Mi impresión personal es que la directiva de Sr. Ucar, que a efectos prácticos es la heredera de la del Dr. Valderrama, tenía una empresa que funcionaba con el piloto automático, con muchos micro accionistas que lo eran esencialmente por los lotes que repartían en las juntas, y en la que todos vivían muy cómodamente.
Tropezaron con el medicamento milagro, la promesa de beneficios hizo que la cotización se disparase, con la cotización se disparó el PER y el Sr. Ucar y su directiva se encontraron, por primera vez, con un severísimo problema: tenían que conseguir materializar los beneficios del medicamento milagro. Y esa materialización no se produjo. Simplemente, no supieron conseguir los beneficios que el mercado había anticipado.
La consecuencia de esa falta de materialización de los beneficios previstos fue el galletazo que se llevó la cotización después de haber subido a las nubes, y ese galletazo obligó al Sr. Ucar a tomar medidas, como la eliminación del presupuesto de I+D, para poder capear el temporal.
De esa situación sale el concepto que tiene el Sr. Ucar sobre los accionistas, a los que equipara con especuladores: la subida de la cotización fue para el Sr. Ucar una fuente de problemas sin fin, y desde entonces se conjuró para evitar que volviera a pasar.
Y desde aquel entonces gestiona la empresa como si fuera la empresa de la famiglia Ucar, eliminando deuda, comprando otras empresas sin que se sepa muy bien para qué, ni qué resultados se han obtenido con esas adquisiciones, construyendo fábricas tampoco se sabe muy bien para qué ni por qué, salvo que estaba el dinero ahí.
El Sr. Ucar sabe que si retribuye al accionista, la cotización sube, y si sube la cotización, a la dirección se le exigen resultados. Como ha dado con unos accionistas que parecen aceptar los malos resultados para ellos, siempre y cuando "la empresa" tenga unas cuentas atractivas, el Sr. Ucar lo tiene claro: mejorar las cuentas de la empresa a costa de los bolsillos de los accionistas.
Para la dirección esto supone tranquilidad en la gestión, y posibilidad de beneficios por operaciones vinculadas o cuando menos, por la mera gestión de los presupuestos de las inversiones y adquisiciones realizadas. Para los fondos de inversión supone que cuando la bonanza contable no se traduce en rentabilidad, se cansan y acaban saliendo de la acción.
Los accionistas a largo plazo seguimos esperando que la gestión cambie, cosa que no pasará hasta que Ucar desaparezca, y los buenos resultados se traduzcan en rentabilidad para el accionista, no solo para la empresa y sus directivos.
Eso es lo que, en mi opinión, consigue el Sr. Ucar con su estilo de gestión: alejar a los accionistas exigentes, minimizar la supervisión sobre sus operaciones de gestión, y tener una vida tranquila, acorde a una empresa con un PER muy bajo, y que no obstante tiene unos resultados anuales muy buenos, que hacen posible gestionar unos fondos cuantiosos sin tener que rendir cuentas ni a accionistas reivindicativos, ni a bancos ni a nadie (porque para el Sr. Ucar eso somos los accionistas, nadie).