Estoy básicamente de acuerdo en todo lo que dices, excepto en ese obstinado empeño de pretender hacer co-responsables de la situación que padecemos, a quienes fueron desposeídos de la propiedad de sus empresas y van a a ser procesados por unos presuntos delitos que pesan sobre ellos.
Dices que los abogados defensores no han sido capaces de demostrar nada en ocho años y que no han podido conseguir un auto judicial de sobreseimiento. De verdad que parece increíble que a estas alturas todavía haya que leer algo como esto. ¿Has leído tú alguna vez, acaso, todos y cada uno de los escritos que el abogado Gómez de Liaño ha presentado ante diversos Tribunales de distintas jurisdicciones? Por lo que escribes, desde luego, no lo parece. Para colmo, incurren también otros como tú en unas delirantes contradicciones, al quejarse porque los recursos interpuestos por la defensa de los procesados, retrasan los procedimientos.
¿De verdad crees que depende de estos abogados y que es culpa de ellos no haber podido conseguir ese auto de sobreseimiento, con todo lo que se ha alegado y habiendo hasta agotado la posibilidad en muchos casos de plantear más recursos? Si por un lado manifiestas que la Justicia no es ágil en éste país, ni imparcial ni independiente y que el poder político está degradado por una casta parasitaria que nos devora a todos en sus corruptelas, ¿cómo puedes culpar a otros por no poder ganar contra esto? Acusas a todos los poderes del Estado, primeramente, pero ante tu impotencia y frustración, acabas arremetiendo contra quienes a pesar de todo han sido víctimas también de algún modo, como nosotros, de todo esto.
Dices y con razón, al igual que han dicho otros, que somos los afectados los mayores perjudicados pero, seguidamente, apuntas a los procesados y la emprendes contra ellos como "chivos expiatorios" porque viven dignamente, siendo además que lo hacen a costa de nuestro dinero (presuntamente). Es decir, tú al igual que los otros ya los has juzgado y condenado, prematuramente. Es seguro que deberán estar viviendo muy bien y sobre todo al compararlos con nosotros mismos. No obstante todo es relativo, aunque por poder aún estar, en un país que conserva al menos una apariencia formal de una democracia de Estado, han tenido mucha suerte pues en otra época o lugar, sin más miramientos ya los habrían colgado. Lo cierto es que no pueden vivir mejor que como antes estaban. Fueron despojados de la propiedad de su empresa, perdieron su reputación para siempre y han visto su carrera profesional definitivamente truncada, sin olvidar que pasaron un mes en la cárcel y que llevan ocho años con la incertidumbre sobre un incierto juicio pendiente.
Otros grandes empresarios financieros, sin embargo, parecen haber tenido bastante más suerte. ¿Por qué será? Estos, por haber provocado de manera negligente, alevosa e irresponsable, la mayor crisis económica en la historia moderna de España, han sido rescatados por el Estado con el dinero de toda la sociedad y a costa de la miseria o ruina de la mayor parte de los ciudadanos. No solo se les ha perdonado de ir a la cárcel por sus robos y delitos demostrados, sino que han recibido mayores subvenciones o prebendas en sus cargos y en el peor de los casos, jubilaciones o retiros dorados cobrando pensiones o sueldos millonarios. Todo esto, como favores de sus amigos políticos, por los servicios prestados.