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Fran2018 30/10/17 22:32
Ha respondido al tema Ines arrimadas proxima presidenta de la generalitat de cataluña
Con un poco de azúcar, ese pacto que nos dan Luis del Pino  Seguir a ldpsincomplejos 2017-10-28 12   ¿Me permiten Vds. empezar mi editorial recordando una canción de Mary Poppins? Me refiero a aquella que decía "Con un poco de azúcar, esa píldora que os dan...". Retrocedamos al jueves. Como recordarán Vds., se anunció que se había llegado a un pacto por el cual Puigdemont convocaba elecciones autonómicas (es decir, dentro de la legalidad española) para el 20 de diciembre y, a cambio, el gobierno paralizaba la aplicación del artículo 155. Se suponía que Puigdemont debía anunciar la convocatoria de elecciones a las 13:30, pero después de algunos aplazamientos, el anuncio se terminó cancelando. El simple anuncio de que se iban a convocar esas elecciones provocó una reacción de rechazo entre los separatistas más convencidos, que acusaban a Puigdemont de traidor. Pero tampoco las bases del PP recibieron esa posibilidad de pacto con satisfacción, sino todo lo contrario, porque paralizar el 155 significaba renunciar a intervenir la autonomía catalana y a normalizar la situación en Cataluña. ¿No había dicho el propio Rajoy el miércoles que las elecciones debían celebrarse cuando la situación se hubiera normalizado? Pasamos al viernes. El parlamento catalán se reúne y vota una declaración en términos similares al papel que ya firmaron hace tres semanas, proclamando aparentemente la República catalana. Y recalco lo de ‘aparentemente’. Luego explicaré por qué. El Senado español aprueba entonces una aplicación ligeramente recortada del artículo 155, eliminando la toma de control de TV3, y Rajoy comparece, horas después, para anunciar varias medidas básicas: destitución del gobierno catalán, disolución de las embajadas, cese del director general de los mozos, …Pero inmediatamente a continuación, Rajoy nos sorprende a todos convocando elecciones para el 21 de diciembre. Es decir, Rajoy interviene ‘aparentemente’ la autonomía (y recalco lo de ‘aparentemente’), pero convoca elecciones inmediatas. Si se fijan ustedes, el resultado de lo anunciado por Rajoy es exactamente el mismo que el de lo que se supone que iba a anunciar Puigdemont un día antes: elecciones dentro de 54 días. Pero con una diferencia importantísima. La aparente proclamación de la República catalana calma a los separatistas más convencidos, mientras que la aparente intervención de la autonomía calma a los constitucionalistas más preocupados. Lo anunciado el viernes es el mismo pacto que se iba a anunciar el jueves, pero presentado de una manera infinitamente más digerible. ♪♪Con un poco de azúcar, esa píldora que os dan♪♪ ¿Por qué digo que la proclamación de la República catalana es solo aparente? Pues porque a lo que se limitaron los parlamentarios separatistas es a aprobar una resolución en la que se hacían dos cosas: recordar el texto que ya se había firmado hace tres semanas y, en la parte resolutiva, INSTAR al gobierno catalán a poner en marcha las leyes de transitoriedad. Es decir, el parlamento catalán no votó en ningún momento nada que dijera "Proclamamos la República catalana". Fíjense también en que en ningún momento salió nadie a ningún balcón, ni a ningún sitio, a decir esa cosa tan simple: "Queda proclamada la República catalana". Ni siquiera en Twitter han "proclamado la República catalana" Puigdemont ni Junqueras. Cuando se presente la querella por rebelión, habrá argumentos a los que la defensa pueda agarrarse para decir que, en realidad, no ha habido ninguna rebelión, porque no ha habido declaración de independencia como tal. ¿Y por qué digo que la aplicación del 155 es solo aparente? Pues porque en 54 días no da tiempo a tomar el control de nada. Por no dar, no va a dar tiempo casi ni a cambiar a los segundos y terceros niveles de la administración. Con TV3 ni siquiera se hace nada por simular que se toma el control. El objetivo de lo anunciado ayer por Rajoy es simplemente convocar elecciones inmediatas. ¿Quieren Vds más indicios de que estamos ante una escenificación? Entre las medidas anunciadas ayer por Rajoy estaba la destitución del director general de los mozos, es decir, del jefe de Trapero. Pues bien, ayer mismo por la noche el destituido envió una carta a los mozos despidiéndose educadamente de ellos. ¿Acaban de declarar la independencia hace menos de 12 horas y el destituido, que es un separatista convencido, acata disciplinadamente su destitución? ¿Ni siquiera un poquito de teatrillo para fingir resistencia y guardar las apariencias? Lo dicho, la manera en que se presenten las cosas influye mucho en cómo recibirá la opinión pública tus decisiones. Y hay que reconocer que la jugada de ayer por parte de Rajoy y Puigdemont es muy buena: ponen en marcha lo acordado el jueves, pero logran que sus bases se calmen, simulando un poco de firmeza por uno y otro lado. Está todo inventado. Nunca hay nada nuevo bajo el sol. ♪♪Con un poco de azúcar, esa píldora que os dan♪♪   http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/con-un-poco-de-azucar-ese-pacto-que-nos-dan-14689/
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Fran2018 30/10/17 17:59
Ha respondido al tema ¿Puigdemont y parte del govern piden asilo politico en Bélgica?
