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Desbandada en cataluña

522 respuestas
Desbandada en cataluña
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Página
31 / 36
#451

Re: Desbandada en cataluña

¿porqué no pones una foto tuya?........ mejor no....

#452

Re: Desbandada en cataluña

Has tardado mucho en seguir con el spam, entre la noticia y el video se te han colado dos mensajes.

Fdo.: La mosca cojonera.

#454

Re: Desbandada en cataluña

No vayas tan rápido que no da tiempo......je,je,je,....

#455

Re: Desbandada en cataluña

Cómprate unos miles de Tabarnia Coin, creo que va a ser un gran negocio.

Fdo.: La mosca cojonera.

#456

Re: Desbandada en cataluña

Pero sus estridentes ladridos, sólo son señal de que cabalgamos

#457

Re: Desbandada en cataluña

Por lo menos no pones esos tochos que aburren......

¿cuando vas a disculparte con la gente que pones en la diana? ¿te parece bonito?

#458

Re: Desbandada en cataluña

Cristina Losada

La impaciencia del separatismo catalán

Las prisas del separatismo catalán por consumar la ruptura pueden tener su explicación en el hecho de que, a pesar de todo lo que hacen, el tiempo no corre a su favor.

Seguir a @christinalosada

 

EFE

La impaciencia del separatismo catalán no ha pasado desapercibida. Cuando se buscan factores de fondo, se atribuye a esa impaciencia el fracaso. No ya el fracaso del golpe, sino el fracaso en lograr una mayoría social partidaria de la ruptura. Si hubieran esperado unos años más, la habrían tenido, se dice. Y se implica, con excesiva certeza, que en ese caso el separatismo ganaría de calle. Hay quien estima en una generación más el tiempo necesario para que hubiera funcionado a pleno rendimiento y a plena satisfacción la fábrica de separatistas que era el proyecto de construcción nacional pujoliano: con la escuela de la inmersión y el adoctrinamiento, con los medios de correas de transmisión y focos de agitación, y con la sociedad civil Potemkin perfectamente alineada (y alienada). Sin embargo, no esperaron.

Tal vez, sí, fue impaciencia. Alentada por un cálculo erróneo sobre la debilidad del Estado, y conviene aclarar: el Estado, aunque se pierda de vista, no es en exclusiva el Gobierno. O por otro cálculo erróneo sobre los efectos políticos en España de la crisis económica y de la crisis que pudo haber acabado con el euro. O por la pura necesidad política de desviar los efectos de la crisis hacia un enemigo externo. O por la corrupción. Son demasiadas hipótesis, demasiados errores e impaciencias. Nadie dice que sean unos genios, pero tampoco hay que pensar que son unos tontos. Ya puestos, por qué no darle vueltas a la posibilidad de que estuvieran –y estén– convencidos de que el tiempo no corre a su favor.

El proyecto de construcción nacional de Pujol partía de una reconsideración del problema de la inmigración, que es como el nacionalismo ha venido llamando a la llegada a Cataluña de personas de otros lugares de España. La solución al problema era que había queasimilar o integrar, como diría después para suavizar, a aquellos que llegaban a tierras catalanas, igual que llegaban a otras regiones prósperas, en busca de oportunidades. El historiador Josep Termes, que había sido del PSUC, lo dijo así de claro en unas conferencias promovidas por la Generalitat de Pujol en 1982: "O se produce la integración [de los inmigrantes] o Cataluña se desnacionaliza en una generación".

Ese era el problema y ese era el camino. El camino respondía a la paranoia que marca ya desde sus albores al catalanismo político y al nacionalismo catalán: miedo al peligro de extinción que suponía para el ser catalán la llegada de otros españoles. O se catalanizaba íntegra y adecuadamente a aquella masa de forasteros, o el ser catalán y la nación catalana estaban destinados a desaparecer en el crisol de la mezcla y el mestizaje. Tal ha sido la paranoia, que se han llegado a interpretar los flujos migratorios de los años sesenta como una operación deliberada de la dictadura franquista para diluir el ser catalán. Tal es la paranoia, que hace pocos años, en los actos de una Diada, Carme Forcadell arengaba diciendo que sólo había dos opciones para los catalanes: "O la independencia o desaparecer como pueblo".

Ese es el marco mental del separatismo. La paranoia de la desaparición o la extinción y, como medio para evitar que se produzca, la fábrica de nacionalistas-separatistas, con el principal objetivo de catalanizar a los nuevos catalanes. Sin embargo, la fábrica no ha funcionado como podían esperar. Pongamos, por ejemplo, la lengua. Las décadas de inmersión y de políticas para desterrar el idioma español de la esfera pública y marcarlo como un idioma de connotación negativa –externo, impuesto y apestado– no han conseguido que deje de ser el idioma que considera propio la mayoría de los habitantes de la región.

