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Del relativismo moral

DEL RELATIVISMO MORAL

29-03-10

 

En nuestra columna de hoy, no seremos nosotros los que no las demos de moralistas o moraleros. Pues no.

Exceptuando el robo y el asesinato, seguramente acumulemos en nuestra biografía todos los pecados posibles. Es que pecar es muy divertido, la verdad.

De ahí nuestras naturales sonrisa, comprensión y tolerancia para con el caído, al que si podemos, intentamos levantar del suelo con una mano amiga y desinteresada.

Siempre pensamos: Me podría haber ocurrido a mí. Quién sabe, las vidas que da las vueltas, como diría Ramón Gómez de la Serna (esto nos lo acabamos de inventar como cita apócrifa. Licencias que se permite uno, carajo).

Eso se llama empatía, el supremo y tan femenino (menos cuando ellas se ponen de malas, normalmente por celos) sentimiento.

Dice el diccionario que el relativismo es la doctrina según la cual el conocimiento humano solo tiene por objeto relaciones, sin llegar nunca al de lo absoluto.

Y también, una segunda acepción: doctrina según la cual la realidad carece de sustrato permanente y consiste en la relación de los fenómenos.

Tampoco es que queramos hoy profundizar en el sentido filosófico del relativismo. Qué pereza. Tendríamos que levantarnos para consultar nuestra historia de la filosofía, ni más ni  menos de Hirschberger, nombre muy apropiado y alemán para escribir sobre filosofía, por cierto.

No hace mucho tiempo, la moralidad entendida en un sentido moderno y nada religioso residía en la verdadera e histórica izquierda, a lo Marcelino Camacho,  hace poco fallecido.

Camacho fue un hombre que vivió en consonancia con sus ideales, con lo que predicaba. No sólo hay que ser honrado (coherente), sino además hay que parecerlo.

Además de padecer durante años la brutalidad de las cárceles franquistas, Camacho impulsó y consolidó el movimiento sindical en España (al que tanto tenemos que agradecer los que alguna vez hemos tenido patrón, hemos trabajado por cuenta ajena), y no como los sindicatos de ahora, casi todos sus miembros liberados y tan sólo preocupados por dónde comer cada día el mejor jamón ibérico con la visa de oro del sindicato, es decir, con la visa sin límite del sufrido y corneado ciudadano/contribuyente español.

De la derecha nunca nos hemos fiado (excepto cuando económicamente nos interesa, no te jode. La caridad empieza por uno mismo, decía Jesucristo o alguien similar), porque suele ser ventajista, oportunista y acomodaticia.

Pero la derecha es como es: transparente en su egoísmo y avaricia. No engaña a nadie ni lo pretende.

Pero hay algo mucho peor que la derecha: la izquierdona, que toma robada la bandera de la izquierda a lo Marcelino Camacho, y usa su supuesta e histórica legitimidad histórica para gobernar como sea (11 M); para volver a ganar unas elecciones  en el 2008 (Por el pleno empleo y no hay crisis económica); o para salvar los trastos y la debacle con una repugnante y miserable negociación con los asesinos de tantos españoles justos y buenos, gente del pueblo llano (e.g. Caso Faisán).

A nuestros todavía 48 años (en agosto 49, manda narices. Que conste que todavía se nos pone bien dura, para alivio y esperanza de nuestras nada numerables admiradoras), hemos visto casi todo.

Y encima tenemos una natural tendencia al cinismo más atroz, acaso para protegernos de los embates furiosos de la vida.

Pero el Caso Faisán nos supera. Ni relativismos (ni utilitarismos) morales ni nada.

La sangre todavía caliente de tantos inocentes  hierve en su horror e indignación por una traición indecible.

Hoy no sonreímos. Hoy acusamos.

Que la gente de buena voluntad revise lo que dice y hasta piensa. No vaya a ser que acaben en los infiernos como algunos seguramente acabarán.

Nunca serán polvo enamorado, más polvo olvidado e ignorado. 

Ustedes mismos: decidan con su conciencia, si es que la tienen.