Están tomándonos el pelo a todos (subrayo que a todos), a bote pronto sin ahondar demasiado me asaltan algunas dudas: - En la aplicación de la Constitución (artículo 155) se cierran todas las "embajadas" catalanas en el exterior menos la que tiene sede en Bruselas: ¿? - Sobre las sesiones que se celebraron en el Parlament durante los días 6 y 7 de septiembre en los cuales se impidió el debate con el resto de partidos no independentistas sobre la "Ley del Referendum" y "la Ley Transitoriedad de Jurídica" sin poder solicitar siquiera enmiendas, también se aprobó, e incluso nombró, los miembros de la Sindicatura Electoral, una suerte de Junta Electoral Catalana (el TC suspendió la Sindicatura Electoral); y aunque el poder judicial suspendió ambas "leyes", no ha dicho nada al respecto de dichas "leyes" que según el Govern siguen vigentes aún teniendo ya el TC herramientas jurídicas para que se ejecuten sus sentencias: ¿? - En el asunto de la educación, la aplicación del artículo 155 difícilmente puede revertir en seis meses la situación actual y la deriva tanto en algunos contenidos educativos como en la actuación de los profesores a la hora de hacer partícipes a los alumnos del proceso independentista: ¿? - En relación a TV3 (máquina total de agitación, propaganda y señalamiento y marcado de policía nacional y guardia civil, no hace falta recordar a M. T. (a la sazón más de un cuarto de millón de euros al año) chivando en directo los hoteles y demás lugares dónde pernoctaban las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para que fueran por allí las turbas independentistas para no dejarlos dormir)) la aplicación del artículo 155 no contempla ni "mirarla" así que de desmontar todo ese entramado ahí nada de nada: ¿? De momento paro aquí, pero seguramente aquí habrá alguno/s al que le surgirán otras preguntas sobre el "monotema catalán".
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Fran2018 26/10/17 09:41
Ha respondido al tema Cataluña 2017: El final del camino.
Lo de la exministra Trujillo se refería a que se quejó de que le sirvieran 12 botellines de fontvella y parece que no le gustaron y lo que dijo fue que no volvería más a ese Foster´s.   P.D.: ¿También estaba boicoteando Foster´s Hollywood? Porque su sede de Foster´s está en Madrid, y FontVella es propiedad de Danone.
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Fran2018 26/10/17 08:30
Ha respondido al tema Cataluña 2017: El final del camino.
Los únicos que están avivando el fuego independentista son los que viven del dinero público y no han visto una nómina en su puñetera porque ya desde antes de que comenzaran este golpe de Estado a cámara lenta no han dejado de parasitarnos a todos llevándose jugosísimas subvenciones y todos éstos que están dispuestos a todo para conseguir sus objetivos son muy peligrosos porque saben que no tienen nada que perder puesto que, cuando consigan llegar a la "meta", seguirán chupándonos la sangre a todos.
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Fran2018 24/10/17 20:57
Ha respondido al tema Desbandada en cataluña
Para que las empresas que están en Cataluña se queden es condición necesaria pero no suficiente que exista seguridad jurídica porque otra de las condiciones que también se debe cumplir es la de la estabilidad social, porque de qué sirve que pueda haber seguridad jurídica si cada dos por tres pueden producirse revueltas callejeras (con los pertinentes actos policiales para disolverlas) o huelgas que hagan que los que están quieran irse y los que estén pensando venir no vengan.
