El pasado fin de semana releí este libro. Personalmente me gusta mucho. Es entretenido y va muy en línea con mi forma de pensar. Está ambientado en la antigua Babilonia, lo que le da un aire místico que le da cierta solemnidad al discurso. Es fácil de leer pero es algo difícil de extraer toda la sabiduría que encierra y te deja un sabor de boca como de sinsustancia porque como novela es un poco sosa. No llega a ser una novela, parece más una historia contada por el abuelo en una tarde de lluvia, y tampoco llega a ser una guía financiera. Ganaría mucho si fuese realmente una novela, extensa y bien escrita, pero para eso hace falta ser buen escritor. A pesar de todo recomiendo mucho su lectura.
Del libro me quedo con una reflexión. Los antiguos esclavos vivían con sus dueños, a veces con las mismas comodidades que ellos, a veces siendo socios de sus mismos negocios. No todos, claro, algunos eran trabajadores dedicados a las mega-obras públicas explotados, hambrientos y medio moribundos. Pero muchos otros llevaban la misma vida que sus dueños, pero eran esclavos, no eran dueños de si vida, su libertad pertenecía a su dueño. Muchos ahorraban para comprar su libertad.
Pues bien, ¿qué harías si te ofrecen el siguiente trato? Si te ofrecen comida, ropa, vivienda, sanidad, y todo lo que necesites para vivir cómodamente a cambio de tu trabajo, seis días a la semana con uno de descanso. Eso es lo que te ofrece este sistema ¿Te considerarías esclavo del sistema? Yo si. Y solo hay una forma de poder romper ese trato y ganar la libertad financiera, y es perder el miedo a pasar hambre. La travesía en el desierto después de escapar de tu amo puede ser muy dura hasta conseguir la libertad, y puede que no llegues nunca a conseguirla y mueras de sed y hambre en mitad del desierto. Pero mientras no pierdas el miedo a escapar de tu amo, a partir y cruzar el desierto, seguirás siendo un esclavo.