Campox2
16/06/25 06:53
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El juego de los brokers: Una historia de venganza y trampa en el mundo del trading
Bruselas. Oficina privada de Étienne Rouvier. Martes, 11:22. Étienne Rouvier no los saludó con efusividad.Tampoco hizo preguntas innecesarias. —Siéntense. Me quedan veinte minutos antes de almorzar con la presidenta del BCE. Gabriel se acomodó sin quitarse la chaqueta.Luis dejó una carpeta sobre la mesa.Marcos, como siempre, se quedó de pie. Rouvier los miró uno por uno. —Ya sé por qué están aquí. Lo que no sé es si son ingenuos… o suicidas. Gabriel no parpadeó. —Queremos saber hasta dónde llega Meinhardt. —¿Hasta dónde? —Rouvier soltó una risa seca—. ¿Quieren una unidad de medida?Bien. Rudolf Meinhardt no es un operador.Es una bisagra. Luis arqueó una ceja. —¿Entre qué y qué? —Entre el dinero negro que mantiene ciertas estructuras y los pactos políticos que garantizan la estabilidad de Europa.Es incómodo. Pero es así. Marcos murmuró: —¿Y eso lo convierte en intocable? Rouvier se levantó. Caminó hasta una vitrina con fotos enmarcadas.Merkel. Draghi. Juncker. Él siempre al fondo. —No es intocable.Pero tocarlo tiene un coste. Se volvió. —¿Saben lo que pasaría si las pruebas que ustedes tienen se filtran sin control?Se desataría una guerra de filtraciones.Bruselas colapsaría durante semanas.Se desmoronarían las negociaciones con Turquía.Caerían gobiernos.Y al final…...no cambiaría nada. Silencio. Gabriel respiró hondo. —¿Y si lo hacemos bien? —¿Bien? ¿Qué significa eso para ustedes? ¿Justicia? ¿Transparencia? —Responsabilidad. Rouvier se acercó a la mesa. Tomó la carpeta.Sacó una copia de la foto en blanco y negro: la del “consejo” de cinco. —Este hombre que está aquí…Tiene una hija que preside una comisión parlamentaria clave.El de su izquierda dirige el fondo soberano noruego.Y el de la derecha... redactó la última directiva sobre blanqueo de capitales. Luis murmuró: —Entonces, ¿qué nos sugiere? Rouvier lo miró sin pestañear. —No lo enfrenten de frente.Aíslenlo.Desactiven sus apoyos uno por uno.Y si deciden exponerlo, háganlo cuando su caída no arrastre a media Europa con él. Gabriel se levantó. —¿Usted nos ayudaría? Rouvier lo pensó. Luego asintió. —Les daré dos nombres. Dos aliados suyos que están más nerviosos que fieles.Pero si me involucran públicamente, diré que nunca los vi. Luis sonrió con amargura. —Política pura. —No —dijo Rouvier, ajustándose el reloj—. Supervivencia. Continuará...