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Fran2018 19/10/17 15:38
Ha respondido al tema Desbandada en cataluña
El efecto frontera (también) era esto: la fuga de empresas devuelve al separatismo a la realidad A pesar de la presión nacionalista, fue suficiente el anuncio de la declaración de independencia para demostrar que las advertencias eran ciertas.  D. Soriano  Seguir a SorianoDomingo 2017-10-16 18   Nunca fue legal pero entre el domingo 1 y el jueves 5 de octubre una buena parte del nacionalismo pensó que la independencia era factible y sin costes. Habían puesto sus urnas (o lo que fuesen aquellos recipientes de plástico), habían votado (algunos, llevados por el fervor de la causa, en varias ocasiones) y habían coreado lemas largamente preparados.  No importaba el resultado ni la participación real. Ni las reacciones en el resto de España o en la Unión Europea. Parecía como si no pasara nada. Desde las filas secesionistas se mantenía la ficción: "Habrá independencia la semana que viene, el lunes 9 o martes 10", se decía; luego se hablaba de un proceso transitorio para asegurar la permanencia en la UE y al final parecía como si todos fuéramos a volver a nuestras vidas con normalidad. Con un nuevo Estado, pero sin que el ciudadano de a pie lo notase. Según el relato dominante entre el nacionalismo, colegios, hospitales, carreteras o empresas abrirían el día 11 como si nada hubiera ocurrido. Y entonces llegó el  bofetón de realidad. Más doloroso para algunos quizás por inesperado. Durante años la consigna oficial era la negación. Incluso había imágenes de Artur Mas despreciando a los que la rebatían: nadie se iría del nuevo país, ni las empresas catalanas ni las españolas, ni siquiera las multinacionales extranjeras que tuvieran su sede en Cataluña. Porque, ¿quién iba a querer irse? No querrían abandonar un mercado tan atractivo.  Seguir Espejo Público  ✔@EspejoPublico Artur Mas aseguraba, en 2015, que si había independencia no se iría ningún banco de Cataluña, aquí os lo dejamos  http://atres.red/prwad1  8:36 - 6 oct. 2017  6262 respuestas    377377 Retweets    232232 me gusta Información y privacidad de Twitter Ads Ese 5 de octubre, el Banco Sabadell, castigado en Bolsa y con rumores sobre continuas retiradas de depósitos, tanto en Cataluña como en el resto de España, anunciaba el cambio de su sede a Alicante. Fue el pistoletazo de salida: 72 horas después apenas quedaba ninguna gran empresa que mantuviera su sede societaria (y la mayoría también se ha llevado la fiscal) en la región. Daba igual lo asociada que estuviera una compañía con la imagen de Cataluña, ante el  riesgo de quedar fuera del paraguas de la UE y el Banco Central Europeo (esto último, fundamental en el caso de los bancos) se extendió la consigna del sálvese quién pueda. En la versión oficial, los departamentos de comunicación de muchas de estas empresas sólo hablan de seguridad jurídica y dejan la puerta abierta a su vuelta si las cosas se calman. Pero  como explicamos este viernes, en Quebec decían lo mismo y luego  cientos de compañías no volvieron nunca. El nacionalismo intenta convencer a sus bases de que es un tema administrativo sin importancia. Pero lo cierto es que  Oriol Junqueras y el resto de los mandamases de la Generalidad están en shock, sin saber muy bien cómo reaccionar y con un justificado temor a que el apoyo a la aventura independentista en la sociedad catalana se vea aún más disminuido. El efecto frontera Para explicar este movimiento de empresas hay dos factores fundamentales. El primero es el de la seguridad jurídica. Nadie quiere quedarse en un Estado que juega a la independencia sin apoyo internacional, aislado en la UE, saltándose la legalidad vigente… Pero hay otro elemento fundamental que el nacionalismo ha negado una y otra vez, a pesar de todas las evidencias: el  efecto frontera. Probablemente, el informe que mejor ha analizado este fenómeno lo público Convivencia Cívica Catalana en 2012, cuando la apuesta abiertamente secesionista daba sus primeros pasos, bajo el título de  "Las cuentas claras de Cataluña". También hay buenos datos en el informe " Análisis del comercio entre las autonomías", también de CCC. - Cataluña y Schengen: aunque España y Francia forman parte desde hace casi tres décadas del mercado común europeo (y desde 1995 del área Schengen), lo cierto es que en 2014 sólo Aragón, con 1,3 millones de habitantes recibía más exportaciones de Cataluña que toda Francia, con sus más de 65 millones. Según datos del último ejercicio, Francia es ya el primer mercado