Campox2
31/05/25 23:33
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El juego de los brokers: Una historia de venganza y trampa en el mundo del trading
Viena despertaba con niebla.En el Café Landtmann, la porcelana vibraba sutil bajo el murmullo de conversaciones, cucharillas, y periódicos desplegados.Gabriel fue el primero en entrar.Luis y Marcos llegaron siete minutos después, separados.La mesa 6 estaba junto al ventanal. Döring ya estaba allí. Traje gris, bufanda de cashmere, y una copa de coñac sin tocar. Sonrió, sin calidez.—Pensé que no vendrían.Gabriel se sentó sin saludar.—Pensamos que no estaría tan puntual.Döring se encogió de hombros.—Cuando uno se mueve en ciertos niveles, la puntualidad no es cortesía. Es obligación. Luis apoyó en la mesa un pequeño estuche. No lo abrió.—Queremos saber por qué aparece su firma vinculada a Orbis. Por qué Orbis paga a una pantalla en Vaduz. Y por qué esa pantalla aparece en los papeles de fundación de Capital Investment Europe.Döring observó el estuche.—No está mal. Para amateurs.—No somos amateurs —dijo Marcos—. Somos persistentes.Döring sonrió, pero no era una sonrisa amable.—Les voy a hacer un favor. Uno solo. Porque me recuerdan a mí cuando era joven: idealistas, suicidas, y con una tendencia molesta a conectar puntos que otros prefieren ignorar.Gabriel lo miró sin parpadear.—No queremos su simpatía. Queremos su información.Döring apoyó ambas manos sobre la mesa.—Entonces escuchen. Hay un nombre que no encontrarán. No en bases de datos, no en estructuras legales, no en actas. No está porque no necesita estar. Y si alguien lo nombra, es porque está demasiado lejos o demasiado muerto como para importarle.Silencio.—¿Está hablando del número uno? —preguntó Luis.Döring lo miró por primera vez con seriedad.—Estoy hablando de alguien que juega en otra escala. Lo que ustedes llaman corrupción, él lo llama orden. Lo que ustedes llaman dinero, él lo considera residuo.Gabriel se inclinó.—¿Nombre?—¿Nombre? —repitió Döring, con una carcajada seca—. Si supieran el nombre, ya estarían muertos. O peor: tentados.Se levantó. Dejó un sobre bajo la copa intacta.—Pista gratis. Pero tómenlo como advertencia:no lo sigan por ego.No lo sigan por venganza.Y, sobre todo… no lo sigan sin comprender el juego.Porque si no entienden el juego, ustedes son solo fichas.Y se fue. Sin mirar atrás.Gabriel abrió el sobre.Dentro, una hoja.Un nombre. No un nombre personal.“Fundación Aristeia” Dirección en Viena. Y un símbolo: dos serpientes entrelazadas.—¿Qué hacemos? —preguntó Marcos.Gabriel guardó el sobre.—Jugamos. Pero a nuestra manera.Continuará...