En el último barómetro del CEO, así lo hacía el 46,3% de los encuestados, frente al 33,5 que tenía por idioma propio el catalán. Para completar el cuadro, los que tenían por propias ambas lenguas eran el 19,5%. El español (allí insisten en llamarlo castellano) era también la lengua en la que habían hablado de niños el 56,8%. Dado que el voto separatista es mucho más frecuente entre los catalanoparlantes que entre los hispanohablantes, esos datos tienen relevancia política. Del mismo modo, esos datos, que siguen tendencias previas, indican los límites de las coactivas políticas lingüísticas y, más ampliamente, del conjunto del proyecto de construcción nacional pujoliano, que pivota sobre la lengua.

Habrá que darle más vueltas a la idea, pero no es imposible que la impaciencia separatista se deba a la constatación de esos límites y, por lo tanto, a la constatación del fracaso. Fracaso relativo, sí, pero fracaso: no tienen la mayoría social y los medios que han aplicado para tenerla, no han dado el fruto esperado. Esto no quiere decir que haya que permitir, como se ha permitido hasta ahora, que la construcción nacional siga su curso, vulnerando derechos y libertades y acosando al que no pasa por el aro. Quiere decir, simplemente, que las prisas del separatismo catalán por consumar la ruptura pueden tener su explicación ahí. En el hecho de que, a pesar de todo lo que hacen, el tiempo no corre a su favor.

#459

Re: Desbandada en cataluña

Vaya tochones que metes.... No los lees ni tú.

#460

Re: Desbandada en cataluña

#461

Re: Desbandada en cataluña

La Iglesia Católica también salió ayer al paso. «Hay que asegurar a nuestros mayores, que han sido el gran colchón de la crisis, un desarrollo de pensiones digno y estable», ha subrayado el portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo.

http://www.elmundo.es/economia/macroeconomia/2018/03/02/5a985f93268e3eb16e8b45d3.html

Tienes que hacer algo....hasta la Iglesia..... M. Rajoy contra las cuerdas....

#462

Re: Desbandada en cataluña

Resultado de imagen de viñetas cataluña

#463

Re: Desbandada en cataluña

Lo único que Franco tenía limpio en vida era el culo. Ahora, más de cuarenta años después, lo han metido en la colada y nos lo van a sacar blanco e impoluto. Sin centrifugar. Hasta tal punto funciona el blanqueador óptico, que los hijos del dictador han puesto a la venta el emblema de la extorsión practicada por su familia sobre el pueblo español, el Pazo de Meirás, que se publicita con imágenes del hombre que robó la libertad a este país por la fuerza, leyendo como un vejete cualquiera el periódico y tomando el desayuno. Casi como si hubiera sido una persona. Como si no revolviera la cucharilla sobre la humillación y el dolor y el miedo de muchas familias. La voz del NODO, que aún es para muchos oídos sinónimo de opresión y mentira, incluso para los míos que aún tuvieron que oírla antes de que empezara la sesión infantil de un cine provinciano, se explaya traducida al inglés para intentar sacar otros ocho millones de euros más del oprobio.

Ocho millones. Es la cifra que los Franco -en cualquier país decente les hubieran explicado que es posible cambiarse el apellido por causa grave en el Registro Civil- han largado para que llegue al oído de quien corresponde. Y no son, aunque así lo simulen, los inversores extranjeros. No hay posibilidades reales de que el Pazo de Meirás sea adquirido por un millonario excéntrico. No sólo porque en la mayor parte del mundo sí está estigmatizado el nombre y la figura del golpista que abocó a España a una guerra fratricida, en la que amagaron por primera vez, y como gran ensayo, las fuerzas fascistas y sus oponentes, sino porque no hay comprador que suelte la tela por un bien cuya titularidad es dudosa y, por tanto, lo son las facultades para transmitir la propiedad. Ha venido como agua de febrero, el informe jurídico encargado por la Diputación de Pontevedra en el que se llega a la conclusión de que la transmisión de la propiedad del Pazo a Franco es jurídicamente muy dudosa como poco.

 

Así que cualquier extranjero romántico de fascismo que quisiera hacerse con el edificio debería de saber que sobre él se ciernen dudas jurídicas -suficientes como para arriesgarse a perder su dinero- y la catalogación como Bien de Interés Cultural que le obligaría a abrirlo cuatro veces al mes a las visitas. Un chollo, vamos. La mejor forma de dar salida a ocho millones de euros perdidos. Es evidente que los Franco están señalando a las administraciones públicas para que pasen por caja y les larguen en cash unos milloncejos. Tal decisión no puede producirse. El dinero extorsionado al pueblo no puede volver a ser comprado con dinero público.