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  1. #20
    30/03/11 23:56

    Toca ir a mimir.Las autoridades sanitarias avisan de que no es necesario ni conveniente leer toda esa pesadez que un tal mane ha puesto en las entradas 12, 13, 14, 15 y 16.Y que para la salud va muy mal.
    Boas noites e unha aperta

  2. #19
    30/03/11 23:40

    Lo que sí todavía tengo claro es que si buscamos un relativista, ese es el señor Federico, alias "Dios ha muerto" El diría algo así como que la moral es la bajada de pantalones de los fuertes ante los débiles. Nada es bueno o malo en sí mismo, es el hombre quien valora, decide y construye sus propias escalas de valores.

  3. #18
    30/03/11 23:27

    Casi mejor os pongo el enlace, el que lo desee lo lee, y quedamos como amigos.

    http://www.mercaba.org/DicTM/TM_etica_sistemas_de.htm

  4. #17
    30/03/11 23:24

    Pues sí que somos complicados.
    He querido clarificar un poco los conceptos y me he metido en un berenjenal... Vamos a pensar que me duele la cabeza(Boswell, prometo que esta disculpa nunca se la digo a mi mujer), y por ese motivo no me entero de lo que he puesto.

  5. #16
    30/03/11 23:19

    Ética valorativa. La última y más moderna de las concepciones éticas examinadas en esta división cuatripartita implica una inversión radical de las afirmaciones de la ética formal: "el valor moral no se funda en la idea del deber, sino a la inversa: todo deber encuentra su fundamento en un valor. Sólo debe ser aquello que es valioso, y todo lo que es valioso debe ser. La noción de valor es, por ende, el concepto ético central" 4. La ética valorativa admite, sin embargo, dos dimensiones radicalmente opuestas. Para una de ellas, el valor tiene una existencia meramente inmanente a los sujetos que los formulan. Para otra, los valores no son sino "materias y estructuras que determinan una especial cualidad en las personas, relaciones y objetos en que se hallan" (Scheler). En este sentido, puede afirmarse que el objetivismo axiológico coincide con el pensamiento kantiano en cuanto al rechazo de las éticas fundadas en bases subjetivistas y empíricas.

    Los valores constituyen objetos ideales independientes de las estimaciones, apreciaciones y valoraciones de los individuos y de los grupos sociales. Aunque no conociéramos ni estimáramos un valor, éste sería igualmente valioso. Por esta causa, la filosofía de los valores objetivista separa cuidadosamente el tema del conocimiento de los valores, que es un problema eminentemente gnoseológico del tema del ser de los valores, en el que necesariamente nos movemos en un nivel ontológico. El hecho de que sepamos que los valores existen en virtud de nuestra conciencia estimativa no implica necesariamente que sean una simple creación humana. Los valores son susceptibles de ser conocidos, pero su ser no se agota en ser objeto de nuestras valoraciones.

    Frente a las afirmaciones de la ética empírica, la axiología afirma el carácter apriorístico del conocimiento ético. "El concepto de valor no se adquiere partiendo de la experiencia, sino al revés: ésta sólo puede ser juzgada desde puntos de vista valorativos. Los hechos nos muestran lo que realmente ocurre; nunca lo que debiera suceder" 5. En contra de la ética de bienes, la filosofía de los valores niega que la noción de valor pueda deducirse de la consideración del bien o de las cosas buenas. Existe en el hombre un criterio estimativo anterior a la discriminación de acciones buenas y acciones malas. Por otra parte, tampoco puede consistir el deber del hombre en la imitación de un modelo o la prosecución de un fin trascendente y último. Los actos sólo son susceptibles de calificación moral a la luz del ideal de perfección existente en el hombre. Con todo, el conocimiento de los valores reviste unas características especiales. En él, como subraya Hartmann, más que apoderarnos del objeto, somos "presa" de él. No estamos ane un proceso discursivo, reflexivo, racional, sino emocional, intuitivo.

    Por último, frente a la ética formal, la ética valorativa niega el formalismo rigorista del pensamiento kantiano, aunque admite el carácter apriorístico del conocimiento de los valores. M. Scheler dedicó a esta cuestión un puesto preferente en su obra Ética formal y ética material de los valores. En ella critica la equiparación que Kant establece entre los conceptos de formal y de a priori. El objetivo fundamental de Scheler y Hartmann es que existe la posibilidad de un conocimiento axiológico que sea, simultáneamente, material y apriorístico.

