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Re: . Re: Versos sueltos

El TC reconoce el derecho a enterrar a un niño abortado

Lola González Giraldós 15 febrero, 2016 Noticias
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El Alto Tribunal ha concedido el amparo a una mujer a la que no le fue permitido obtener los restos de su hijo para incinerarlos y celebrar una ceremonia civil.

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El Tribunal Constitucional ha reconocido el derecho de una mujer a incinerar a su hijo muerto en un aborto provocado, después de que le fuera negada su petición hace dos años por parte de la Audiencia Provincial de Guipúzcoa. La Sala Primera del Alto Tribunal ha concedido el amparo a esta mujer tras considerar que había sido vulnerado su derecho a la intimidad personal y familiar.

Los hechos ocurrieron en 2013, cuando la mujer que ahora ha recibido el amparo del Constitucional abortó a su hijo después de que los médicos diagnosticaran durante el embarazo polimalformaciones del feto. El aborto se realizó a las 22 semanas de gestación cuando el feto pesaba 362 gramos.

Tras el aborto, la mujer solicitó los restos del niño para incinerarlos y celebrar una ceremonia civil junto con sus familiares. Los responsables del centro hospitalario le respondieron que necesitaba una licencia judicial para incinerar y enterrar a su hijo.

Según el protocolo del hospital, con menos de 180 días de edad gestacional o menos de 500 gramos los restos se consideran “restos quirúrgicos” y no “restos humanos de entidad suficiente”, y son incinerados en el centro sin la presencia de los padres.

Cuando esta madre acudió al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Éibar para obtener la autorización judicial para incinerar a su hijo, la petición fue rechazada en base a la Ley del Registro Civil que establece que la inscripción registral de un feto se realiza en el caso de “las criaturas abortivas de más de 180 días de vida fetal”. La inscripción en el Registro Civil es el paso previo necesario para obtener la licencia de enterramiento.

El motivo de este rechazo era, por tanto, “una cuestión de semanas y peso”, tal y como explica el abogado Aitor Canales, que ha llevado el caso hasta el Tribunal Constitucional y que defiende que “el hecho de ser un resto humano no puede ser una cuestión de peso o de semanas, sino que trasciende magnitudes meramente numéricas”.

De esta forma, se negaron a entregar el cuerpo del niño a su madre, que tuvo que escuchar cómo le consideraban “resto quirúrgico” y no un “resto humano”. Le pedían que se resignara a que el cuerpo de su hijo fuera tratado como un apéndice extraído, incinerado sin la presencia de sus padres y sin una ceremonia de entierro.

Para mayor indignación de los abogados y la familia, este mismo Jugado de Éibar había fallado a favor de una mujer musulmana que solicitó el cuerpo de su hijo alegando motivos religiosos. Canales considera que vulneraron los derechos de igualdad y de libertad ideológica al tutelar los derechos de un musulmán pero no los de una persona que se ha negado a señalar si profesa alguna religión.

La demandante de amparo recurrió ante el Juzgado de Primera Instancia y la Audiencia Provincial de Guipúzcoa al considerar que se habían vulnerado sus derechos fundamentales a la libertad ideológica (art. 16.1 CE), a la intimidad familiar (art. 18.1 CE) y a la igualdad (art. 14 CE). Su recurso fue desestimado en ambas ocasiones.

Ahora el Alto Tribunal ha dado la razón a esta mujer y ha reconocido su derecho a enterrar en la intimidad familiar a su hijo en base al artículo 18 de la Constitución Española. Sin embargo, según informa su abogado, esta mujer no sabe si podrá recuperar los restos mortales que en teoría deberían haberse mantenido en formol durante estos dos años. De no poder incinerar o enterrar a su hijo, se plantearían solicitar una indemnización al Estado.

