las que estaban poseídas por el demonio 1.0. Como el demonio no existía, a todas las que quemaban en la hoguera se deberían considerar falsos positivos. Como el demonio 2.0 tampoco existe (no hay evidencia científica del aislamiento ni cumple los postulados de Koch), todos los positivos que salen, a los que llaman “contagiados” para sembrar el terror sin ninguna base científica, también se deben considerar falsos positivos. Con mucha más razón si los test para detectar el demonio 2.0 dan positivo con las papayas, con las cabras, con aceite de motor del coche, con monjas de clausura, con sangre congelada del 2017 y con agua residuales de marzo del 2019.
Como demostración de que la religión viromántica está estrechamente relacionada con la religión económica vigente, resulta que los países con más “contagiados” coinciden con una asombrosa exactitud con los países más endeudados. Hecho que nos induce a pensar que el virus dispone de las cifras macro del planeta, junto con un buen GPS para seleccionar a las víctimas.
Las aclaraciones y los insultos los atenderé en los comentarios.