  6. #15
    30/03/11 23:18

    Ética formal. Una de las formas de acceder eficazmente a la consideración de la ética formal radica en verla como un intento de crítica y superación tanto de la ética empírica como de la ética de bienes. Ambas coinciden en determinar el valor de los actos humanos en orden a sus consecuencias y resultados. El valor moral radica o bien en los efectos de la actuación individual (ética empírica) o bien en la adecuación que la misma guarde con el fin último del hombre. En uno y otro caso no se tienen en cuenta ni el comportamiento en sí ni la intención de su agente.

    Para la ética formal, por el contrario, el criterio para discriminar moralmente un comportamiento no reside en nada exterior al sujeto que lo realiza (el último fin o las consecuencias de las acciones), sino en la pureza de la voluntad y en la rectitud de las intenciones. Sólo esto puede ser susceptible de aplicación de la denominación de "bueno". El concepto de "buena voluntad" ocupa así el centro y es criterio definitivo de la especulación moral. "La buena voluntad -nos dice Kant en las primeras páginas de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres- no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí misma. Considerada por sí misma, es, sin comparación, muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos realizar en provecho 0 gracia de alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones". ¿Qué voluntad puede ser designada como "buena"? La contestación de Kant es terminante: únicamente la que obra no sólo de acuerdo con el deber, sino también por deber. Si un comportamiento concuerda con una norma, nos encontramos ante la simple legalidad; no cabe, pues, en este caso, ninguna calificación moral. Nos hallamos aquí a un nivel extramoral. Para movernos dentro de un nivel moral habremos de examinar los móviles de conducta que nos inspiran. Y el criterio de bondad consistirá, según Kant, en determinar si la motivación de mi comportamiento es única y exclusivamente, sin interferencia de ninguna otra inclinación, el respeto al deber, la observancia del deber por el deber mismo. Si nuestra acción es movida por alguna de sus múltiples inclinaciones que asaltan al hombre, estaremos obedeciendo una norma que sólo puede presentar la forma de un imperativo hipotético, esto es, condicional.

    Para que nos encontremos ante una genuina norma moral, habremos de exigirle que se apoye exclusivamente en principios racionales a priori, ya que en el caso de que se fundamentase en nuestros deseos e inclinaciones, al ser éstos relativos, no podría aplicarse a todo ser racional ni podríamos pretender dotarla de validez universal. "Por tanto -sigue diciendo Kant-, no otra cosa, sino sólo la representación de la ley en sí misma -la cual, desde luego, no se encuentra más que en el ser racional en cuanto que ella y no el efecto esperado es el fundamento determinante de la voluntad-; puede constituir ese bien tan excelente que llamamos bien moral, el cual está presente ya en la persona misma que obra según esa ley; y que no es lícito esperar de ningún efecto de la acción". El principio que constituye, en términos de Husserl, "la norma fundamental del sistema kantiano", es el imperativo categórico, criterio último de moralidad: "Obra siempre de tal modo que la máxima de tu acción pueda ser elevada, por tu voluntad, a la categoría de universal observancia". Con este enunciado quedan expresadas las dos exigencias fundamentales a las que se ha de plegar una norma para ser genuinamente moral: la de autonomía y la de universalidad.

    Un acto sólo es moralmente valioso cuando representa el cumplimiento de una norma que el sujeto se ha dado a sí mismo. Si la conducta no obedece al mandato de la voluntad propia, sino que procede de la ajena, carece de valor desde el punto de vista ético. Lo mismo ocurre cuando no se inspira en consideraciones racionales, es decir, cuando deriva de una inclinación o de un deseo. La máxima de la acción no puede en este caso convertirse en un imperativo incondicionado, ya que al abandonar nuestra voluntad la idea de una legislación universalmente válida, para proponerse la consecución de un fin empírico, tiene que sujetarse así: "Si quiero alcanzar tal o cual finalidad, tendré que valerme de tales o cuales medios". La segunda exigencia contenida en la formulación del imperativo categórico es su posibilidad de aplicación universal. Todo ser racional ha de estar constreñido por él. Gracias a esta exigencia las leyes morales adquieren validez. El imperativo categórico no puede en modo alguno asentarse en algo subjetivo contingente, relativo y empírico. Sólo un fundamento racional puede otorgarle la base objetiva que requiere. El fundamento objetivo del deber moral únicamente puede hallarse en el concepto de la dignidad personal.