Pero mientras, la lavadora sigue el programa largo para obtener una especie de sábana santa del dictador del palio. Hasta donde sabemos, el KGB ha reconocido haber incinerado en abril de 1970 los restos de Hitler que se habían enterrado, junto con otras personalidades de su régimen, en Magdeburgo. En esa ocasión, los restos del dictador nazi fueron incinerados y arrojados al río Biederitz para que jamás pudieran ser encontrados y convertida su localización en lugar de peregrinación. Aquí, en pleno siglo XXI, los eurodiputados han de ser invitados a contemplar las flores frescas que yacen sobre la tumba del tirano, bajo metros de hormigón y cúpulas construidas por presos políticos represaliados por él mismo. Un sarcástico monumento a la humillación de las víctimas arrebatas a la tierra para tener que servir de coartada a su masacrador.

Es terrible pero en esta España del siglo, existe aún una gran parte de la población a la que tal circunstancia no le incomoda. Paréceme que hasta que no consigamos llegar al mínimo consenso de que este país fue privado de libertad y de derechos por la fuerza y sometido durante cuarenta años a una dictadura oprobiosa y vergonzante, no conseguiremos llegar a acuerdos serios en nada más. No es aceptable que un partido de gobierno se niegue a asumir una realidad que le pesa en el ADN. No hay excusas. No hay heridas que se reabran sino heridas en los vencidos y acallados y represaliados que jamás se han cerrado. No hay explicación moral alguna para destinar dinero público a repatriar los cuerpos de los españoles que fueron a luchar junto a los nazis, con la cruz gamada y el juramento de fidelidad al Führer, y no los haya para sacar de las cunetas a los soldados republicanos y a los represaliados. No porque no empatice con los familiares de los divisionarios, sino porque creo en los derechos de memoria de todos. Algo que a los populares no les sucede.

Pero puede hacerse. En los últimos años en Navarra han conseguido revertir el oprobio de tener enterrados en una cúpula gigante a los dos generales golpistas del 36, Mola y Sanjurjo. Este último, doblemente golpista. El obispo de Pamplona dio la autorización para que fueran exhumados de la basílica y entregados los restos a sus familias que les dieron sepultura privada donde desearon. Este mismo camino deben seguir los restos del dictador. No pueden seguir en un lugar preeminente descojonándose con risa de ultratumba de los más de veinte mil cuerpos robados para darle cobertura. Un eurodiputado lo ve clarísimamente. Es una situación inaudita en la Unión Europea. Cierto es que en las democracias del continente se estudiaba historia y, entre ella, la de la conflagración española que fue el germen y la siembra de todo el horror que la siguió.

Sólo nos quedaría por ver un anuncio del conocido detergente utilizando unas imágenes en negro con la cancioncilla de la época: “porque su mujer lo lava con Ariel” mientras el dictador pasa revista con su níveo uniforme de gala de marino. Cualquier cosa. Nada es imposible.

Hace falta otro gobierno y hace falta que no sea sensible a las presiones de los poderes fácticos, como al parecer lo fue el de Zapatero, cuando no dio el paso de solucionar de una vez por todas esta situación inaceptable. Eso o que Europa, último escalón de nuestra esperanza, nos dé un toque definitivo al respecto.

Si no, Franco acabará tendido cara al sol como gustaba en nuestro futuro para siempre como un cadáver impoluto para que las generaciones venideras se vean abocadas a repetir el pasado. Parece ser nuestra condena.

http://www.eldiario.es/zonacritica/colada-dictador_6_746185384.html

#464

Re: Desbandada en cataluña

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#465

Re: Desbandada en cataluña

Oye, no corras mucho que no me da tiempo,.....

http://www.eldiario.es/zonacritica/colada-dictador_6_746185384.html

Lo único que Franco tenía limpio en vida era el culo. Ahora, más de cuarenta años después, lo han metido en la colada y nos lo van a sacar blanco e impoluto. Sin centrifugar. Hasta tal punto funciona el blanqueador óptico, que los hijos del dictador han puesto a la venta el emblema de la extorsión practicada por su familia sobre el pueblo español, el Pazo de Meirás, que se publicita con imágenes del hombre que robó la libertad a este país por la fuerza, leyendo como un vejete cualquiera el periódico y tomando el desayuno. Casi como si hubiera sido una persona. Como si no revolviera la cucharilla sobre la humillación y el dolor y el miedo de muchas familias. La voz del NODO, que aún es para muchos oídos sinónimo de opresión y mentira, incluso para los míos que aún tuvieron que oírla antes de que empezara la sesión infantil de un cine provinciano, se explaya traducida al inglés para intentar sacar otros ocho millones de euros más del oprobio.

