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¿Burbuja en la inteligencia artificial? No: estamos viendo una transformación estructural
En mi opinión, la inteligencia artificial no está en una burbuja especulativa, sino en una fase de expansión estructural profunda. Basta con observar el comportamiento del índice que agrupa a los "7 magníficos" del Nasdaq, centrado en grandes tecnológicas como Apple, Nvidia, Microsoft, etc. La tendencia es claramente alcista y no muestra signos técnicos de agotamiento. A pesar de los factores macro actuales reunión de la Reserva Federal, temporada de resultados empresariales o incluso un encuentro relevante entre Xi Jinping y Donald Trump el índice sigue subiendo con fuerza, ignorando el ruido del mercado. Eso indica que el dinero sigue fluyendo hacia este sector, que el interés es real, y que detrás hay fundamentos.
Un ejemplo claro de este auge lo encontramos en la explosión de la construcción de centros de datos, imprescindibles para el desarrollo de modelos de inteligencia artificial. Actualmente, Estados Unidos cuenta con más de 5.400 centros de datos operativos, más que el resto del mundo junto. Aun así, sigue construyendo nuevos. Las empresas vinculadas a este sector están también en una clara tendencia alcista, y aunque algunas pueden estar técnicamente sobrecompradas, cualquier corrección sería probablemente una pausa dentro de una estructura de crecimiento a largo plazo.
El crecimiento de la IA ha destapado un nuevo cuello de botella: la energía eléctrica. OpenAI ha solicitado públicamente a la Casa Blanca un aumento masivo de la capacidad de generación eléctrica del país, porque sin más energía no se puede sostener el crecimiento tecnológico. En ese contexto, empresas como Google han solicitado acuerdos con compañías eléctricas como NextEra para asegurar su suministro, y esta última ya ha anunciado la reapertura de una central nuclear cerrada para responder a esa demanda. En el plano técnico, el gráfico de NextEra muestra una fuerte acumulación cerca de la resistencia de 92 dólares. Si la supera, podría desplegar una ruptura alcista importante, muy similar a patrones vistos anteriormente, como el del oro en 2025.
Por otro lado, si la IA necesita más energía, también necesita más cobre. Este material es esencial para las infraestructuras tecnológicas, desde chips hasta cableado de refrigeración. Empresas con minas en Iberoamérica muestran también una tendencia alcista consistente, impulsada por esta demanda estructural.
Frente a este escenario, la respuesta europea es preocupante. Mientras EE. UU. y China amplían capacidad energética, en Europa se siguen cerrando centrales nucleares. Alemania, por ejemplo, clausuró tres en 2023 y ha demolido parte de otra este octubre. Lo más llamativo es que, según encuestas, una mayoría de ciudadanos alemanes estaría a favor de reabrir las centrales nucleares ya existentes, pero las élites políticas y burocráticas continúan bloqueando estas decisiones, favoreciendo exclusivamente fuentes renovables, que no son suficientes para alimentar la infraestructura tecnológica futura.
En resumen, no estamos viendo una burbuja artificial. Estamos ante una transformación profunda en la estructura económica y energética global, donde la inteligencia artificial actúa como catalizador. El capital se está posicionando en consecuencia, y las decisiones estratégicas especialmente las energéticas marcarán quién lidera y quién queda rezagado en esta nueva era. Europa, por ahora, parece ir en dirección contraria.