  7. #14
    30/03/11 23:17

    Ética empírica. La delimitación de lo que debe entenderse por "ética empírica" fue establecida por Kant, al contraponerla a la "ética formal". Según Kant, sería "empírica" toda filosofía basada en la experiencia. Por el contrario, el nombre de "filosofía pura" correspondería a aquella que se funda en los principios racionales a priori. Toda teoría ética -discurren los empiristas- ha de apoyarse en la observación de los hechos morales, tal y como se dan en la conducta real de los hombres. Para ello han de utilizarse métodos semejantes a los que usan los científicos en la determinación de las leyes de la naturaleza. La preocupación fundamental de la ética es de tipo descriptivo y no normativo. No se trata de averiguar cómo debieran comportarse los hombres, sino de constatar cómo actúan de hecho.

    "Esta postura encuéntrase condicionada por un prejuicio milenario. Desde el siglo v a.C. sostuvieron varios filósofos que los principios rectores de la actividad humana sólo son normas genuinas si tienen su raíz en la naturaleza. Toda regla que no refleja con fidelidad la forma en que el individuo acostumbra a comportarse es vista como una exigencia arbitraria. La idea del deber pierde así su sentido auténtico. El hombre debe ser como es; a esto se reduce, en última instancia, la posición que examinamos" 2. En esta dimensión, la oposición que establecieron los sofistas entre lo que existe por obra de la naturaleza y lo que es un mero producto de la voluntad humana sentó las bases de lo que en la época moderna sería el anarquismo ético. Podemos delimitar la concepción de la ética empírica si la contraponemos con las otras manifestaciones del pensamiento moral establecidas por García Máynez.

    Frente a la ética formalista, que niega a los datos de experiencia todo valor, los empiristas afirman que las normas éticas pueden ser descubiertas de un modo inductivo partiendo de la observación de los hechos. A su vez, la ética empírica se opone también a la filosofía de los valores en cuanto que ésta rechaza igualmente el empirismo. A un nivel puramente teórico, la ética empírica está abocada a un relativismo más o menos terminante. La apelación a la gran diversidad de teorías éticas y comportamentales, así como a la enorme cantidad de normas y códigos de moral; constituye siempre un argumento importante en manos del antiobjetivismo. Si las creencias y los comportamientos tenidos éticamente como válidos varían de un individuo a otro y de un grupo social a otro, cabe negar la posibilidad de hallar un criterio universal que garantice la objetividad, la intemporalidad de las leyes éticas. De este modo, han aparecido históricamente el subjetivismo ético individualista y el subjetivismo ético social (antropologismo o subjetivismo ético específico).

    "Este subjetivismo relativista conduce finalmente al escepticismo y al nihilismo. Sostener que lo que para un sujeto es bueno puede ser malo para otro equivale a afirmar que el bien nada es en sí y a reducir los valores morales al rango de simples convencionalismos arbitrariamente establecidos por el hombre. Quien pretenda ser congruente con tales premisas tendrá que renunciar a todo juicio estimativo y abstenerse de cualquier afirmación axiológica con pretensiones de objetividad" 3. El utilitarismorepresenta, según García Máynez, un intento de superación de las consecuencias relativistas y escépticas de la moral empírica. Ante la falta de criterios objetivos que posibiliten una discriminación del bien y el mal, habrá necesariamente que apelar al resultado de las acciones humanas. Serán éticamente buenas las que acarrean un mayor beneficio a la sociedad o al individuo.