de Cataluña con algo más de 10.000 millones de euros en exportaciones por unos 9.600 de Aragón... Eso si tomamos el resto de autonomías de forma individual: en total, el resto de España sigue comprando casi cuatro veces más que todo el país vecino a las empresas catalanas y sigue siendo con una diferencia abismal el principal mercado catalán. De hecho, hasta hace muy poco, las otras 16 regiones españolas seguían acaparando más del 50% de las ventas de las empresas catalanas. El nacionalismo celebró como un triunfo el que hace unos pocos años ese porcentaje bajase de la frontera del 50%: no se daban cuenta de que lo llamativo es que tras tres décadas de integración en la UE, las economías de las regiones españolas estén tan interconectadas. De hecho,  si a las ventas de bienes sumamos las de servicios, el resto de España sigue siendo el mercado de más del 50% de las ventas catalanas. Convivencia Cívica Catalana. Datos del año 2010 Lo mismo puede decirse del resto de países de la UE: en teoría (al menos eso es lo que dice el nacionalismo) las ventas perdidas en España tras la independencia se recuperarían con un incremento al resto de Europa. La lógica nos dice que dentro de un mercado unificado esto no debería ser tan difícil… pero el caso es que lo es. Sólo así se explica que Valencia tenga un peso similar al de Italia o Madrid al de Portugal o Reino Unido. Sí, la integración europea avanza y es bueno que así sea. Pero en temas comerciales y de relaciones económicas, el Estado nación sigue teniendo un peso indiscutible. Para una comunidad como la catalana, que tiene el superávit comercial más elevado de todas las autonomías con el resto de España (17.000 millones de euros, casi un 9% del PIB catalán) y al mismo tiempo un déficit comercial con el resto del mundo de 12.000 millones, éste no es un tema menor (y más teniendo en cuenta las tensiones financieras que surgirían tras la independencia). - De Francia a España: podría pensarse que esto es porque quizás Cataluña todavía no es independiente y España limita su capacidad de salir al exterior. Por eso, los autores del informe hacen otra comparación (los datos son de 2010): cuánto vende una región similar en cuanto a número de habitantes y cercanía geográfica en el conjunto de España. Hablamos del mediodía francés. Convivencia Cívica Catalana Y las cifras son muy similares a las que veíamos antes: hay diez veces menos ventas de empresas de este territorio (que comprende varios departamentos galos) al resto de España respecto a lo que venden las empresas catalanas en las otras 16 autonomías. También aquí la frontera es algo más que una bandera y un cartel al lado de la carretera. Repetimos, todo esto veinte años después de Schengen. - Eslovaquia y República Checa: habrá quien diga que al final no puede saberse lo que ocurrirá con las empresas catalanas y su integración en la economía española si los nacionalistas lograsen la independencia. Quizás no se produzca ese alejamiento del que hablamos. Puede que mantengan los clientes y proveedores que ahora tienen, que no se note la independencia. Como es algo que ocurriría en el futuro, está sujeto a una lógica incertidumbre. Una solución es mirar al pasado y ver qué ha ocurrido con situaciones similares. Por ejemplo, Eslovaquia y República Checa: el caso que más le gusta poner al secesionismo, por tratarse de una separación amistosa, pacífica y en el que los dos países (una década después, eso sí) ingresaron en la UE. Pues bien, según CCC, las cifras indican que "cuatro años tras la disgregación de Checoslovaquia, las empresas eslovacas y checas vendían al otro lado de la frontera un 65% menos que antes de la separación". En 2010, sólo el 15% de las ventas de Eslovaquia acababan en su vecino y el 9% de las ventas al exterior de las empresas checas iban a clientes eslovacos. Incertidumbre Los datos demuestran que  el efecto frontera es muy real. Los economistas denominan así al hecho de que dos regiones cercanas geográficamente comercien menos (no sólo en bienes, en realidad hablamos de todo tipo de relaciones económicas) por el mero hecho de que haya una frontera estatal entre ellas. Es un fenómeno curioso, porque en teoría no tendría por qué producirse. Al fin y al cabo, en el mundo globalizado de hoy en día y aún más dentro de la UE, no hay ninguna razón aparente para que Galicia no tenga más relación económica con el norte de Portugal que con Valencia o Murcia... pero el caso es que es así. En todo el planeta hay cientos de casos similares. El independentismo siempre ha negado