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#3522

Re: . Re: Versos sueltos

Un genio llamado Enrique Jardiel Poncela
PERSONAJES
Martes 04 de Febrero, 2014

Es una de las mentes literarias más deslumbrantes del siglo XX. Desde la infancia, su vida estuvo dirigida para convertirse en lo que fue: una estrella deslumbrante con una proyección e inteligencia que estaban más allá de lo común en la época. Era habitual verlo en aquellas primeras décadas del siglo sumergido en sus cafés. Cada obra la medía según el número de cafés que había tomado. Trabajaba en sitios ruidosos porque era lo que necesitaba para concentrarse. Jardiel Poncela fue un personaje singular. Un genio. Un autor inolvidable. Por: Bruno Cardeñosa

Poncella’s office. Así llamaban a la cafetería Studio de Hollywood a la que nuestro protagonista acudía día tras día para extender en una de las mesas sus papeles, sus lápices, sus gomas de borrar y sus sueños mientras se encontraba allí. El aire de Los Ángeles le sentó bien; le gustaban aquellos parajes y los sueños que inmoralizó allí en forma de guion cinematográfico. Echaba de menos España, sobre todo Madrid, y especialmente aquel puñado de una decena de cafeterías a las que acudía a trabajar. Las mesas de mármol del café Europeo de la Glorieta de Bilbao se habían convertido en su particular despacho en los años anteriores. Allí llegaba hacia media mañana, se pedía un café con leche, pensaba, escribía, borraba, reescribía, hacía anotaciones en los márgenes de lo escrito, volvía a tomar café y, cuando tocaba, charlaba con los otros genios que se pasaban por allí. “La literatura no es un deporte caro”, decía. Él no calculaba lo que le había costado escribir un libro, un ensayo, una novela o una obra teatral en días, semanas o meses; las medía en cafés. Amor se escribe sin hache, uno de sus trabajos más celebrados, le costó 112 cafés a un precio medio de 55 céntimos cada uno, con una propina de unos 10 céntimos –era generoso, desde luego, pero era como una suerte de perdón, quizá por abusar, pensaba él, sobre las horas y horas que pasaba allí–, lo que hacía una suma total algo inferior a las 62 pesetas; al cambio, hoy eso serían pocos más de 0,40 euros.

Corría el año 1928. Hacía poco que había empezado a mascar el éxito. Habían pasado unos meses desde que en el mítico teatro Lara había estrenado Una noche de primavera sin sueño; el éxito de aquella representación fue una catapulta que le llevaría, años después, a ser contratado por la Fox para poner textos a las películas mudas que por entonces gobernaban el ambiente cinematográfico –más tarde, también escribiría los diálogos de nuevas y flamantes obras fílmicas– y vivió en la costa oeste, en la tierra de los sueños, durante varias épocas de su vida. Allí todavía no se estilaban las malas cafeterías encadenadas pero sí los malos cafés y las caras de extrañeza ante el españolito que iba allí día tras día a sentarse en una mesa como si fuera su despacho.

Pero, aunque el café era malo, requería de esa rutina ritual, y él, con su escaso 1.60 de altura, su ropa llamativa, su gesto de niño travieso, su aire galán, y su espíritu cómico, entraba allí, se sentaba y esa normalidad que imponía a todo la convertía en su mejor aliada. Las camareras –algo que bien poco veía por sus cafés madrileños– rebautizaron el local en honor al primer español que triunfó en la meca del cine y que, si no llega a ser porque le tocó vivir una época complicada, en un país complicado y con una idiosincracia complicada, hoy sería un mito entre los mitos. Y, seguramente, hoy lo es menos que lo será dentro de diez años, y dentro de diez años lo será menos que dentro de veinte. Y es que los mayores elogios a la obra de Enrique Jardiel Poncela le llegaron muchos años después de su muerte, que llegó tras años de enfermedad y olvido tras haber sido uno de los grandes, que vino a menos porque el fervor del público se acabó un par de veces y le arruinó para siempre.

Su gesto amable se truncó cuando el dolor fue ganando espacio. Cuando murió, ni siquiera le quisieron poner una placa en su casa y hubo que esperar a 1968 para que la colocaran en donde nació el 15 de octubre de 1901, el día que hoy se entrega el premio Planeta en honor de Santa Teresa. Casualmente, ese también era el día de su nacimiento, en el número 29 de la calle Arco de Santa María, hoy Augusto Figueroa, una de las calles que unen Fuencarral con Hortaleza, en el Madrid de siempre, en el barrio de Chueca, en pleno centro. Fue hijo de madre artista y padre periodista, progenitores que desde bien niño hicieron de él una persona gustosa de las artes y la estética, que para nada cohibieron un espíritu rebelde e inconformista que estuvo presente en toda su vida y obra literaria.

