Cómo construir uno mismo una cartera de ETF como las que invierten los ricos
Los fondos cotizados tienen unas comisiones ultra-bajas y permiten obtener desde una simple cuenta de valores un nivel ed diversificación comparable al de los profesionales de la inversión
Miguel Moreno Mendieta
“Los
ETF son los fondos de inversión 3.0″. Quien habla es Víctor Alvargonzález, fundador de la firma de asesoramiento Nexstep Finance. Su entusiasmo por los fondos de inversión cotizados, más conocidos por sus siglas en inglés, es compartida por cada vez más actores del mercado. Los ETF son la última frontera de la innovación financiera. Un instrumento que permite invertir en miles de acciones y bonos con solo unos cuantos clics y a precios extremadamente baratos. Crear carteras de ETF se está convirtiendo en una de las fórmulas de ahorro más populares en todo el mundo. Y en los departamentos de banca privada, ya es el vehículo más utilizado. La popularidad de este producto, además, está generando una oferta cada vez más amplia, lo que a su vez abre más opciones a los clientes.
Los fondos cotizados
se crearon hace más de medio siglo en Estados Unidos. ¿En qué consisten? En un híbrido entre una acción y un fondo de inversión. De las primeras toman la posibilidad de comprarse y venderse de forma instantánea. Si el mercado donde cotizan está abierto, la transacción se produce en segundos. Máxima liquidez y transparencia. De los segundos toman su diversificación. Mediante un solo ETF puede obtenerse exposición a todas y cada unas de las mayores compañías cotizadas del mundo, o a una selección de la deuda soberana de todos los países occidentales. Si se combinan varios productos, la variedad es absoluta y el abanico de posibilidades, casi infinito. Una de sus grandes ventajas es el precio. Un fondo normal de Bolsa estadounidense puede cobrar una comisión anual del 1,5%, mientras que hay ETF similares por un 0,15%. Para una inversión de 50.000 euros la diferencia es pagar 750 euros al año o abonar solo 75 euros.
Una de las compañías europeas que más está creciendo con la distribución de fondos cotizados es
Trade Republic. Matthias Baccino, uno de sus principales directivos, visitaba Madrid hace unas semanas. “Estamos creciendo con mucha fuerza, sobre todo entre un público joven, que está cansado de que los bancos les cobren unas comisiones de gestión abusivas y que no les paguen en sus depósitos las subidas de tipos del Banco Central Europeo”.
Trade Republic y
Scalable Capital, ambas alemanas, tienen ya millones de clientes por toda Europa. Aunque en sus plataformas también se pueden adquirir acciones, su producto estrella son los ETF. “Los recomendamos como una forma perfecta para ir construyendo un capital, programando suscripciones automáticas”, apunta Baccino.
La inmensa mayoría de brókeres que operan en España ofrecen ETFs en su escaparate. Además de los mencionados Trade Republic y
Scalable Capital, están
Degiro (Alemania),
Interactive Broker (Irlanda), Trive Broker (Malta), XTB (Polonia). Estas entidades, al estar autorizadas en algún país de la Unión Europea, pueden comercializar sus productos en todo el territorio comunitario. Evo Banco, Renta 4 o
Myinvestor (filial de Andbank) cuentan también con fondos cotizados. Los grandes grupos bancarios y aseguradores ofrecen en sus plataformas de negociación de valores estos ETF, aunque las comisiones son más caras.
La forma de operar en estas plataformas es muy sencilla. Hay que entrar en su web o descargar su aplicación para el móvil. Después es necesario registrarse como usuario. El siguiente paso es aportar los datos personales requeridos (DNI, dirección...) y completar un formulario para acreditar conocimientos bursátiles. Una vez dados estos pasos, solo queda depositar dinero en la cuenta de valores de la plataforma. Se puede hacer con transferencia. En muchos de los nuevos brókeres el depósito mínimo es bajísimo.
Contratar ETF cada vez es más barato. Por ejemplo, en la plataforma XTB se pueden contratar gratuitamente, siempre que el importe no supere los 100.000 euros mensuales. Tiene una cartera de más de 300 fondos cotizados. Además, el capital no invertido que esté ingresado en
XTB paga una rentabilidad del 2%. En el bróker de Evo Banco también es gratuito comprar fondos cotizados.
En el caso de Trade Republic, la firma
llega a pagar un 4% de intereses por el efectivo no invertido, aunque en cada operación de compra de ETF se cobra un euro como coste de transacción. En otras entidades, como Interactive Broker, si la orden de adquisición supera los 1.000 euros, no hay comisión. En Myinvestor hay una comisión del 0,12% por la orden de compraventa y otra del 0,3% por cambio de divisa (si fuera necesario).
Ahora bien, aquí estamos hablando de lo que nos cuesta adquirir ese ETF, pero luego el propio producto de inversión tiene sus propias comisiones de gestión. Al final, se trata de vehículos que tienen que comprar una serie de acciones o bonos para tenerlas en cartera. La mayoría de fondos cotizados se dedican a replicar la evolución de índices, como el Nasdaq, el S&P 500 o el Ibex. Eso hace que no tengan que pagar a gestores y que los costes sean muy bajos.
