Acceder

La fábula del mendigo: Encuentro Rankia (II)

Tras la presentación, a cargo de Juan Such, inicio la charla señalando la contradicción entre la visión “oficial” de la inversión a largo plazo y la visión real, bastante peyorativa, que hay entre la mayoría de los participantes en el mundo de los mercados financieros.

El desprecio al largo plazo no es sólo del pequeño inversor, en donde podría entenderse como una consecuencia de la falta de cultura financiera, sino también se da de manera generalizada entre los profesionales del sector, al margen de lo que digan sus discursos teóricos.

La mala imagen del largo plazo se debe a dos razones.

Una es la visión de la “inversión” (con comillas) como una especulación fallida, algo que nada tiene que ver con la inversión (sin comillas) presentada en la charla.

Otra, más de fondo, es la supuesta mediocridad de los rendimientos de la inversión a largo plazo. El refutar de manera razonada esta idea constituye todo el meollo de la charla, como iremos viendo. Pero con carácter previo al discurso racional y documentado, propongo una visión metafórica, la fábula del mendigo, que nos permite acceder de manera intuitiva a la idea transmitida.


La fábula del mendigo

La fábula es ingeniosa, pero ¿se corresponde la realidad de los mercados con la idea que transmite? Esto nos llevará a lo largo de la charla a explicar que sí se corresponde, a partir de dos conceptos. Uno, el “valor” de los activos y la comprensión de las razones que explican ese valor y su evolución. Dos, la “magia” del interés compuesto, tanto más mágico cuanto mayor es el plazo.

Investigando por Internet para preparar este post he encontrado una versión de la fábula muy conseguida, mejor que la que conté, ya que, como toda sabiduría oral, a partir de la idea argumental cada uno la tiende a contar a su manera.

Efectivamente, como sospecha el autor del post, el protagonista de la fábula es el mulá Nasrudin, el estrafalario personaje protagonista de las fábulas sufíes. Fábulas que encierran una inmensa sabiduría bajo una apariencia trivial. Por lo que Nasrudin es para mí un apreciado “asesor”, y más de una vez va a divertir y a la vez instruir en este blog.

Al glosar la charla, los blogs de Alberto Valiño y Alfonso Ballesteros, subrayan con mucho acierto el que la fábula reivindica la rentabilidad relativamente modesta pero mantenida a lo largo del tiempo, frente a la alta rentabilidad obtenida en un determinado momento pero no sostenible.

Pero hay otro elemento no menos importante que apunta muy bien Alberto, el del rechazo al mendigo por tonto, cuando es más listo que nadie.

Para triunfar en los mercados es vital el mantener la independencia de criterio, sin dejarse influir por las opiniones, las críticas o el menosprecio de nadie. No importa su trayectoria, su “profesionalidad” o su labia, no debemos dejarnos influir hasta el punto de romper nuestras reglas de actuación.

Al mismo tiempo, hay que mantener una mente muy abierta, no confundir la firmeza en la defensa de nuestro “marco intelectual” con la inflexibilidad y el dogmatismo.

El ideal de interrelación con los demás participantes en el mercado es ser totalmente cerrado en el plano emocional y totalmente abierto en el intelectual. Algo que no es innato y que se va adquiriendo con la experiencia, sobre todo con la mala experiencia. La mayoría de la gente es incapaz de conseguirlo, incluso contando con las lecciones de la experiencia, y este es uno de los factores determinantes de su fracaso. Creo que uno de mis “secretos” es haberme ido acercando con el paso del tiempo y la experiencia a este ideal, en todo caso inalcanzable al 100%.

En algún momento aludo a otras razones de índole psicológica, además de las expuestas, para explicar el rechazo del largo plazo. Es de las cosas que al final se “perdieron”. Con ello quería aludir a que la mente humana está configurada para preferir la satisfacción inmediata (la moneda más valiosa de la fábula) a la diferida (la suma de pequeñas monedas a lo largo del tiempo), aunque sea de menor valor.

La opción por la satisfacción diferida más valiosa no es algo espontáneo, requiere un esfuerzo, aunque la recompensa merezca la pena. Y el que sea así facilita que la recompensa sea más valiosa, al repartirse entre menos.


Audio de la charla

La primera parte de la charla en el Cuarto Encuentro Rankia con la explicación de la fábula del mendigo la puedes escuchar en "La fábula del mendigo (Enrique Gallego).MP3"




Artículos relacionados:
Encuentro Rankia I
¿Te ha gustado el artículo?

Publico mensualmente los datos sobre el seguimiento de mis planes de inversión con reflexiones adicionales de índole más general sobre los mercados. Si te interesa, puedes suscribirte para recibir notificaciones cuando se publique un nuevo contenido.

Accede a Rankia
¡Sé el primero en comentar!