El entorno en el que nació Jardiel Poncela no podía ser el más adecuado. Con sólo cuatro años, ya se encontraba en la mítica Institución Libre de Enseñanza y tres años después, ingresó en la Sociedad Francesa de Madrid. Por entonces, el pequeño Poncela era ya un gran experto –sí, con sólo 7 años– en algunas grandes obras de arte, que conocía gracias a los paseos, interminables, que daba junto a ella por el Museo del Prado, mientras que su padre lo llevaba a la tribuna de prensa del Congreso de los Diputados. Estaba claro que ya de niño, Poncela iba a ser hombre de arte y letras, de letras o arte. Creció en un entorno que no le podía conducir a otra parte; y más aún cuando su familia se traslada, siendo ya un adolescente de 15 años, a vivir a la calle Churruca de Madrid. Uno de sus vecinos resulta ser, ni más ni menos, que Manuel Machado. Poncela iba a ser una estrella, y afortunadamente, precoz.

Cuando tenía 18 años, un amigo suyo, José López Rubio, recuerda la carrera literaria de Poncela: ya había escrito 64 obras teatrales. No había publicado ninguna, por supuesto, pero tenía la mano entrenada, la pluma domesticada y el cerebro bien armado. Quien lo conocía lo tenía claro: iba a ser un genio.

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#3523

Re: . Re: Versos sueltos

¿PRESCINDIR DEL PROTOCOLO?

febrero 15, 2016 10:38 am by: Belen Egea Categoría: Protocolo Personal Deja un comentario A+ / A-
prescindir del protocolo

Son muchos los que siguen percibiendo el protocolo como algo rígido, inflexible y centrado exclusivamente en cuestiones de etiqueta que afectan solo a la realeza. Es cierto que hasta hace poco tiempo la RAE definía protocolo como “regla ceremonial diplomática o palatina establecida por decreto o por costumbre”, una definición que ciertamente no se ajustaba a la realidad y que podía dar esa visión equivocada que tienen quienes presumen de “saltarse un protocolo” al que después culpan por no haber sido invitados a un determinado acto o no tener asignada la ubicación deseada en el mismo.

En más de una ocasión hemos escuchado como personas que necesitan y se sirven del protocolo en su trabajo, “presumen” de ser poco “protocolarios”. Hace un tiempo leí un artículo en el que cierta personalidad manifestaba no considerarse un “obsesionado del protocolo” porque la gente se podía dirigir a él de la forma que creyese más conveniente.

Los de protocolo repetimos una y otra vez (aunque parece que no es suficiente) que el hecho de mostrar cercanía, amabilidad y de huir de la excesiva afectación en el trato, poco tiene que ver con no ser “protocolario”. Se trata únicamente de una cuestión de buena educación y de saber adaptarse a cada circunstancia, el respeto en el trato con los demás debe ser mutuo y tan arrogante es el que exige un determinado tratamiento a quien desconoce el uso del mismo, como quien conociendo las reglas básicas de la cortesía las incumple presumiendo de una “naturalidad” que en la mayoría de los casos resulta artificial.

La arrogancia o inflexibilidad no son defectos propios del protocolo, como tampoco son virtudes del mismo la naturalidad o amabilidad. Estas faltas o cualidades son más bien atribuibles a las personas y todos somos susceptibles de tenerlas en mayor o menor grado. El protocolo, precisamente, aporta las herramientas necesarias para lidiar con todas ellas en situaciones donde el entendimiento y la cordialidad son necesarios para llevar a buen término acciones conjuntas.

Por tanto, prescindir del protocolo -es decir, de todo aquello que nos ayuda a equilibrar los diferentes intereses personales favoreciendo la fluidez en nuestras interacciones- pone de manifiesto nuestra vanidad, más que nuestra naturalidad. Una vanidad que nos hace creer que en la balanza siempre pesan más nuestras virtudes que las de los demás y que nos lleva erróneamente a prescindir de lo imprescindible.