este efecto o ha despreciado las consecuencias que tendría para la nueva Cataluña independiente. Entre otras cosas porque sabe que es un argumento muy dañino para su causa. La economía catalana está absolutamente integrada en la española. En  Libre Mercado, lo apuntábamos el otro día en esta galería:  La ruina del nacionalismo catalán, en diez datos. Las relaciones de dependencia entre Cataluña y el resto de España son enormes: el 27% de los puestos de trabajo en la región y el 31% de lo producido está directamente asociado a compras del resto de españoles (además de todos los efectos indirectos e impactos de otro tipo). Por eso, una independencia que interrumpiese o dificultase estas relaciones sería muy dañina para la economía catalana que necesitaría de muchos años para encontrar nuevos mercados, establecer nuevas relaciones con clientes y proveedores, encajar la fuga de profesionales que se irían con las empresas deslocalizadas... Por todo esto, nadie en el campo nacionalista quería admitir que el efecto frontera tuviera importancia. Hasta que comenzó la fuga de empresas. Ahora ya no se discute sobre un futuro desconocido: ¿Qué pasaría con las empresas sí Cataluña fuera independiente...? Sino que  se analiza una realidad tangible: esto es lo que pasa en caso de independencia. Las empresas se van por miedo a la inseguridad jurídica y para no perder su principal mercado, que es España. En realidad, lo del efecto frontera tiene toda su lógica. Para empezar, porque por mucho que exista una UE y un Espacio Schengen, siempre habrá diferencias entre países que compliquen, aunque sólo sea un poco, la relación entre dos empresas. Desde cuestiones legales (qué ley se aplica, a qué tribunal acudimos en caso de desacuerdo, idioma del contrato...) a prácticas (hay que contratar dos campañas de publicidad, tener dos equipos de finanzas, dos responsables de RRHH...). Algunas son cuestiones más importantes y otras menos pero todas ellas apuntan en la misma dirección: encarecen y dificultan la relación. Sí, es cierto que estas diferencias cada vez son menores y que exportar cada vez es más sencillo y barato. Pero no nos engañemos, formar parte de un único Estado tiene unas ventajas indudables. De hecho, ése es el objetivo de la UE, que las relaciones dentro de sus fronteras se parezcan cada vez más a las intraestatales. Y es evidente que en Bruselas todavía no lo han conseguido. Además, hay otras cuestiones que empujan a las empresas a la fuga, a pesar de las advertencias (cuando no amenazas) del nacionalismo. También hay  miedo al daño a la imagen de las empresas (no sólo con los famosos boicots, que dañan a toda la economía española, no sólo la catalana), a la reacción de sus empleados que podrían abandonar el barco si saben que ahora trabajan para una empresa extranjera, a las dudas de los trabajadores sobre temas como sus cotizaciones... En el mejor de los casos, poner una nueva frontera generará de un día para otro un parón en la actividad económica, mucha incertidumbre y un encarecimiento de las relaciones comerciales. En el peor, lo que se produciría es la expulsión de Cataluña de los mercados internacionales, un país cerrado sin financiación exterior y que  no podría tener déficit comercial, porque sólo podría gastar fuera lo que previamente hubiera vendido en esos mercados, lo que se traduciría en una congelación de la actividad. Como explicamos en su momento, sólo aplicando el efecto frontera en su versión más ligth, aquella que dice que el comercio entre el nuevo Estado y el resto de España se reduce en la proporción habitual en este tipo de procesos, el PIB catalán se desplomaría un 20% en los primeros años tras la secesión. A eso es a lo que se arriesgan ( o arriesgan tomando como rehenes a sus ciudadanos) los políticos nacionalistas. ¿Podría no ocurrir? Quizás dicen algunos economistas nacionalistas. Pero nunca explican que el desplome podría ser peor. Durante años, los expertos de cabecera del nacionalismo  despreciaron a los que advertían de esta posibilidad, del efecto frontera o de la fuga de empresas. Decían que era un mito destinado a meter miedo sin ningún anclaje con la realidad. Desde el día 5 de octubre ya sabemos lo que hay: la independencia, desde el punto de vista de la economía, era esto.   https://www.libremercado.com/2017-10-16/el-efecto-frontera-tambien-era-esto-la-fuga-de-empresas-devuelve-al-separatismo-a-la-realidad-1276607529/
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Fran2018 17/10/17 13:00
Ha respondido al tema Cataluña 2017: El final del camino.
