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Nadie dijo que navegar por el mar de los Mercados Financieros fuese fácil: ni estando en calma se está libre de peligros. Este mar, no está libre de riesgos en ningún momento. Riesgos que, en su mayoría, son explícitos al ahorrador y al inversor doméstico. Los cantos de sirena y los tiburones siempre están ahí, aunque no se oigan ni se vean.

Desde comienzos del 2019 ya se auguraba un año complicado para los inversores anticipando los acontecimientos que se preveían en el horizonte. El año, sin finalizar, aún no ha dicho todo lo que tiene que decir: debe de recoger los resultados de varios acontecimientos venideros antes de su finalización. En mi anterior entrada para este blog, La Volatilidad Financiera asusta, pero no mata, hacía un pequeño repaso de las incertidumbres que acechan a la economía global y a las inversiones financieras: “las tensiones comerciales entre EE.UU. y China y su efecto sobre el crecimiento global; la inversión de la curva de tipos en EE.UU. tampoco puso las cosas fáciles; el Brexit está aún en baños menores y sin definir; el gobierno de Italia está con dificultades; el de nuestra casa sigue sin acuerdo; los Bancos Centrales han anunciado políticas monetarias más expansivas; el encarecimiento de la deuda soberana se está encareciendo para los inversores; el oro, que está actuando como refugio, lleva una más que honrosa subida en lo que va de año; y, además, las expectativas de beneficio para las empresas cotizadas está descendiendo”.

Ante una situación como la descrita no nos vamos a quedar impertérritos, hay que ser activos. Es cierto, estamos finalizando el periodo estival y los Mercados se vuelven volátiles en estas fechas entre otros motivos por la falta de actividad, lo que supone fuertes variaciones por el escaso volumen de negociación. Aun así, aunque nos tomemos unas vacaciones, que nos las merecemos, nuestros ahorros no, ellos deben de seguir trabajando para nosotros porque ese es su cometido. Y no lo tienen fácil, dicho sea de paso.

A los Mercados Financieros lo que menos les gusta es la incertidumbre, quieren estabilidad porque eso supone la falta de sorpresas que casi siempre son desagradables y se cotizan a la baja en nuestros bolsillos. Repasen un poco la historia y verán cómo los cambios que se han producido han perjudicado al minorista. Cierto, que al acostumbrarse, surge la mejora hasta el siguiente cambio. La economía es liberal. Y como liberal que es, donde hay un perdedor, a su lado, hay un ganador. Esto es inamovible.

Algo habrá que hacer. No es fácil. Comprar en mínimos y vender en máximos es la meta que todos queremos conseguir pero no todos llegamos y prueba de ello es que siempre quedan cadáveres, y muchos, por el camino. La inversión en los Mercados Financieros con el fin de rentabilizar nuestros ahorros está pensada para aquellos que aspiran a poder lograr unas plusvalías asumiendo altibajos en su inversión o incluso pérdidas. Cuando los Mercados están revueltos hay que mantener la calma porque al perderla se vende con el pánico y las minusvalías están aseguradas. Las Bolsas suelen sobrerreaccionar a los acontecimientos en los días de pánico y de euforia para posteriormente corregir los excesos en el futuro. No debemos de dejarnos llevar por la corriente en estos casos. Hay un dicho bursátil que dice que “en época de tormentas no es conveniente tender la colada” y es totalmente cierto, debemos aplicarlo en todo su rigor.

Los consejos, en estos casos, son los de siempre, está todo inventado. Refugiarse en la renta fija no es la solución a tenor de que los tipos de interés rondan el cero absoluto y en muchos casos están en negativo. Para obtener algo de rentabilidad, hay que exponerse mucho al Mercado de Renta Fija aceptando posiciones de largo plazo y emitidas por emisores poco solventes, lo que supone un aumento del riesgo innecesario. Los conservadores pueden, en cambio, refugiarse en valores más defensivos, con un alto porcentaje de reparto de dividendo, cuyo comportamiento sea por comparativa mejor que el resto.

La diversificación también es una buena estrategia para reducir el riesgo. En estos casos me atrevo a recomendar los Fondos de Inversión por cumplir con este cometido de una forma eficaz. Ya sé que no todos cumplen con su cometido, pero una buena formación junto a una adecuada información serán las causantes del éxito. Nadie compra un bien mueble o inmueble sin antes haberlo estudiado y meditado.

Siempre he mantenido que el éxito financiero se obtiene dejando correr las ganancias y cortando las pérdidas. Atendiendo a ello, se deben de establecer objetivos para ir deshaciendo las posiciones en los diferentes valores según vayan variando las circunstancias iniciales que incitaron a decidir la inversión.

No quiero finalizar sin recordar que incluso en los años históricos por sus alzas han tenido en algún momento su debilidad. ¿Eso es malo? No. Ha permitido que los inversores más rezagados hayan tenido también su oportunidad al entrar en la corrección.

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