¡ESPERO VUESTROS COMENATRIOS!

SALUDOS.

BELÉN EGEA.

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#3524

Re: . Re: Versos sueltos

Totalmente de acuerdo.

Si quieres que te sea sincera, a mi ya me da igual el color del gobierno, con tal de que las personas que suban y toquen poder, se preocupen de los problemas de sus conciudadanos, respetando sus tradiciones, fe y costumbres.

También me gustaría que existiera tolerancia real entre los habitantes del Estado Español, que no se clasificara tanto a los demás, que no se prejuzgara sin molestarse previamente en conocer a las personas...

Hace mucho que vengo criticando a Rajoy, por todo lo que considero ha hecho mal, entre otras cosas, mintió ya el tercer día de su mandato, incumpliendo su programa electoral y sin embargo, ya ves, llevo meses teniendo que leer por parte de desconocidos, supongo que serán troles con ganas de reventar el foro, estúpidas insinuaciones sobre si soy f r a n q u i s t a. ¡Manda narices!

Sin duda, todos los ataques de Podemos y/o sus grupúsculos a cualquier tema relacionado con la religión que he decidido libremente practicar, me impiden votarles en conciencia, en unas eventuales nuevas elecciones, ni ahora ni jamás, eso también me gusta que quede claro.

Un saludo cordial

¡Sed muy felices!

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#3525

Re: . Re: Versos sueltos

El fin del apellido Hitler
El pacto de extinción de los sobrinos nietos del Führer
«Juramos que no tendríamos hijos»
Los últimos descendientes del dictador nazi viven juntos en Nueva York: Alexander, Louis y Brian se cambiaron el apellido y permanecen escondidos


15 de septiembre de 2014. 01:33h
Álvaro del Río - París.

Hay familias más difíciles de asumir que otras. El apellido Hitler es de esos que sólo pronunciarlo evoca los más funestos episodios de la Historia reciente. Los sobrinos-nietos estadounidenses del Führer hubieran preferido ahorrarse un lazo de parentesco que saben les perseguirá hasta el último de sus días. Pertenecen a la rama anglosajona del dictador. Quizá la más desconocida. Los tres hermanos supervivientes ya se cuidan de mantener lo más secretamente posible el sombrío origen de su estirpe. A ellos les dedica esta noche un espacio la cadena gala Planete+ en un documental realizado por el reportero franco-canadiense Emmanuel Amara. «El Juramento de los Hitler» echa la vista atrás, remonta el tiempo para trazar un perfil genealógico de estos cercanos parientes pero sobre todo para describir la vida cotidiana de unos «americanos ordinarios».

Sobra decir que el patronímico «Hitler» ha sido borrado de su existencia. En sus buzones como en sus documentos figura otro apellido bien distinto: Stuart Houston. Quizá en referencia Houston Stewart Chamberlain, yerno de Wagner, conocido por sus teorías del racismo y apreciado por el dictador, según explica el autor en un reportaje que publica «Paris Match». Tan ordinaria y discreta es su vida que pasan desapercibidos en su vecindario de Long Island, una zona con una fuerte presencia de judíos jasídicos, según el semanario. Alexander, de 65 años, trabajador social jubilado y el mayor de todos, vive prácticamente recluido en su casa. En el barrio, todos parecen ignorar no sólo el germánico apellido, sino que su segundo nombre es Adolf, como el de su tío abuelo y un detalle sobre el que el interesado, preguntado por el autor del documental, prefiere no comentar nada. No explica por qué su padre, William Patrick Hitler (Stuart Houston), que no era el sobrino predilecto precisamente del dirigente nazi, le dio su nombre como recuerdo. A sólo unos metros de Alexander comparten vecindad sus dos hermanos solteros, Louis, el segundo, que vive junto con el más pequeño de la familia, Brian. Juntos han montado una empresa y se dedican al paisajismo. Y como el mayor, profesan el más hermético de los silencios respecto a sus antepasados. El tercero de los cuatro hermanos, Howard, inspector de Hacienda, murió en un accidente de tráfico en 1989.