El 'corralet', o por qué las empresas salen huyendo del 'paraíso catalán' El nuevo país tendría cerrado el acceso a los mercados de capitales y sólo le quedarían dos opciones: ajuste brutal de gasto o nueva moneda devaluada. D. Soriano  Seguir a SorianoDomingo 2017-10-07 72   Hace cuatro años, cuando los políticos nacionalistas comenzaron a plantear la convocatoria de un referéndum ilegal de independencia, en  Libre Mercado  ya explicamos las tres opciones que se le plantearían, llegado el caso, a la nueva república: Seguir en el euro en pie de igualdad con el resto de los demás miembros de la Eurozona Salir de la Eurozona, pero mantener el euro como moneda (como hacen actualmente Montenegro y Kosovo) Salir de la Eurozona y emitir una nueva moneda propia A cualquier catalán que  escuche estos días a Oriol Junqueras le parecerá evidente que la única opción que está sobre la mesa es la primera: seguir en el euro como hasta ahora, como un nuevo miembro de la Eurozona, como España, Austria o Bélgica. El problema es que si ese mismo ciudadano lee luego las declaraciones de cualquier otro líder de la UE se dará cuenta de que ésa es la única posibilidad que nadie, fuera de los círculos independentistas, baraja como posible. En este punto se mezclan cuestiones económicas, pero también políticas. Integrar a un nuevo Estado en una moneda no es tan sencillo. La experiencia de los últimos años en la Eurozona demuestra que poner bajo el paraguas de una divisa y un supervisor común a economías tan diferentes como la griega, la alemana o la portuguesa puede generar muchos problemas. Si ya antes de 2010 era complicado pensar en que un nuevo país independiente accediera al euro de forma automática, tras la crisis de deuda soberana es directamente imposible. Se necesitaría el aval de todos los miembros de la Eurozona y ya sea por desconfianza económica (Alemania, Finlandia, Holanda) ya sea por no premiar la irresponsabilidad política (Francia, España) no parece nada fácil conseguir esa unanimidad. Sólo un consuelo les queda a los promotores de la independencia: no están solos en esta preocupación. En los últimos años, escoceses ( ver aquí) y griegos ( aquí) han tenido la misma inquietud. Eso sí, como podemos ver, es un consuelo que no les servirá de mucho. Porque tanto unos como otros descubrieron que las alternativas que tenían a mano eran todas muy poco apetecibles. Se trataba de elegir entre dos males. Es lo que tiene la independencia (o, en el caso heleno, la independencia financiera de liberarse del euro, como llegó a plantear en algún momento su Gobierno): te puedes ir de casa de tus padres y romper relaciones con la familia... pero las tarjetas de crédito dejarán de funcionar al día siguiente. La realidad y la política Lo primero que hay que decir es que una vez que  un país se queda fuera de la UE, la decisión fundamental que tiene que tomar sobre su moneda no es tanto económica como política. Esto es importante porque las dos opciones reales que tendría ante sí el Gobierno de la nueva Cataluña independiente implicarían tomar medidas muy complicadas. Necesarias, pero con consecuencias graves sobre sus ciudadanos. Que tendrían contestación social y dañarían a ese Ejecutivo, fuera del color político que fuera. Es decir, que para saber qué pasará lo primero es preguntarse quién estaría al cargo y cómo reaccionaría. La primera alternativa, la que aceptan a regañadientes los líderes nacionalistas cuando se les hace ver que no hay otra opción viable, es la de  mantener el euro pero desde fuera de las instituciones de la Eurozona. Es decir, situarse en una posición similar a la de Kosovo o Montenegro. Esto es factible. Nadie puede impedir al nuevo Estado que declare de uso legal en su territorio la moneda común europea. Pero que sea factible no quiere decir que sea fácil. Para empezar, la independencia traería consigo una  contracción de la actividad económica a corto plazo. Esto lo admiten incluso la mayoría de los economistas nacionalistas. Puede haber discrepancias en torno a cuánto duraría esa recesión. Los optimistas dicen que un año y medio o dos años; los pesimistas hablan de un par de décadas para recuperar el nivel pre-secesión. Mientras tanto, lo que tendríamos sería un nuevo Estado, que no tendría acceso a los mercados internacionales, entre otras cosas porque no tendría historial crediticio. Por no tener, no tendría ni rating por parte de las agencias de calificación. Además, hay que recordar que  el actual Gobierno catalán tiene un elevado déficit, que se agravaría tras la independencia, porque le subirían los gastos (cualquier nuevo Estado tiene que pagarse las estructuras propias de esta condición que hasta entonces abonada el Gobierno central) y se reducirían los ingresos como consecuencia de ese parón de la actividad económica. La Generalidad siempre ha contado con los 9.000-10.000 millones (un 5% del PIB catalán) con los que ahora mismo contribuye a la financiación autonómica. Pero hasta eso es mucho suponer, porque mantener los ingresos tributarios implicaría que no habría recesión económica y que las empresas y trabajadores que ahora viven en Cataluña seguirían pagando impuestos