Pero en el estado más rico California no se notara , si se nota la caída de demanda de oficinas como sucede en España con fuertes caídas ante el teleempleo cada vez más en auge
Las tensiones entre los bancos y Magyar Vagon han trufado el intento de los húngaros por hacerse con Talgo. Las negociaciones de los bancos prestamistas de Talgo con los húngaros retrasaron algunas semanas la presentación de la opa. De los 330 millones de deuda del fabricante español de trenes, en torno al 70% contenía cláusulas que permitían su amortización anticipada en caso de cambio de control de la compañía. Por tanto, para lanzar la opa debía o bien repagar la deuda o bien necesitaba alcanzar un acuerdo con las entidades financieras —una veintena de bancos, en su mayoría españoles— que le eximiesen de efectuar ese pago.
Tras semanas de conversaciones alcanzó ese pacto que le permitió lanzar la oferta. Magyar Vagon ya cuenta con la confirmación por escrito de en torno al 90% de los bancos de Talgo de que no exigirán el repago de la deuda, lo que en la jerga se conoce como waiver.
Sin embargo, los bancos patrios han decidido que hasta ahí llega su vinculación con los húngaros. Han rechazado tanto proporcionar el aval por hasta 620 millones a la opa que deben remitir a la CNMV, como participar en el paquete de deuda con la que este grupo piensa financiar la opa. Para ambos casos han seleccionado a entidades financieras llegadas desde el este de Europa. Paralelamente ha contratado a Lazard como asesor financiero de la transacción, mientras que los asuntos legales quedan en manos de Garrigues.
Fuentes próximas a la operación indican que Magyar Vagon ya contaba con la financiación —que se compone de una mezcla de préstamos bancarios, que después intentarán colocar en el mercado, y capital— antes de tomar la decisión final de lanzar la opa. En un principio sondeó incluir a alguna entidad española, para tratar de dar un barniz nacional a la oferta, pero todas ellas rechazaron el ofrecimiento. La razón, sobre el papel, está en que los bancos españoles están ya presentes en la deuda de Talgo y financiar también a los húngaros supondría asumir demasiada deuda de una misma compañía.
Con esta decisión la banca evita posicionarse en contra del Gobierno. El ministro de Transportes, Óscar Puente, ya rechazó la transacción y dijo que el Gobierno hará todo lo posible por parar la opa. Las razones esgrimidas están en los vínculos de la compañía húngara con el primer ministro del país, Viktor Orban. Su presidente, András Tombor, fue asesor de Orban, así como está presente en el capital el fondo soberano húngaro Corvinus.
El último en dejar clara la postura del Consejo de Ministros ha sido el titular de Economía, Carlos Cuerpo, quien ha afirmado que el Gobierno defenderá los “intereses estratégicos” de España. También ha avanzado que el Gobierno ya analiza la oferta, tal y como la propia empresa húngara ya confirmó por su parte en su comunicación a la CNMV. Por el lado de los sindicatos, el secretario general de CC OO, Unai Sordo, ha avisado al Gobierno que la oferta viene “de la poco fiable Hungría de Orbán”, por lo que ha pedido al Ejecutivo “cuidado y prudencia”.
Magyar Vagon está obligada a contar con la aquiescencia del Gobierno para seguir adelante con la opa. De acuerdo con el escudo antiopas, que blinda a las compañías cotizadas en sectores estratégicos de la adquisición por parte de inversores extranjeros, los húngaros deben pedir autorización al Consejo de Ministros. Según comunicaron el jueves, el grupo envió la solicitud antes de Semana Santa, por lo que el Gobierno cuenta con tres meses de plazo para autorizar o rechazar la oferta, si bien puede prolongar este plazo a placer.
La empresa húngara remitió al regulador toda la documentación de la oferta el jueves para su autorización. Solo le falta publicar precisamente el aval bancario que exige presentar la ley, para lo que la norma de opas le da un plazo de siete días más para remitirlo al regulador. Este organismo cuenta con estos mismos siete días para admitir la opa a trámite y después un plazo de 20 días, que puede reiniciar cuanto quiera, para autorizarla. La CNMV, eso sí, solo se pronunciará sobre la oferta después de que esta obtenga el plácet del Gobierno.
Jacobo Arteaga (Madrid, 1971) trabaja como consejero delegado en la boutique de inversión BrightGate Capital, fundada en 2008 junto con Bertrand de Montauzon. La entidad tiene una división de asesoramiento a grandes patrimonios y también una gestora de fondos. Uno de los vehículos administrado por Arteaga -el BrightGate Global Income, que gestiona junto a Javier López Bernardo-, se ha convertido uno de los productos revelación de la gestión de activos en España. En un entorno cambiante para la renta fija, en el que el retraso del esperado momento para la rebaja de tipos está dejando pérdidas en muchos fondos, el que gestionan Arteaga y Bernardo renta en el año el 4,4%.
El fondo invierte fundamentalmente en emisiones de deuda de empresas, sobre todo de Estados Unidos, Canadá y Europa, siempre con el riesgo divisa cubierto. La duración de la cartera es neutral -”no jugamos a adivinar lo que va a hacer la Reserva Federal”, apunta Arteaga- y su objetivo es conseguir para los partícipes del fondo una rentabilidad de euríbor más 300 puntos básicos. En los últimos 10 años han cumplido, logrando un retorno medio anual del 3,5%. Una tarea titánica teniendo en cuenta el larguísimo periodo de tipos de interés al 0%.
El fondo ha sido reconocido con las cinco estrellas de Morningstar -que lo sitúa como mejor que el 90% de los fondos comparables-. En un periodo de tres años, se trata del mejor vehículo de todo el mundo entre los 99 de su categoría y Arteaga ha sido reconocido con la máxima calificación que otorga la firma Citywire entre los gestores, la AAA.
