Ni en la peor de nuestras pesadillas pudimos imaginar que 2010 acabaría siendo un año tan nefasto. De lo que nos puede deparar 2011 y siguientes casi mejor no hablamos. En 2010 se ha dado por inaugurada una época de importantes retrocesos sociales que, dadlo por seguro, tendrá continuidad en los próximos años.
Con la excusa de la crisis y el endeudamiento global nos han encasquetado severos tijeretazos en gran parte de derechos sociales conquistados en décadas anteriores. Estamos inmersos en el peor de los escenarios posibles que ni tan siquiera los neoliberales más recalcitrantes hubieran podido imaginar en sus sueños más húmedos.
La lista de ultrajes acometidos en 2010 ha sido larga; la reforma laboral, la congelación de las pensiones, la bajada de sueldos de los funcionarios, la retirada de los 426 euros del PRODI, la drástica reducción del gasto social, la subida de impuestos indirectos que dinamitan la progresividad fiscal, etc.
A esta lista de la infamia habrá que añadirle otras tantas que en breve caerán; la reforma del sistema de pensiones, las drásticas reducciones presupuestarias en servicios públicos y prestaciones sociales, la reforma de la negociación colectiva, la reforma sanitaria con su correspondiente copago sanitario, la reforma de las políticas activas de ocupación, el incumplimiento del Salario Mínimo Interprofesional a 800 € mensuales para 2012, la congelación del IPREM, ..., y todas aquellas que se le vayan dictando desde fuera al Gobierno a lo largo de los próximos meses.
Resulta indecente que al Gobierno y su infantería neoliberal ante tanta "necesidad" de reformas, se le "olvide" de citar entre sus prioridades una reforma a fondo de todo el sistema financiero que evite que en el futuro se repitan las tropelías especulativas cometidas en el pasado.
En cualquier caso somos un país anestesiado, ante semejante atropello de derechos sociales, aquí no protesta ni el tato a no ser que nos toquen las vacaciones o el fútbol. Y es que incluso muchas veces se da la circunstancia que la ciudadanía está encantada con alguna de estas medidas, siempre y cuando afecten a otros y no les toque recibir a ellos.
Y cabe recordar que toda esta imparable pérdida de derechos sociales se produce con la total complacencia y connivencia de prácticamente toda nuestra clase política. España es desde mayo de este año un país intervenido, gobernado por los tecnócratas de Bruselas. Zapatero apesta a cadáver político que abandera políticas antisociales y repudia su propia ideología socialdemócrata y el PP es un partido autista, podrido por la corrupción. A modo de ejemplo para valorar la catadura moral de Zapatero, el otro día en el Congreso ya advirtió (en una de sus habituales contradicciones que ya no sorprenden a nadie) que donde dije el año pasado "desaceleración", "brotes verdes", "lo peor de la crisis ya ha pasado," etc... digo ahora que la crisis va para largo (cinco años), y aún y con éstas, aquí sigue sin pasar nada.
Y lo más obsceno de todo es que tanta política draconiana de ajuste no ha servido para generar más confianza en el exterior, los mercados financieros se mofan de toda estas medidas; el diferencial de nuestra deuda soberana sigue "in crescendo" con lo que ya tenemos nuevos llamamientos neoliberales reclamando más carnaza en forma de más y más recortes sociales, entre ellos, el "top one" de sus demandas; presionar hacia otra Reforma Laboral que nos lleve hacia el despido libre y gratis, que es a lo que van. Son insaciables. Mientras más tienen, más quieren. Y ahora, lo quieren todo. Pero tampoco no nos engañemos, la cuestión de fondo es que somos un país sin credibilidad puertas a fuera, posiblemente porque en lo económico andamos quebrados.
2010 ha vuelto al ser un año de más desempleo y de mayor indefensión para la clase obrera por una regresiva Reforma Laboral cuya valoración pasados ya más de seis meses es de una inutilidad mayúscula en lo que se refiere a la generación de empleo. Es más, si para algo ha servido la Reforma Laboral ha sido para acelerar la destrucción de empleo. La aprobación de Expedientes de Regulación de Empleo se han generalizado con la bendición de una Autoridad Laboral bastante sumisa a las pretensiones empresariales (cabe pensar que siguiendo instrucciones de los arriba).
