Ciberseguridad en empresas: Importancia y estrategias para implementarla
Ciberseguridad en empresas: Importancia y estrategias para implementarla
La ciberseguridad empresarial no depende de una sola medida, sino de un enfoque integral. Modernizar sistemas, proteger la nube, automatizar detecciones, formar al personal y cumplir normativas son pasos clave. Implementa una cultura de seguridad transversal para evitar riesgos
La ciberseguridad se ha vuelto una necesidad indispensable para cualquier organización, grande o pequeña, que quiera realizar su actividad sin comprometer o poner en riesgo sus datos y los de sus clientes, socios y proveedores. Sin embargo, a menudo, cuando se habla de ciberseguridad en una empresa, se hace en términos abstractos, indefinidos, sin aterrizar el concepto para que se pueda entender o vincular con los problemas del día a día.
Lo cierto es que, lejos de ser un tema exclusivo del área de IT, la protección de la información afecta directamente a la continuidad del negocio, la confianza de los clientes, la reputación y hasta la viabilidad económica de una empresa. Va mucho más allá de proteger ordenadores y dispositivos.
Lo que realmente se salvaguarda es el conocimiento, los procesos y, sobre todo, a las personas (tanto las que dependen de ellos como las responsables de los mismos). Por ello, desde Rankia te recomendamos que si vas a montar un negocio te tomes muy en serio esta cuestión. Ciberseguridad empresarial
En los últimos años, España ha sido especialmente vulnerable a los ciberataques. Según el último informe del Observatorio de Ciberseguridad de PwC, un 68 % de las empresas españolas ha sufrido al menos un intento de ciberataque significativo, y un 44 % ha experimentado incidentes de ransomware. Este panorama exige una reflexión sostenida, profunda, estratégica y humana sobre la ciberseguridad en las empresas.
Por qué Ciberseguridad en la empresa: ¿Por qué es tan importante?
Hablar de ciberseguridad en una empresa no se reduce a una cuestión de evitar perjuicios, es hablar de supervivencia. Se estima que seis de cada diez pymes que sufren un ciberataque acaban cerrando, y no porque los daños sean irreparables técnicamente, sino porque el golpe económico, legal o reputacional acaba siendo demasiado duro.
Por este motivo, una empresa con buenas prácticas de seguridad no se limita a proteger sus propios datos, sino que, incluso más importante, pone los sistemas y protocolos de seguridad al servicio de las relaciones comerciales, de los contratos y del conocimiento interno que la hace única.
Cuando un sistema se ve comprometido, los daños pueden ser múltiples cualitativamente hablando, pero también de distinta dimensión, según el tipo de datos afectados y la inmediatez y efectividad de la respuesta que se dé al incidente.
Entre otros perjuicios, los ciberataques pueden conllevar pérdida de información confidencial, robo de propiedad intelectual, interrupción del servicio, demandas legales, pérdida de clientes y sanciones por incumplimiento normativo.
En tiempos donde las empresas operan cada vez más en la nube y en modelos híbridos, tener implantados procesos y sistemas de ciberseguridad adecuados y actualizados a la entidad de las amenazas actuales supone exponerse a riesgos muy perniciosos.
Principales riesgos de seguridad y vulnerabilidades de las empresas
Los riesgos más comunes a los que se enfrentan las empresas van mucho más allá del clásico virus en el que todos pensamos cuando hablamos de ciberamenazas. Uno de los peligros más extendidos es el ransomware, que accede a los datos de una empresa, los secuestra y exige un rescate económico. Este tipo de ataquesha crecido en más de un 40 % en España solo en el último año.
Otro riesgo que se está multiplicando es el phishing, una técnica basada en el engaño al usuario que, a través de correos o mensajes falsos, busca obtener acceso a credenciales sensibles. Se calcula que más del 90 % de los ataques informáticos tienen origen humano, lo que pone de relieve que no basta con tener tecnología: hace falta formación y vigilancia activa.
A esto se suman las vulnerabilidades de los sistemas conectados, como los dispositivos IoT mal configurados, brechas en servicios en la nube, ataques a la cadena de suministro o incluso el uso de software no actualizado. Se trata, como vemos, de un escenario complejo en el que las empresas deben estar preparadas para responder con agilidad y soluciones avanzadas.
¿Qué es y qué implica la ciberseguridad corporativa?
Por otro lado, la ciberseguridad corporativa es, ante todo, una estrategia global que debe contemplar las diversas áreas, ámbitos vulnerables y puntos flacos de la organización. Es decir, de nada sirve instalar un firewall o contratar un antivirus potente si no se cuenta con un modelo de gestión de la seguridad que abarque toda la empresa.
Esto implica diseñar, implantar y mantener un sistema completo de gestión del riesgo digital. Y a su vez, este sistema debe incluir las 4 patas que conforman la ciberseguridad: prevención, detección, respuesta y recuperación ante cualquier incidente.