Ocho millones. Es la cifra que los Franco -en cualquier país decente les hubieran explicado que es posible cambiarse el apellido por causa grave en el Registro Civil- han largado para que llegue al oído de quien corresponde. Y no son, aunque así lo simulen, los inversores extranjeros. No hay posibilidades reales de que el Pazo de Meirás sea adquirido por un millonario excéntrico. No sólo porque en la mayor parte del mundo sí está estigmatizado el nombre y la figura del golpista que abocó a España a una guerra fratricida, en la que amagaron por primera vez, y como gran ensayo, las fuerzas fascistas y sus oponentes, sino porque no hay comprador que suelte la tela por un bien cuya titularidad es dudosa y, por tanto, lo son las facultades para transmitir la propiedad. Ha venido como agua de febrero, el informe jurídico encargado por la Diputación de Pontevedra en el que se llega a la conclusión de que la transmisión de la propiedad del Pazo a Franco es jurídicamente muy dudosa como poco.

 

Así que cualquier extranjero romántico de fascismo que quisiera hacerse con el edificio debería de saber que sobre él se ciernen dudas jurídicas -suficientes como para arriesgarse a perder su dinero- y la catalogación como Bien de Interés Cultural que le obligaría a abrirlo cuatro veces al mes a las visitas. Un chollo, vamos. La mejor forma de dar salida a ocho millones de euros perdidos. Es evidente que los Franco están señalando a las administraciones públicas para que pasen por caja y les larguen en cash unos milloncejos. Tal decisión no puede producirse. El dinero extorsionado al pueblo no puede volver a ser comprado con dinero público.

Pero mientras, la lavadora sigue el programa largo para obtener una especie de sábana santa del dictador del palio. Hasta donde sabemos, el KGB ha reconocido haber incinerado en abril de 1970 los restos de Hitler que se habían enterrado, junto con otras personalidades de su régimen, en Magdeburgo. En esa ocasión, los restos del dictador nazi fueron incinerados y arrojados al río Biederitz para que jamás pudieran ser encontrados y convertida su localización en lugar de peregrinación. Aquí, en pleno siglo XXI, los eurodiputados han de ser invitados a contemplar las flores frescas que yacen sobre la tumba del tirano, bajo metros de hormigón y cúpulas construidas por presos políticos represaliados por él mismo. Un sarcástico monumento a la humillación de las víctimas arrebatas a la tierra para tener que servir de coartada a su masacrador.

Es terrible pero en esta España del siglo, existe aún una gran parte de la población a la que tal circunstancia no le incomoda. Paréceme que hasta que no consigamos llegar al mínimo consenso de que este país fue privado de libertad y de derechos por la fuerza y sometido durante cuarenta años a una dictadura oprobiosa y vergonzante, no conseguiremos llegar a acuerdos serios en nada más. No es aceptable que un partido de gobierno se niegue a asumir una realidad que le pesa en el ADN. No hay excusas. No hay heridas que se reabran sino heridas en los vencidos y acallados y represaliados que jamás se han cerrado. No hay explicación moral alguna para destinar dinero público a repatriar los cuerpos de los españoles que fueron a luchar junto a los nazis, con la cruz gamada y el juramento de fidelidad al Führer, y no los haya para sacar de las cunetas a los soldados republicanos y a los represaliados. No porque no empatice con los familiares de los divisionarios, sino porque creo en los derechos de memoria de todos. Algo que a los populares no les sucede.

Pero puede hacerse. En los últimos años en Navarra han conseguido revertir el oprobio de tener enterrados en una cúpula gigante a los dos generales golpistas del 36, Mola y Sanjurjo. Este último, doblemente golpista. El obispo de Pamplona dio la autorización para que fueran exhumados de la basílica y entregados los restos a sus familias que les dieron sepultura privada donde desearon. Este mismo camino deben seguir los restos del dictador. No pueden seguir en un lugar preeminente descojonándose con risa de ultratumba de los más de veinte mil cuerpos robados para darle cobertura. Un eurodiputado lo ve clarísimamente. Es una situación inaudita en la Unión Europea. Cierto es que en las democracias del continente se estudiaba historia y, entre ella, la de la conflagración española que fue el germen y la siembra de todo el horror que la siguió.

Sólo nos quedaría por ver un anuncio del conocido detergente utilizando unas imágenes en negro con la cancioncilla de la época: “porque su mujer lo lava con Ariel” mientras el dictador pasa revista con su níveo uniforme de gala de marino. Cualquier cosa. Nada es imposible.

Hace falta otro gobierno y hace falta que no sea sensible a las presiones de los poderes fácticos, como al parecer lo fue el de Zapatero, cuando no dio el paso de solucionar de una vez por todas esta situación inaceptable. Eso o que Europa, último escalón de nuestra esperanza, nos dé un toque definitivo al respecto.

Si no, Franco acabará tendido cara al sol como gustaba en nuestro futuro para siempre como un cadáver impoluto para que las generaciones venideras se vean abocadas a repetir el pasado. Parece ser nuestra condena.

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