El «Juramento» que estos lejanos familiares del dictador habrían sellado entre ellos, además de «no hablar nunca con periodistas», consistiría en no dejar ninguna descendencia y extinguir, al menos en su rama, la línea de sangre de los Hitler. «Ellos no firmaron un pacto, sino que hablaron sobre la carga que todos tenían respecto al pasado en sus vidas, y decidieron que ninguno se casaría ni tendría hijos. Y ése es un pacto que han conservado hasta hoy», explicó en su momento David Gardner, autor del libro «The Last of the Hitlers», y el auténtico descubridor, durante los años noventa, de los hermanos Stuart Houston.

El artífice del cambio de apellido fue su padre, William, hijo de Alois, un hermanastro de Adolf Hitler. De madre irlandesa, Brigid, y primera esposa de Alois, William decidirá sacar provecho del apellido recorriendo Alemania y Reino Unido, ocupando distintos puestos en Opel, pero sin obtener grandes réditos, salvo apenas 500 marcos de su tío antes de que en 1939 éste le obligara a elegir entre la nacionalidad alemana o la británica. Ese año, junto a su madre, que residía en Londres, desembarcan en Norteamérica con la determinación de adoptar una nueva bandera. «Espero que los americanos no se burlarán mucho de mi bigote. Pero mi corazón está en el buen lugar», aseguró a su llegada según una grabación de la época que recoge el documental. En Estados Unidos el apellido Hitler despierta tanta curiosidad como inquietud en el FBI. Tras colaborar con una investigación de la CIA, William llegará a combatir en 1944, enrolado en la Navy americana, al servicio de las tropas aliadas, «decidido a participar en la liquidación del régimen de mi tío que tanta miseria ha creado». Con el suicidio del dictador en 1945 y el fin de la Segunda Guerra Mundial, William optará por la discreción, desterrando para siempre el apellido Hitler y prefiriendo el anonimato de otro –Stuart William– impregnado de mucha menos sangre.

Desde que la existencia de los cuatro hijos de William saltó a la luz, no sólo han sido puestos bajo los focos, sino que han sido objeto de persecuciones de los «caza Hitlers». Decididos a demostrar el vínculo genético de la rama norteamericana con el Führer, dos belgas, un periodista, Jean-Paul Mulders, y un agente de aduanas, Marc Vermeeren, llegaron hace unos años a parapetarse frente a la casa de Alexander esperando a poder recoger la más mínima muestra válida de su ADN. Tras varios días –con sus noches– de espera y en plena tormenta de nieve, el primogénito abandonó su domicilio en busca de comida, desprendiéndose de regreso a la vivienda de una servilleta que los avezados investigadores no dudaron en aprehender. Los tests realizados posteriormente en Bélgica concluirían el lazo de parentesco. Estos mismos «detectives» pudieron probar que, al menos otros treinta y seis parientes, aunque en este caso más retirados, vivirían en Austria y compartirían con Adolf Hitler el mismo cromosoma «Y».

Sus pesquisas para sacar a la luz a todo descendiente más próximo o más retirado del dictador nazi les llevaron también a descartar la posibilidad de que el cerebro de la Shoah hubiera dejado sucesión directa. Durante años en Francia, Jean-Marie Loret afirmó ser el hijo ilegítimo que Hitler habría tenido con su madre siendo el alemán un simple soldado durante la Primera Guerra Mundial. Los análisis de los belgas, que llegaron a procurarse un sello con restos genéticos de Loret, desmienten esa tesis. Su cromosoma «Y» no coincide con el del Füher. A menos que aquella no fuera realmente su saliva.

Junto a los estadounidenses, decididos a acabar con su estirpe, los familiares directos del dictador se reducen a Peter Raubal, 83 años, y Heiner Hocheger, nietos de Angela, la otra hermanastra de Adolf Hitler.