  8. #13
    30/03/11 23:15

    Ética de bienes. La ética de bienes surge del intento de superar el relativismo anteriormente apuntado y el escepticismo en cuanto a la posibilidad de llegar a conocer científicamente la normativa moral. Su punto clave es, pues, la afirmación de la existencia real, objetiva del bien supremo, el cual, desde un punto de vista práctico, constituye el fin último de la existencia humana. El punto de partida es la afirmación de que "todo agente obra por un fin". El hombre concretamente se propone fines, escoge medios, los pone en práctica y consigue realizarlos. El bien propio de cada actividad está, pues, constituido por la persecución del fin que se propone alcanzar. El bien supremo humano será, así, la prosecución y logro del fin específico y característico del hombre.

    Definir el bien supremo es delimitar el fin último del obrar humano. Ahora bien, esta posición postula necesariamente la existencia de un orden jerárquico, axiológico, que da pie a que podamos ubicar cada fin concreto en el sitio que le corresponde. El criterio para el establecimiento de este orden jerárquico será el examen de los distintos fines que el hombre se propone obtener con su conducta, determinando en cada caso si constituye un fin en sí mismo o solamente un medio en aras de un fin ulterior. Del resultado de esta investigación analítica depende la afirmación y caracterización del bien supremo, fin en sí mismo, último, que ya no puede servir de punto de partida o de instrumento hacia otros logros futuros.

    La ética de bienes, que encontró su expresión más acabada en la Grecia clásica, no formuló, sin embargo, una teoría unitaria. El contenido de esa aspiración suprema del hombre fue interpretado de forma diversa: la felicidad, la virtud, el placer. Estas discrepancias, más o menos significativas, originaron distintas versiones de una misma doctrina. Con todo, en la perspectiva general que nos traza García Máynez, desde Sócrates hasta Kant, "la teoría de la conducta ha sido, casi sin excepciones, ética de bienes. Pero es en la filosofía griega donde esta forma alcanzó su expresión definitiva".

  9. #12
    30/03/11 23:08

    El término Moral, etimológicamente, proviene de la palabra latina mores, que significa costumbres.

    ETICA Del griego ethos: una costumbre fija.

    La ética de Platón, al igual que la socrática, identificaba el bien con el conocimiento, caracterizándose por un marcado intelectualismo. Por naturaleza el hombre tiende a buscar el bien, por lo que bastaría conocerlo para obrar correctamente; el problema es que el hombre desconoce el bien, y toma por bueno lo que le parece bueno y no lo que realmente es bueno. De ahí que Platón en la República, en la explicación del mito de la caverna, insista en que la Idea del Bien debe necesariamente conocerla quien quiera proceder sabiamente tanto en su vida privada como en su vida pública, una Idea de Bien que es única y la misma para todos los hombres. Para Aristóteles, sin embargo, en consonancia con su rechazo de la subsistencia de las formas, no es posible afirmar la existencia del "bien en sí", de un único tipo de bien: del mismo modo que el ser se dice de muchas maneras, habrá también muchos tipos de bienes.

  10. en respuesta a Boswell
    -
    Top 100
    #11
    30/03/11 15:11

    La mafia y la ley... ah, la ley, eso que la gente cree que trae justicia. Cualquiera que haya lidiado con la ley sabe que es un simple juego de palabras, y que las palabras justicia, moral y verdad no tienen contenido legal. La mafia está al margen de la ley, del juego de palabras, al margen de lo permitido, mas no de lo aceptado.

  11. #10
    30/03/11 10:26

    Relativismo moral, solo conozco dos corrientes no relativistas, los Tomistas y los Leninistas. Desde Sócrates a Schopenhauer, desde Tales a Ortega, desde Diógenes a Descartes, todos han sido relativistas, pero creo entender el sentido de la columna, como la fustración por no entender las posiciones personales ante situaciones distintas.
    A mí me pasa lo mismo, no entiendo como la prensa se arma como adalid de la moral ante las negociaciones con ETA, y en cambio calla mientras los mismos que nos han robado nuestros sueños y nuestro dinero, siguen queriendo robarnos las migajas que han dejado.
    Callan como putas por rastrojo, mientras "los mercados" roban desde paraisos fiscales, mientras los mismos banqueros que han hundido sus bancos y sus cajas siguen dirigiéndolos y desahuciando a los que antes engañaron.
    Si, hablemos de relativismo moral, mientras nos calzamos los mocasines cosidos a mano por niños indios, usamos el móvil gracias al coltán arrancado del Congo y bañado de sangre negra, con nuestra camisa de seda confeccionada por un chino sin derechos o nuestros calzoncillos de algodón egipcio recolectado por una mujer esclava............
    Sin relativismo moral, sin una gruesa capa de cinismo, la vida sería insufrible, pero queda muy "ético" eso de la moral en tiempo libre.
    saludos.

