El viernes pasado se emitió en la Cuatro el reportaje “Lehman Brothers, la crisis que pagamos todos“, en el que Josep Cuní entrevista a varias personas que perdieron todos sus ahorros en productos garantizados por el banco de inversión americano, así como a personalidades del mundo financiero.
Jordi Gual, presidente de CaixaBank, afirma cosas como las siguientes: “muchos ciudadanos no han entendido muy bien por qué les tocaba a ellos esa pérdida de situación relativa“ y que “a veces fue porque no tomaron decisiones bien informadas o no tenían información necesaria“. Sin embargo, el origen del problema fue precisamente que las entidades financieras no informaron acerca de los riesgos de los productos financieros que vendían.
Cuando Josep Cuní le replica que los clientes también tomaron esas decisiones porque confiaban en el delegado de la oficina bancaria, quien “tenía la obligación de colocar una serie de productos para que la máquina siguiera funcionando“, Jordi Gual insiste: “Yo creo que las personas a lo largo de todos esos años toman decisiones financieras más o menos informadas“ y seguidamente añade que “la naturaleza humana, en momentos de euforia, se deja llevar por comportamientos gregarios.“
Por su parte, Julio Segura, ex presidente de la CNMV entre 2008 y 2012, asegura que los ejecutivos de los bancos “emitieron y colocaron inadecuadamente títulos financieros a los particulares contraviniendo la legislación vigente“ y que acusar a los supervisores de los delitos de los bancos es como acusar a la policía de que existan crímenes. El que también fuera consejero del Banco de España entre 1990 y 2001 insiste en el término “colocar“, pues no hubo apenas información ni asesoramiento.
Segura afirma que “cuando se produce la comercialización masiva de preferentes a particulares, la CNMV empieza a abrir expedientes a todos, menos uno, de los emisores, y se encuentra que prácticamente todos han incumplido alguno de los requisitos legales“, en referencia en particular al test de conveniencia que una entidad financiera debe hacer al cliente para asegurarse de que el producto responde al perfil de riesgo del cliente.
Se da a entender, por tanto, que la CNMV solo actuó cuando la comercialización de preferentes había llegado a ser “masiva“.