El acorazado Bismarck en la piscina

Willy Hitler, el sobrino de Hitler, crió a sus cuatro hijos en un inmueble en Silver Street en Patchogue, Nueva York, donde se hacía cargo de un laboratorio de análisis de sangre en su casa. Los niños solían divertirse en la piscina con un acorazado de juguete al que llamaron Bismarck, igual que el de la Marina alemana. Louis, uno de los hijos de Willy Hitler, llevaba un corte de pelo al estilo «mop-top», como los componentes de los Beatles. En la actualidad, la casa de dos pisos es propiedad de Robert Parlamento, quien se trasladó allí en 1999. Tras un tiempo, decidió hacer unas reformas y descubrió algunas posesiones familiares como equipos del laboratorio bajo las tablas del suelo del porche o documentos de negocios y periódicos alemanes detrás de los paneles de yeso.

El detalle

«PARIS MATCH» Y LOS «AMERICANOS COMUNES»

La revista gala descubre a los últimos descendientes de Hitler Louis, Brian y Alexander Adolf Stuart Houston en sus casas de Long Island.

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#3526

Re: . Re: Versos sueltos

No, ya te dije que no pasaras, caramba. Es más, pillas al interfecto y le cantas cuatro frescas, igual no sirve de nada, pero te vas quedando satisfecha.

Hay ocasiones en las que mantener la compostura con según qué personal no sirve de nada. Si algunos no respetan las reglas, deben asumir que el campo de juego se amplia también a ellos, faltaría más.

Veo que le vamos dando al teclado a base de bien, unos días que no entro y me tienes liado, caramba. Y ahora, ya no hay teclado dorado, sino un cuado doradito, hay que ver.

Abrazo multicolor.

Suerte a todos.

no desaparece lo que muere, desaparece lo que se olvida

#3527

Re: . Re: Versos sueltos

Los antidisturbios de Madrid se vuelven antisistema

NACHO CHAPARRO16/02/2016 - 17:540 Comentarios


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La desaparición de la UCE es una buena noticia
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ALBERTO RUIZ-GALLARDÓN
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Miembros de la UCE se manifiestan. EFE

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"Carmena llora mucho"

El ayuntamiento de Madrid desmantela su cuerpo de 'antidisturbios' y, adivinen, el propio cuerpo no está de acuerdo. El delegado de Seguridad, contra los municipales de Madrid: les investigará por su persecución

Hasta ahí todo razonable, que el pan de cada casa es asunto serio. Pero en un irónico giro argumental, unos 200 agentes de la UCE afectados por su desmantelamiento se han plantado en la plaza de la Villa a esperar al Concejal de Salud, Seguridad y Emergencias de la ciudad, Javier Barbero, con la noble y ordenada intención de llamarle gordo, dictador y otras lindezas que en televisión se esconderían bajo un agudo pitido.

Entre adjetivo y adjetivo, algún que otro zarandeo poco amistoso al coche del concejal. Algún policía, que no se dio cuenta de que hoy estaba en el bando manifestante, cumplió con el mandato constitucional de agredir a una periodista hasta romper su cámara (Los antidisturbios deben de tener algún convenio con MediaMarkt y son muy de estimular la renovación de equipos de imagen). Al final, y para redondear lo irónico del caso, la UIP (los antidisturbios de la Policía Nacional) ha tenido que intervenir para facilitar la huida del concejal.

Liberado de la turba, el concejal se ha unido a la "fiesta de disfraces" y ha proclamado que "se investigará" lo de hoy por si fuese constitutivo de delito. Como en el experimento de la cárcel de Stanford (googleadlo, que es largo de explicar), basta tener un bastón de mando para encajárselo en las costillas al manifestante de turno. Basta ostentar el poder, para ver delito en la protesta.

La UCE que ahora desmantela Carmena no es precisamente patrimonio histórico, sino una reciente creación del insigne Ruiz Gallardón, liberal en lo económico, represor en lo social y no tan liberal en lo económico si hay que castigar el bolsillo del contribuyente con otro cuerpo represor. Carmena la retira porque quiere un enfoque distinto en la seguridad de la ciudad y porque de algún lado hay que recortar lo que se amplía en otras partidas.

Podrán ustedes, como yo, imaginar mil situaciones en las que los servicios de la UCE se hacen necesarios. Pero la detección de una necesidad no implica que esta deba estar cubierta por cada administración, menos aún cuando esta cobertura se ofrece mediante el ejercicio la violencia legítima, asunto espinoso y competencia Estatal por antonomasia.