Por ejemplo, en los ETF de Bolsa del
gigante estadounidense Vanguard, las comisiones van del 0,1% al 0,2%. Este tipo de cargo se cobra directamente contra el patrimonio del fondo cotizado, y lo que hace es restar levemente su rentabilidad. La mayoría de los inversores no llegan a ser conscientes de estas comisiones.
Bien, la decisión de invertir a través de ETF está tomada. El bróker donde acceder a estos productos está elegido. Ahora llega lo más importante. ¿Qué fondo cotizado elegir? ¿Cuántos productos de este tipo tener en cartera? ¿De qué gestora?
Jordi Mercader sabe mucho de cómo responder a esta pregunta. Hace 10 años vio el futuro del desarrollo de los ETF y creó la firma InbestMe, que crea carteras de fondos cotizados y fondos de inversión indexados para sus clientes. La entidad, que tiene ya 200 millones de euros bajo gestión, lleva años conociendo en profundidad a su clientela y diseñando los mejores planes de ahorro e inversión para ellos. “Para tener diversificación lo más razonable es tener, como mínimo, un ETF que invierta en Bolsa y otro en bonos”, explica Mercader.
Una persona más joven, con visión a muy largo plazo y menor aversión al riesgo, invertirá mayor proporción de su cartera en renta variable, en acciones. Mientras, alguien que esté más cerca de la edad de jubilación o a quien no le guste asumir riesgos, tendrá mayor proporción en el ETF de deuda.
Y ¿qué producto elegir? “Hay ETF muy baratos que replican la evolución del índice bursátil de países desarrollados MSCI World, y otros que incluyen también compañías de países emergentes, el MSCI All Countries World Index, que invierte en 2.841 acciones”, apunta Jordi Mercader. Del mismo modo, hay fondos cotizados de BlackRock o Vanguard que reúnen bonos de todo el mundo. El Vanguard Total Bond Market ETF permite invertir en 11.124 emisiones de deuda de todo el mundo, con un vencimiento medio de 8,3 años y una rentabilidad bruta estimada antes de comisiones del 4,8%.
Para resumir este posicionamiento, Martín Huete, el cofundador de Finizens (otra firma de gestión automatizada de carteras) siempre habla de que con estas inversiones se trata de “comprar el mundo y olvidarse del ruido de los mercados”. Al estar invertido en posiciones tan diversificadas, el cliente garantiza que su dinero siempre va a seguir el devenir medio de las Bolsas y los bonos. No dará nunca el pelotazo, pero tampoco se quedará nunca rezagado.
Tener un ETF de Bolsa y otro de bonos, en diferente proporción, sería el mínimo para crear una cartera propia de fondos cotizados. A partir de ahí, las posibilidades de sofisticación son infinitas. Víctor Alvargonzález, de Nextepfinance, recomienda buscar algún tipo de asesoramiento. “En la parte de renta fija puede resultar más atractivo en un momento dado tener un ETF con vencimientos más cortos o más largos, en función de las perspectivas de las políticas de los bancos centrales. Tener la opción más básica implica un coste de oportunidad importante”, explica el experto.
Además de firmas de asesoramiento, hay sociedades de valores como InbestMe, Finizens o
Indexa Capital que crean estas carteras de fondos indexados para sus clientes a cambio de una comisión.
Uno de los fundamentos de la inversión a través de ETF es que conviene realizar aportaciones de forma regular. De esta manera se promedia invertir en los momentos en los que el mercado está muy caro y en los que está barato. La mayoría de aplicaciones de brókers ya ofrecen esta posibilidad. Incluso tienen diseñados los llamados “planes de ahorro”, con los que se invierte de forma sistemática en una cartera de fondos cotizados ya predefinida.
Si el largo plazo siempre es importante en el mundo de la inversión, con los ETF lo es más, a causa de la fiscalidad. Al ser considerados por Hacienda como una acción, cuando se vende el producto, las plusvalías generadas tributan como una renta del capital en el IRPF. El tipo aplicado está entre el 19% y el 23% (salvo para plusvalías superiores a los 200.000 euros). Por eso, los expertos recomiendan mantener la inversión en ETF lo máximo posible.
Cuando se eligen los fondos cotizados, es fácil verse deslumbrados por la gran oferta comercial. Hay ETF que invierten en compañías posicionadas en inteligencia artificial, otros que apuestan por la robótica. “Lo más importante para el cliente es conocerse bien a sí mismo y no dejarse llevar por las modas, que es un caso muy habitual”, explica un banquero privado desde Sevilla. Y, por supuesto, tener temple con las decisiones tomadas. Si se apuesta por una cartera con un 90% de Bolsa hay que saber que antes o después se pueden sufrir correcciones del 30%.