  12. en respuesta a Comstar
    -
    #9
    30/03/11 06:56

    Hola Comstar.

    Bien dicho.

    Es verdad que hay distintos tipos de moral. Así, Vargas Llosa describe en su última novela cómo en la Amazonía peruana, a principios del siglo XX, los niños con pequeños defectos físicos e incluso los gemelos, eran ahogados en los ríos nada más nacidos, porque las tribus aborígenes consideraban que era un signo de mala fortuna y desgracia.

    Pero también es cierto que hay un Derecho supra Natural, un código de convivencia milenaria, y que desde luego tiene mucho que ver con lo que dices del Bien y del Mal.

    El cinismo, el relativismo moral, pueden quedar bien como juego de salón, como puro ejercicio estético. Pero cuando trasciende las fronteras de la simple frivolidad y la broma, y contaminan la convivencia diaria y la política, estamos perdidos, es el entonces “Todo vale”.

    Te pongo un ejemplo, y con todos mis respetos a mis admirados italianos, tan hermanos y tan parecidos a los españoles en muchos aspectos.

    En Italia la corrupción es endémica. Los ciudadanos la aceptan y la toleran como un mal menor. Casi no hay obra pública (y hasta privada) donde no haya que pagar comisiones, y en casi todas, está presente la larga mano de la mafia.

    Así lo confirmó en una entrevista el arquitecto inglés Richard Rodgers, creo que el que hizo la T 4 de Madrid, y que nació en Florencia y donde todavía mantiene un estudio de arquitectura abierto, pero sin ninguna carga de trabajo, y simplemente porque Rodgers no quiere entrar en ese juego de comisiones ilegales.

    Relativismo moral? Pues claro, porque uno al final tiene que sobrevivir y adaptarse al medio.

    Y entonces lo extraordinario, la aceptación del delito y del Mal, se convierte en consuetudinario y generalmente aceptado.
    Espero que en España nunca lleguemos tan lejos, aunque hay inquietantes indicios de que llevamos el mismo camino. Al menos, y de momento, no tenemos mucha mafia.

    Saludos.

  13. en respuesta a Manealonso
    -
    #8
    30/03/11 06:36

    Gracias Mane por tus versos.

    Como en los buenos tiempos eh? Me alegro mucho de tu presencia más frecuente en este blog.

    Nos regalas poesías, que son intemporales y universales. Un soplo de aire fresco.

    No te preocupes, que todavía sonrío. Nunca hay que perder el humor.

    A veces me gustaría estar aislado, sin internet, sin radio ni TV, sin periódicos. Sólo libros, y un ordenador y cuadernos para escribir, a la manera de Montaigne, en su famoso torreón biblioteca.

    Por cierto, Jorge Edwards acaba de publicar un libro sobre él, “La muerte de Montaigne”. Por supuesto, me lo pienso leer.
    Ayer al intentar dormirme (maldito cambio de hora), pensaba en un tema para una de esas columnas costumbristas y tontorronas que a veces escribo. Y lo encontré: “La cama”. A ver si esta noche tengo tiempo y ganas de escribirla.

    Estoy saturado de política (y seguro que os saturo a vosotros), pero, ay, no me puedo sustraer a ella. Siento como la obligación moral de escribir sobre ella.

    A la manera de Pedro Salinas, a veces sueño con ese viaje de unos quince días a tu telúrica y céltica tierra.

    Un abrazo, querido amigo.

  14. Top 100
    #7
    30/03/11 02:26

    Los valores morales son lo que dictamina la frontera entre el bien y el mal.
    Sin esa frontera, las palabras y las ideas pueden justificar lo injustificable en un infinito relativismo absoluto.
    Relativismo moral es una moral sin fronteras, ergo, ausencia de moral, de criterio para establecer diferencia entre bien y mal.
    Acusar a otros de "moralistas" es referirse despectivamente a la moral, para justificar las propias inmoralidades.