¿Cómo surgió la idea del fondo?
El cliente español es conservador. Mi socio Bertrand de Montauzon y yo habíamos trabajado en grandes bancos internacionales, como Merrill Lynch y Credit Suisse, y sabíamos cuál es la actitud de las personas adineradas hacia la inversión. Por eso vimos que era muy pertinente lanzar un fondo de renta fija global, que pudiera ser capaz de dar 300 puntos básicos por encima del euríbor. Lo malo fue el momento del lanzamiento.
¿Por qué?
Lo levantamos en 2013 y captamos 17 millones, con antiguos clientes. Fue justo en medio del prolongado periodo de bajos tipos de interés impuesto por la Reserva Federal y el Banco Central Europeo (BCE). Durante mucho tiempo fue muy difícil conseguir una rentabilidad mínima para el cliente. Pero supimos tener paciencia y no asumir demasiados riesgos. El primer ejercicio completo, 2014, obtuvimos un 4,6% y a lo largo de 10 años hemos conseguido un retorno medio del 3,49%.
Ahora la situación ha cambiado por completo...
Así es. En 2022 todo cambió. Registramos una pequeña caída, por la drástica subida de los tipos de interés, pero mucho menor que las caídas de nuestra competencia. A cambio, pudimos meter en cartera muchas emisiones con cupones atractivos. En concreto, estos títulos ofrecían un 8,4% a final de año. El año pasado pudimos recoger los frutos y dimos un retorno de casi un 10%.
Eso ha generado un gran interés por el producto
En ocho meses hemos casi triplicado el patrimonio gestionado, al pasar de 20 a 57 millones de euros. Cada mes entran dos millones más, lo que no es fácil de gestionar, porque somos muy selectivos con las inversiones. De hecho, tenemos previsto hacer un cierre parcial del fondo en 150 o 200 millones como mucho.
¿Cuál es el objetivo de ese cierre?
Cuando tienes un tamaño muy grande es más difícil encontrar las emisiones adecuadas y poder invertir la cantidad que quieres. Una de las características del fondo es que está muy concentrado. Como mucho 60 posiciones, cuando lo normal en este tipo de vehículos es acumular 200 bonos. Eso hace que sean inversiones importantes y, si eres demasiado grande, solo puedes acceder a emisiones de deuda de compañías enormes.
Jacobo Arteaga, en su despacho de Madrid el 20 de marzo. Santi Burgos
Parece raro eso de poner un límite al éxito...
El fondo ha tenido una racha muy buena y eso hace que entre mucho dinero caliente, pero nosotros lo que queremos es construir una relación duradera con los partícipes. Que sea gente que confíe en nosotros y que pueda aguantar momentos malos. Es una de la maldiciones del éxito, que genera muchos flujos, y cuando son de salida puede complicar la operativa del fondo. Cuando hay situaciones de estrés en el mercado, todo el mundo quiere salir y al gestor le toca desprenderse de sus mejores activos, lo cual es un drama. Desgraciadamente, el cliente minorista suele ser muy miedoso.
¿Qué tipo de compañías tienen en cartera?
Buscamos siempre empresas que han sido capaces de generar una rentabilidad superior al coste de capital, al menos durante 10 años. Esto, por ejemplo, nos aleja de compañías tecnológicas o de reciente creación. También evitamos sectores regulados, como las eléctricas. Además, investigamos sobre los directivos, para cerciorarnos de que tengan una trayectoria y una estrategia solvente. En general, nos gustan las compañías dueñas de activos reales, como fábricas, terrenos, edificios. En caso de suspensión de pago, eso garantiza que los bonistas puedan cobrar algo.
¿Aprovecharon la crisis de Credit Suisse para entrar en el sector financiero?
Efectivamente. Teníamos muy estudiados varios bancos regionales de Estados Unidos, y tuvimos la oportunidad de comprar bonos de M&T Bank, una entidad con sede en Buffalo [Nueva York], que pagaba un cupón del 9,8%, siendo una entidad muy rentable. También tenemos deuda de una firma italiana especializada en el descuento de facturas, BFF; en la aseguradora American Coastal...Siempre son ideas de inversión muy trabajadas y diferenciales.
¿En qué regiones invierten más?
Ahora tenemos en cartera casi el 60% en emisiones de Estados Unidos y Canadá. En general hemos estado bastante infraponderados en Europa, porque veíamos peores oportunidades. También hemos tenido algún bono de compañías de países emergentes, como Brasil o Canadá, aunque siempre emitidos en dólares.
¿No es peligroso en una inversión de renta fija que haya un riesgo por la depreciación de una divisa?
Nosotros siempre que invertimos en un bono que está emitido en otra moneda cubrimos ese riesgo divisa. Igual que tampoco nos exponemos al riesgo de tipo de interés, es decir, a tratar de acertar con la política monetaria. Nos centramos en el riesgo de crédito, en buscar compañías que creemos que van a devolver sus deudas y que ofrecen buenos rendimientos.
¿Por qué han optado por no jugar con la duración de los bonos?
El que vaya a funcionar mejor la renta fija con vencimientos a corto plazo o la renta fija a largo plazo depende de la política monetaria y preferimos no dedicarnos a adivinar lo que va a hacer Jerome Powell [el presidente de la Reserva Federal]. Entre otras cosas porque ni él sabe cuándo va a bajar tipos exactamente. Conocemos muchos fondos con brillantes macroeconomistas que han generado tremendas pérdidas por fallar con su análisis. No queremos jugar este tipo de riesgo.