allí y no en Madrid (algo que, tras las  fugas de empresas y el sálvese quien pueda de los últimos días, ya no defiende casi nadie... ya empieza a haber voces que dudan  incluso en la burbuja separatista). En este punto, los políticos nacionalistas juegan a menudo con  la amenaza implícita del chantaje. Una situación que podría describirse más o menos así: "O España acepta la independencia y negocia, o no nos haremos cargo de la parte de la deuda pública que nos corresponde y la tendrá que pagar toda el Estado español que, tras perder el 20% del PIB que supone Cataluña, devendría insolvente". Y en cierto sentido tienen razón: para el resto de España sería un palo económico, también en lo que hace referencia a las cuentas públicas, que se diera esta circunstancia. En lo que no tienen razón es en pretender que esto no tendría consecuencias para Cataluña. Sí, el  nuevo Estado podría repudiar su deuda. Como Grecia podría haber hecho con la suya en 2012 y 2015. Pero eso tiene sus derivadas. Por eso, ni siquiera un político tan extremista como Alexis Tsipras se atrevió a hacerlo. La primera es que se le cerrarían los mercados de deuda para muchos años. Hay muchas posibilidades de inversión ahí fuera y los inversores no iban a pegarse precisamente por un nuevo Estado que lo primero que hace es enfrentarse a su principal mercado (España) y a sus socios (UE). Porque esta sería otra consecuencia: como ya hemos apuntado, es muy complicado pensar que la UE vaya a poner una alfombra roja para que la Cataluña independiente acceda al mercado común… pero si hay alguna posibilidad de lograr un estatus similar al de Noruega o Suiza (países no-UE pero con acuerdos comerciales con la Unión) desde luego sería si lo intenta por las buenas. Los incentivos empujarán a los demás países a dificultar la vida del nuevo Estado, aunque sólo sea para desincentivar movimientos similares dentro de sus fronteras. La capacidad de negociación de la nueva república estaría muy limitada (no hay más que ver lo que ha ocurrido tras el Brexit y ni mucho menos la posición de fuerza catalana sería como la británica). El 'corralet' Con todo esto sobre la mesa, la  realidad se impone y nos encontraríamos ante el escenario más probable (y esto dando por supuesto que todo sale bien para el independentismo, una posibilidad muy lejana): Un nuevo Estado que nace con una deuda pública del 110-115% del PIB (la deuda de la administración autonómica en estos momentos más la parte correspondiente que le tocaría de la del Estado central). Con un déficit estructural que no se resolvería al menos en los 4-5 primeros años, mientras se estabilizan las finanzas y la situación económica (y eso siendo muy optimistas). Con fuga de capitales, empresas y trabajadores. Siempre ha pasado y probablemente siempre ocurrirá cuando hay shocks políticos de este tipo. Ya se sabe que el dinero es muy miedoso (y con razón). Y sin moneda propia ni acceso a la financiación del BCE, ni posibilidad de que las instituciones financieras usen su deuda como colateral ante esta entidad (lo que dificultará todavía más su financiación), ni respaldo o aval de los demás países de la Eurozona para esa deuda. Esto no es sólo economía-ficción. Ha bastado la celebración del referéndum y la subsiguiente caída de su valor en Bolsa para que las dos entidades financieras más importantes de Cataluña (CaixaBank y el Banco Sabadel) hayan anunciado que cambian de sede para "proteger los intereses de sus clientes". Y la fuga de empresas es incluso más importante de lo que se podría haber pensado en un inicio. No es extraño que haya tantas compañías, de tantos sectores, que quieran escapar del paraíso catalán que Junqueras, Puigdemont o Gabriel les prometen. Si se produjera la declaración de independencia, lo primero que tendría que hacer el Gobierno del nuevo país sería  decretar un cierre de fronteras, un control de capitales. Además, el frente interno, la banca no tendría suficientes reservas para hacer frente a las retiradas masivas de depósitos. Y todo esto tendría que ser inmediato. Incluso los políticos separatistas saben que estas medidas extremas habría que aprobarlas en cuestión de minutos u horas ante el riesgo de colapso de la administración catalana. En resumen, nos encontraríamos ante un corralito similar al que sufrió Argentina a comienzos de siglo o Chipre y Grecia en 2013 y 2015. Bueno, quizás cambiaría el nombre: ¿corralet? ¿corral petit? En esto Junqueras (o quien sea el nuevo ministro de Economía de la nueva república independiente) tendrá varias opciones para escoger. ¿Argentina o Grecia? Por eso se marchan ya, a la carrera. Nadie quiere esperar al martes. Porque las cosas se podrían precipitar. El mensaje de las empresas está claro: si hay declaración de independencia, tanto si tiene éxito como si no... cuanto más lejos, mejor. De hecho, si de verdad la independencia tuviera éxito, el Gobierno catalán tendría dos opciones: convertirse en la Grecia de Tsipras o la Argentina de comienzos de siglo. Y cuidado, porque este no es el escenario catastrofista, ese en el que la comunidad internacional repudia al nuevo estado y lo manda al desierto de la irrelevancia y