  15. en respuesta a Manealonso
    -
    Top 100
    #6
    30/03/11 01:31

    Unas frases muy bonitas , creía que eran tuyas... Bueno son tuyas...
    La sonrisa es importantísima. Siempre intento hacer sonreír a los demás, otra cosa es que lo consiga.
    Me encanta sonreír, y cuando estoy con mis amigos de la penya nos partimos a risotadas.
    Cuando veo a alguien que no me sonríe, no me lo tomo a cosa personal, algo le pasa. Le pasa con todos.
    Lo descubrí en mis alumnos, los que se portaban mal conmigo, creía al principio de novato que era algo personal, pero no era así...Era con todos los profesores. Por eso se trata de hacer sonreír a los demás, estamos en esta vida para eso, para ayudarnos.

  16. en respuesta a Manealonso
    -
  17. #4
    30/03/11 00:29

    El poema de Quevedo lo conoces pero esta canción de Aute... Siento no encontrar un enlace con el sonido.

    Polvo enamorado

    No le temo a la vida ni a la muerte
    cuando siento en mi pecho palpitar tu corazón,
    no hay poder en el mundo que consiga
    doblegarme por la fuerza a su razón
    cuando eres tierra,
    cuando soy agua.

    No hay misterio que oculte su secreto
    cuando siento en tu cuerpo que el principio es el final,
    que la vida es el sueño que me acuna
    Por tu vientre más allá del bien y el mal
    cuando eres tierra,
    cuando soy agua.

    Y si al fin no somos mas que polvo,
    seamos polvo, seamos polvo nada más...
    mas polvo enamorado.

    No hay becerros de oro suficientes,
    ni perfumes de incienso ni coronas de laurel
    que consigan sembrarme ni la duda
    de alejarme un sólo instante de tu piel
    cuando eres tierra,
    cuando soy agua.

    No me importa instalarme en la locura,
    ese infierno divino donde Dios y Lucifer
    inventaron al ángel y al demonio
    que conviven en tu cuerpo de mujer
    cuando eres tierra,
    cuando soy agua.

  18. #3
    30/03/11 00:23

    Mo te amargues, Boswell.Sonríe... y sueña.
    Unha aperta.

  19. #2
    30/03/11 00:12

    No rechaces los sueños por ser sueños...

    No rechaces los sueños por ser sueños.
    Todos los sueños pueden
    ser realidad, si el sueño no se acaba.
    La realidad es un sueño. Si soñamos
    que la piedra es la piedra, eso es la piedra.
    Lo que corre en los ríos no es un agua,
    es un soñar, el agua, cristalino.
    La realidad disfraza
    su propio sueño, y dice:
    ”Yo soy el sol, los cielos, el amor.”
    Pero nunca se va, nunca se pasa,
    si fingimos creer que es más que un sueño.
    Y vivimos soñándola. Soñar
    es el modo que el alma
    tiene para que nunca se le escape
    lo que se escaparía si dejamos
    de soñar que es verdad lo que no existe.
    Sólo muere
    un amor que ha dejado de soñarse
    hecho materia y que se busca en tierra.

    Pedro salinas

  20. #1
    29/03/11 23:50

    Boas noites

    UNA SONRISA

    Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho.
    Enriquece a quienes la reciben, sin empobrecer a quienes la dan.
    No dura más que un instante, pero su recuerdo a veces es eterno.
    Nadie es demasiado rico para prescindir de ella.
    Nadie es demasiado pobre para no merecerla.
    Da felicidad en el hogar y apoyo en el trabajo.
    Es el símbolo de la amistad.
    Una sonrisa da reposo al cansado.
    Anima a los más deprimidos.
    No se puede comprar, ni prestar, ni robar, pues es una cosa que no tiene valor, hasta el momento en que se da.
    Y si alguna vez se tropieza con alguien que no sabe dar una sonrisa más, sea generoso, dele la suya.
    Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como el que no puede dársela a los demás.
    Gandhi.

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