Para lograrlo, la empresa debe asumir la seguridad no como un mero producto, fin o resultado, sino como un medio o proceso que está presente en el funcionamiento mismo de la empresa, y que está sujeto a mejoras y evolución constante.
De este modo, la ciberseguridad de una empresa es una suma de políticas, personas, tecnologías y cultura. La ciberseguridad corporativa también exige alinearse con regulaciones como el RGPD, la Directiva NIS2 o la Ley de Protección de Infraestructuras Críticas, cada vez más estrictas en Europa y en España.
Además, implica hacer partícipe a toda la organización: desde el consejo de administración hasta el último empleado, pasando por proveedores, partners y clientes. Todos tienen un rol que puede ser determinante en algún momento.
Cómo implantar la ciberseguridad en la empresa
El primer paso a la hora de implantar la ciberseguridad en una empresa es conocer las necesidades y problemas existentes. Analizar la infraestructura técnica es uno de los puntos en los que hay que reparar, pero no es el único, ni siquiera el más importante.
Para poder evaluar de verdad la ciberseguridad de una empresa hay que realizar una auditoría o diagnóstico que nos permita entender cuál es el estado actual de los sistemas, qué activos son más críticos y qué riesgos existen.
Después, es necesario diseñar un plan de acción adaptado a la realidad del negocio, que combine soluciones tecnológicas con formación, políticas internas y procesos de mejora continua. La implantación por fases, priorizando las áreas más vulnerables, suele ser la mejor opción.
Igualmente importante es definir protocolos claros de actuación ante incidentes, designar responsables y establecer indicadores que permitan medir el nivel de madurez en ciberseguridad.
El nivel de seguridad de una empresa no depende solo de cuánto invierte, sino de cómo lo hace. Uno de los factores más determinantes es el liderazgo. Las organizaciones en las que la alta dirección está comprometida con la seguridad tienden a estar mucho mejor preparadas ante incidentes.
También es crucial el factor humano: los empleados siguen siendo el eslabón más débil, pero también pueden ser el más fuerte si están formados y sensibilizados. La gestión de riesgos, el uso de tecnología adecuada, la existencia de protocolos de respuesta y la concienciación constante son otros elementos clave.
Según el informe de PwC sobre cultura de ciberseguridad, el 83 % de las empresas reconoce que necesita una mejor coordinación entre departamentos para afrontar los desafíos de seguridad, lo que revela que no es solo un problema técnico, sino también organizativo y estratégico.
10 estrategias para mejorar la ciberseguridad en la empresa
Implementar una estrategia de ciberseguridad eficaz no es algo que se logre de un día para otro, pero tampoco es tan inaccesible como a veces se piensa.
Si bien no existe una fórmula única e infalible que garantice una protección total frente a las amenazas digitales, sí se puede adoptar un conjunto de estrategias que, bien combinadas y adaptadas al tamaño y naturaleza de cada empresa, permiten minimizar riesgos y mejorar significativamente el nivel de seguridad informática. Estas son diez estrategias de ciberseguridad que cualquier empresa debería implantar:
1. Modernización y simplificación del ecosistema digital
Evitar sistemas obsoletos, herramientas redundantes o tecnologías mal integradas es el primer paso para reducir la superficie de ataque. Migrar a entornos cloud seguros, estandarizar software y eliminar lo innecesario mejora la protección y la visibilidad de los activos tecnológicos.
La modernización no significa necesariamente una gran inversión, sino tomar decisiones inteligentes.Una arquitectura tecnológica limpia y coherente es mucho más fácil de proteger.
2. Protección avanzada para la nube y dispositivos conectados
Es imprescindible, en esta línea, adoptar políticas de seguridad “zero trust” (confianza cero), segmentar los accesos, cifrar los datos en tránsito y en reposo, y contar con soluciones específicas para monitorizar y gestionar la seguridad en entornos cloud.
Lo mismo se puede aplicar a los dispositivos conectados: deben inventariarse, actualizarse regularmente y aislarse en redes específicas para evitar que se conviertan en puntos de entrada al sistema central.
3. Incorporación de inteligencia artificial y automatización en la detección
La velocidad con la que operan los ciberataques actuales supera muchas veces la capacidad de reacción humana. Por eso, integrar soluciones que funcionen con inteligencia artificial y machine learning permite identificar patrones anómalos y comportamientos sospechosos en tiempo real.
La IA puede detectar intrusiones invisibles para las herramientas tradicionales y automatizar respuestas inmediatas, como aislar un equipo infectado o bloquear una cuenta comprometida. Este tipo de defensas activas y automatizadas marcan una gran diferencia en la resiliencia de una organización ante ataques avanzados.
