Cómo debería ser el referéndum aceptado por todos y no una seudoconsulta impuesta por una parte.
Voy a exponer algunas diferencias con el caso escocés porque ayer escuché a un líder de ERC dando por hecho que un hipotético referendum en Cataluña reproduciría el modelo del 50% + 1 voto (qué optimista Cameron cuando lo aceptó al calor de las primeras encuestas).
Hasta la irrupción de la consulta escocesa, el nacionalismo catalán se aferraba como a un clavo ardiendo al modelo quebequés. Ya saben, que si eso sí es democracia, que cuánta civilización y cuánto respeto. Efectivamente, se consideran esas votaciones y la negociación previa un precedente de jurisprudencia internacional en este tipo de pleitos. La clave de toda esa experiencia es el porcentaje necesario de 2/3, es decir, que dos de cada tres ciudadanos voten Sí para proceder a la secesión, por la muy sensata razón de que el consenso ha de ser amplio antes de acometer una ruptura complicada, dolorosa y seguramente cara, sin que a los dos meses las dificultades reales del proceso cambien fácilmente la opinión de la mayoría y vuelta a empezar (el contra España vivíamos mejor tendría más éxito que el España nos roba, y por supuesto el mismo derecho a convocar otro referendum a los cuatro días del anterior). El porcentaje de participación tiene que ser igualmente elevado, por el mismo motivo. Otro de los compromisos es no volver a convocar otro referendum semejante en un tiempo prudencial, creo que una generación.
Y hablamos de Canadá, una nación reciente, sin guerra de independencia contra la metrópoli, aún estrechamente vinculada al imperio británico hasta mediados del siglo XX, con poquísima población, territorio desmesurado e ingentes recursos naturales, sin crisis que le baile y con posibilidades de financiar la aventura. Los secesionistas quebequeses aceptaron esas condiciones de cajón, si no entiendo mal incluso la cláusula de que cualquier otra región dentro de la provincia tuviese el mismo derecho a permanecer en Canadá si triunfaba el No en ella.
Cataluña a través del Reino de Aragón forma España desde el siglo XV. Es el motor económico del país no solo por méritos propios, sino por la decisiva, repito, decisiva inversión en recursos económicos y humanos del resto de España —incluidas las largas etapas de oneroso proteccionismo— y su condición de plataforma para empresas nacionales, internacionales y multinacionales como base para vender al resto del mercado interior. La mezcla familiar, cultural y vital con los pueblos vecinos no necesita demasiada explicación si el 70% de la población procede por una o las dos ramas de inmigrantes. Por el tono converso, me da que Víctor también. Para más inri, la secesión se plantea en Cataluña en el peor momento económico posible para Cat, Esp y la propia UE, de ahí su nulo entusiasmo. Perverso que los independentistas lo consideren la mejor oportunidad de su historia centrándose únicamente en la debilidad del Estado, un ejemplo palmario de despiste. Suspensos en El arte de la guerra.
Así pues, el Estado español, sobre todo si gobierna la izquierda, podría aceptar un referendum vinculante —ese es el éxito del independentismo, que una votación con todas las de la ley se considere natural por principios democráticos siempre esté sujeta a un periodo previo de debate no manipulado y con todos los informes independientes del mundo sobre las consecuencias positivas y negativas—, pero jamás tragaría con un modelo de 50+1. En nuestro caso, es aún más legítimo que en Canadá el sistema de 2/3.
La pregunta: ¿aceptaría el nacionalismo ese planteamiento? Se les habría concedido el sacrosanto derecho de autodeterminación, nada menos que un referendum vinculante en vez de una descafeinada encuesta, mucho más de lo que piden. El Estado habría cedido, le tocaría al nacionalismo ceder. Pero la respuesta parece clara, un No rotundo a ese planteamiento de cesión mutura. La otrora lección democrática al mundo de Canadá pasaría a ser el coco, un chantaje inaceptable, una burla para la Cataluña. Pero es lo que hay, ¿referendum? OK, pero ya sabéis, 2/3 cuando no salen las cuentas ni con el 50+1. Claro que quizás y de momento se conforman con un Estado federal, concierto económico para que paguen otros la solidaridad interterritorial y sin ningún compromiso de lealtad a cambio.
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