Es que siempre pasa, cuando vendes te sientes primero aliviado y contento con tu pájaro en mano, pero luego un regusto amargo, te invita, por no sentirte saciado, a querer volver a entrar, aunque sea a un precio pelín más alto que el anterior asumiendo más riesgo y jugándotela hasta pillarte de nuevo, y cuando te pillas dices ¡no vuelvo más!, y anda que vuelves, a promierdar, o a compensar las pérdidas con otra mejor, o a esperar para salir si se puede, ¡y todo por no conformarte con tu presa y volver a dormirte a la espera del momento!.
Como leí en un libro con solera, casi todos los jugadores de bolsa cortoplacistas, terminan siendo ludópatas.