4. Pruebas de penetración y gestión de vulnerabilidades
Realizar auditorías de seguridad, análisis de vulnerabilidades y pruebas de penetración de forma periódica permite adelantarse a los atacantes. Estas pruebas, conocidas como pentesting, simulan ataques reales para identificar fallos en la configuración, puertas traseras o debilidades en el código de las aplicaciones.
Además, la gestión de vulnerabilidades debe ser un proceso continuo dentro de la ciberseguridad de una empresa. Descubrir los fallos es lo mínimo, pero luego hay que remediarlos rápidamente, priorizando según el nivel de criticidad. Muchas brechas de seguridad se producen por no aplicar parches conocidos a tiempo.
5. Formación continua y sensibilización del personal
Las estadísticas no mienten: más del 90 % de los incidentes de ciberseguridad se inician con un error humano, ya sea por abrir un archivo malicioso, caer en un correo de phishing o compartir contraseñas sin precaución. Por eso, la formación de los empleados no es solo ya recomendable, sino que debe tratarse como una línea de actuación esencial.
Pero la formación debe ser constante, práctica y adaptada al perfil de cada trabajador. No basta con una sesión anual: se necesitan simulacros de phishing, píldoras formativas breves, guías prácticas y campañas internas que mantengan vivo el interés y la atención sobre la seguridad digital.
6. Cumplimiento normativo y alineación con estándares de seguridad
Más allá de los beneficios operativos, cumplir con las normativas en materia de ciberseguridad es una obligación legal. En Europa, la Directiva NIS2, el RGPD y el futuro marco DORA imponen requisitos estrictos para empresas de sectores críticos y proveedores de servicios esenciales.
Implantar políticas de seguridad alineadas con normas reconocidas como ISO 27001 o el Esquema Nacional de Seguridad (ENS), además de garantizar el cumplimiento legal, refuerza la confianza de clientes, socios y empleados. Además, permite organizar mejor los procesos de seguridad y facilita la respuesta ante auditorías o incidentes.
7. Preparación para incidentes y planes de continuidad
Por muy robusta que sea una estrategia de ciberseguridad, siempre existe la posibilidad de sufrir un incidente. Por ello, es imprescindible contar con un plan de respuesta ante incidentes bien definido: qué hacer, quién actúa, cómo se comunica, y cómo se debe iniciar y gestionar la recuperación de los sistemas.
Este plan debe incluir no solo aspectos técnicos, sino también logísticos y comunicativos. Además, debe ensayarse con simulacros periódicos que permitan detectar fallos y mejorar su eficacia. Tener copias de seguridad automatizadas, aisladas y verificadas es otro componente crítico que puede marcar la diferencia entre una interrupción temporal o un desastre irreversible.
Como medida adicional, contratar un buen seguro de riesgos cibernéticos es otra acción fundamental que puede ayudar cuando se producen este tipo de incidentes y ataques cibernéticos.
8. Gestión de accesos e identidades (IAM)
El control granular de accesos es clave. Usa autenticación multifactor (MFA), privilegios mínimos, caducidad automática de permisos y monitorización constante de sesiones. Las fugas internas o accesos comprometidos son uno de los vectores más comunes de ataque.
9. Monitorización y respuesta gestionada (MDR / SOC)
Contar con un Centro de Operaciones de Seguridad (SOC) propio o externalizado permite supervisar 24/7 la actividad digital de la empresa. Estos servicios ofrecen detección, análisis y respuesta inmediata ante amenazas en tiempo real.
10. Integrar la ciberseguridad en la cultura empresarial
La ciberseguridad no debe verse como un área técnica aislada, sino como un elemento transversal. Incluirla desde el diseño de procesos, en la toma de decisiones y en la estrategia global del negocio es lo que permite una protección sostenible y realista en el tiempo.
Consigue una cultura de ciberseguridad en la empresa
La tecnología es el instrumento que permite estar protegido, pero lo que realmente hace posible esta protección es la cultura de la empresa. Una auténtica seguridad informática y digital solo es posible cuando se vive e interioriza como parte del día a día, y no como un trámite molesto. Para conseguir que la ciberseguridad cale y permee todos los procesos, es necesario cambiar la forma en que hablamos de ciberseguridad dentro de la empresa.
Las campañas de sensibilización, los simulacros de ataques, la formación práctica y adaptada a cada departamento, los mensajes claros desde la dirección y las recompensas a las buenas prácticas son algunos elementos clave que pueden contribuir a consolidar una cultura de ciberseguridad estable y sólida.
Además, debemos abandonar la idea de que los errores se castigan. Aunque obviamente puede y debe haber responsabilidades, en una cultura sana de seguridad los errores deben ser, sobre todo, analizados y corregidos para que acaben convirtiéndose en aprendizaje compartido.
Es así como la seguridad puede dejar de ser un obstáculo para convertirse en una ventaja competitiva para la organización.