La desaparición de la UCE es una buena noticia porque supone acabar con una duplicidad innecesaria; Porque la violencia legítima conviene tenerla concentrada en pocas, expertas y vigiladas manos; Y porque, en vista de lo ocurrido hoy, alegra saber que nuestra integridad física y el orden de nuestras calles no dependerá de la mesura y proporcionalidad de quienes llaman "dictador" al depositario de la soberanía popular.

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#3528

Re: . Re: Versos sueltos

Policías de Madrid hacen un 'escrache' al concejal de Seguridad de Carmena

Los agentes han insultado y golpeado el vehículo de Javier Barbero por suprimir una de las Unidades de Antidisturbios de la Policía Municipal al grito de "gordo y dictador"
Foto: Policías de Madrid insultan a Javier Barbero y golpean el vehículo en el que viajaba. (EFE)
Policías de Madrid insultan a Javier Barbero y golpean el vehículo en el que viajaba. (EFE)
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E. P. H.
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16.02.2016 – 14:28 H. - ACTUALIZADO: 2 H.
Nuevo escrache en Madrid, pero en esta ocasión se invierten las tornas y es la Policía quien lo lleva a cabo. Los agentes locales, que participaban en una manifestación contra el Ayuntamiento de Madrid por suprimir las Unidades Centrales de Seguridad de la Policía Municipal (los antidisturbios), han arremetido contra el concejal de Seguridad de Carmena, Javier Barbero.
Los agentes, que eran unos 200, han empezado a perseguirle al grito de "gordo" y "dictador", golpeando con violencia su vehículo. Además, le han acusado de "cargarse las unidades de antidisturbios" y han reclamado la dimisión del actual jefe de la Policía Local.

Así ha sido el escrache
La protesta ha comenzado en los alrededores de la Plaza Mayor, donde se concentraban con motivo de la reunión de la comisión municipal de Seguridad del área, donde participaba Barbero. A su salida, los agentes le han asaltado y le han perseguido 400 metros calle abajo a lo largo de la calle Mayor y hasta Bordadores.
"La Policía Nacional no me ha defendido"
Javier Barbero, visiblemente afectado, ha lamentado que la Policía Nacional no haya intervenido "en el acoso". "Me llama mucho la atención que los antidisturbios de la Policía Nacional no hayan intervenido, cuando en principio era una concentración que luego se ha convertido en manifestación y en acoso", ha señalado Barbero en declaraciones a la Cadena Ser.
Sin embargo, el concejal ha aseverado que no se plantea interponer una denuncia, pero que, a su juicio, "hay funciones que tienen determinados cuerpos que han de cumplir", lo que es "labor de la Delegación del Gobierno".

Por su parte, la Delegación del Gobierno en Madrid ha replicado que la labor de seguridad de las autoridades municipales corresponde a la Policía Municipal y expone que su servicio de escolta no requirió en ningún momento la actuación de agentes de la Policía Nacional. "No ha habido riesgo contra él", reiteran.
Han golpeado a un periodista
Uno de los policías locales que se manifestaban ha golpeado a una periodista en el brazo y ha tirado el teléfono móvil con el que esta trataba de grabar la protesta. El acto estaba convocado por el Colectivo Profesional de la Policía Municipal (CPPM) y a él se han sumado el CSIT y el CSIF, mientras que el resto de sindicatos policiales no han participado. Según los sindicatos, el Gobierno local quiere suprimir las unidades por "el mero hecho de que lleven un casco y escudo".

El equipo de Gobierno que dirige Manuela Carmena tomó recientemente la decisión de eliminar una de las dos unidades conocidas popularmente como 'antidisturbios', creadas en 2003 bajo el mandato de Alberto Ruiz-Gallardón, para reforzar las unidades de distrito.
El ayuntamiento quiere elaborar un nuevo plan de policía más encaminado a "proveer" de servicios a la ciudadanía que a controlarla, en el marco del cual se ha tomado esta decisión de suprimir una de las dos unidades. Entre los agentes policiales y el equipo de Gobierno local, también ha crecido la tensión por el impago de una compensación económica acordada entre el área dirigida por Barbero y los sindicatos a cambio de no reducirse la jornada en los meses de verano.

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