el no-reconocimiento (a lo Osetia o Kosovo). Quizás en el Palacio de la Generalidad no se lo crean. Pero su mejor alternativa para los primeros años de independencia, lo mejor que les podría pasar si todo sale bien... es ser Argentina o Grecia. - El espejo heleno: una vez establecido el corralito, probablemente lo primero que haría el nuevo Gobierno sería mirar hacia la UE y el FMI en busca de ayuda financiera. Al fin y al cabo, son dos instituciones que han ayudado a países como Grecia, Chipre o Portugal cuando estos lo han requerido en los últimos años. Ya apuntamos que existe una complicación política para esto: que los demás gobiernos de la UE (no sólo el español) acepten ayudar a un territorio que ha querido independizarse. Pero mantengámonos dentro de la ilusión nacionalista y pensemos que es posible. Pues bien, incluso así, la situación sería muy complicada. De hecho, no hay más que mirar lo ocurrido en Chipre, Grecia o Portugal. Para acceder a esa ayuda, los tres países (y hablamos de tres miembros de pleno derecho de la UE) tuvieron que pactar con la troika un programa de asistencia en el que, a cambio del sostén financiero se comprometían a importantes reformas y recortes de gasto público (pensiones, sueldos públicos, venta de activos). Sería un comienzo de la andadura muy complicado para el nuevo Estado. Y tendría que ser aprobado por sus partidos. El problema es que esta negociación no será sencilla y llevará su tiempo. ¿Cómo pagaría mientras tanto sus facturas el Gobierno catalán? Una alternativa sería recurrir a pagarés de deuda pública similares a los que se usaron en Argentina en 2001 (los patacones que emitió la provincia de Buenos Aires) para solventar la escasez de liquidez. Eso sí, habría que ver en cuánto valora el mercado esos bonos (desde luego, nadie los intercambiaría a la par con los euros en los que estarían referenciados), algo que dependería muy mucho de la credibilidad del nuevo Estado y de la marcha de las negociaciones con las instituciones internacionales (otro elemento que reduciría la capacidad de maniobra del Ejecutivo catalán). -  La opción argentina: si los políticos catalanes se niegan a las exigencias de las instituciones internacionales porque consideran que son excesivamente duras, sólo les quedaría una salida. En este punto hay que recordar que el Gobierno más probable que saldría de las primeras elecciones (si se cumplen las actuales encuestas) apunta a una coalición ERC-Podemos-CUP. ¿Estarían dispuestos estos partidos al "austericidio"? Si la respuesta es negativa, ¿cuál sería esa salida que tendrían ante sí? Dejar el euro, repudiar la deuda, imponer una nueva moneda y empezar a imprimir para poder pagar las facturas. Por cierto, todo esto con el acceso a los mercados internacionales cerrados. Tampoco es algo tan raro: es la alternativa que han seguido muchos otros gobiernos anteriormente (Argentina, por ejemplo, tiene mucha experiencia en esto). Esta opción tiene una ventaja, sobre todo para los políticos: el Gobierno no tiene que admitir que suspende pagos y puede mantener, al menos en apariencia, la estructura estatal intacta, sin despidos, ni reducción de salarios de los funcionarios, ni de las pensiones. Además, la devaluación de esa nueva moneda (del ¿40-50%? respecto al euro) le permitiría ganar competitividad de un día para otro. Cataluña se convertiría en uno de los territorios más baratos del mundo para producir e invertir, aunque con un problema de acceso a otros mercados por falta de acuerdos comerciales. Aún así, lo más probable es que recibiese algunas inversiones que llegarían al nuevo país para comprar a precio de saldo sus activos. El problema es que esta competitividad se ganaría a costa de empobrecer a sus ciudadanos, que verían cómo se reduce a la mitad tanto el valor de sus activos-ahorros como de los sueldos que cobran. También de las pensiones y salarios públicos: el Gobierno dirá que no los toca oficialmente, pero el poder adquisitivo de la nueva moneda en la que ahora se hacen los pagos públicos será mucho menor que el de la antigua. Quizás después del desplome de la actividad que supondría una decisión como esta, si todo sale bien, el nuevo país podría comenzar a crecer tras dos o tres años de durísima recesión. En cualquier caso, el desplome previo es tan importante que hay que recordar que en los países que han tomado este camino fácil (para los políticos, no para los ciudadanos) normalmente han necesitado 15-20 años para recuperar los niveles previos de riqueza-ingresos. También son países en los que los políticos han creado un sistema clientelar e intervencionista para asegurar su situación durante los complicados años de la recesión. - ¿Argentina o Grecia? En ninguno de los carteles del 1-O aparecía esta disyuntiva. Y sin embargo, si sus promotores tuvieran éxito, sería la pregunta a la que tendrían que responder los políticos catalanes. No esperen ver a Carles Puigdemont ni a Oriol Junqueras diciendo algo al respecto en los próximos días.   https://www.libremercado.com/2017-10-07/el-corralet-o-por-que-la-banca-sale-huyendo-del-paraiso-catalan-1276607058/
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