También en este 2010, una vez más, han crecido las desigualdades entre las rentas del trabajo y las del capital. En un entorno en que la producción continua creciendo, y por contra, las rentas del trabajo se diluyen (por el paro y moderación/reducción salarial), se genera una transferencia continua a rentas de capital para enriquecer a la clase empresarial, y por ende, la financiera. Cabe recordar a caso que España es el único país de la OCDE donde los salarios han disminuido en los últimos quince años mientras los beneficios de las grandes empresas españolas aumentaron un 73% de 1999 a 2008. Curiosamente la moderación salarial parece que no llega, por ejemplo, a los Consejos de Administración de la Empresas cuyos emolumentos crecieron un 8,3% en 2009.
En 2011 se aprobará la tan anunciada reforma de la negociación colectiva que pretende desregularizar e individualizar las relaciones de trabajo y eliminar la ultra-actividad de los convenios, y con ello, silenciar la fuerza reivindicativa de la clase obrera. Ello conllevará un paulatino empobrecimiento de la clase obrera, que unido a su excesivo endeudamiento fruto de la estafa piramidal del ladrillo perpetrada en los últimos años, nos reconduce a un panorama muy deprimente para los próximos años. Pero para muchos lo peor está por llegar; en 2011 finalizan muchas prestaciones de paro de los primeros despidos que trajo la crisis en España en 2008. El drama social que se nos avecina es brutal y sus consecuencias inimaginables.
La deuda, tanto pública como privada, sigue y seguirá siendo uno de nuestros grandes lastres para recuperarnos del embrollo en el que andamos metidos. Un endeudamiento que es el resultado de los problemas generados por el modelo neoliberal de consumismo atroz imperante en los últimos años. Lo más indignante de todo es que sean los grandes causantes de esta crisis, aquéllos que vienen recibiendo ingentes cantidades de dinero para acudir a su rescate, los que acto seguido, viene exigiendo regresivas políticas de ajuste con el objetivo de pagar una deuda que ellos mismos generaron. La desfachatez del sector financiero llega hasta el extremo de que se están beneficiando de la barra libre de liquidez del BCE al 1% de interés, toda vez que con este dinero ellos se enriquecen obscenamente prestándolo al 8% o comprando deuda soberana al 6%.
Un auténtico robo en toda regla que se perpetra con total impunidad y connivencia de nuestra clase política, y sin que a día de hoy, ningún banquero o responsables de organismos reguladores (tanto privados como públicos) hayan sido procesados judicialmente por su manifiesta incompetencia y/o malas prácticas cometidas.
A modo de ejemplo, un servidor está hasta al gorro de oírle la misma cantinela sectaria a MAFO (Gobernador del Banco de España) respecto a echarle la culpa de todo los males a los trabajadores, mientras él se ha salido de rositas de toda esta crisis, obviando toda su responsabilidad en el descalabro bancario en el que está inmerso este país y que tratamos de reflotar con un dinero que es de todos (FROB) y que posiblemente nunca más volveremos a ver. Y ahí sigue MAFO en el cargo, inasequible al desaliento, y con ni tan siquiera el más mínimo atisbo de reconocimiento de errores por su pésima gestión, pero ya sabemos que en este país no dimite nadie
En el tema de las pensiones la consigna sigue estando clara desde hace años; hay que meterle el miedo en el cuerpo al españolito medio con la cantinela de que el sistema es insostenible. Un sistema que a día de hoy sigue estando en superávit cuando ya años atrás los agoreros de costumbre ya vaticinaban que a estas alturas el sistema ya entraría en barrena.
Por tanto, mentiras interesadas sobre la viabilidad del sistema siempre las ha habido. Y es lógico pensar que el alargamiento de la esperanza de vida de la población obliga a hacer reformas al sistema (pero sin pasarse), y asumiendo que otros factores entran en juego en este debate como es el aumento de la productividad experimentado en los últimos años (concretamente un 77% en los últimos 30 años), y que por tanto también genera más riqueza que debe destinarse a sostener el sistema de pensiones.
Lo que sí resulta muy obvio es que detrás de tanto sainete alarmista está la larga sombra del sector financiero tratando de llevarse su parte del pastel con sus planes privados de pensiones (en detrimento de reducir significativamente las pensiones públicas) para luego gestionarlas a su antojo y seguir forrándose.
En fin, perdón por el tostón, pero es que este 2010 ha resultado un año muy intenso aunque desgraciadamente 2011 también promete venir muy movidito. Feliz 2011 a todos.