Lo primero que debemos plantearnos en este primer post es qué diferencias existen entre la renta variable y la renta fija para tomar una decisión -decisión que es perfectamente modificable con el paso del tiempo-.
La renta variable no es otra cosa que el mercado de acciones, al cual podemos acceder como inversores adquiriendo directamente acciones a través de un bróker, a través de derivados o a través de fondos de inversión. En este punto, cabe recalcar que comprar y vender acciones entraña más riesgo, en general, que la compra venta de bonos -renta fija-. ¿Y por qué conlleva más riesgo? Simplemente porque los accionistas o dueños de las empresas tienen un grado de protección ante la ley inferior al de los bonistas o acreedores, que en caso de quiebra de la empresa cobran antes que los anteriores.
Esto provoca que la bolsa, el mercado de acciones o la renta variable -se les puede denominar indistintamente- tenga más riesgo que la renta fija o mercado de bonos. El riesgo se mide por la volatilidad, que a su vez no es otra cosa que la variación porcentual diaria que registra un activo en su cotización, es decir, a mayores porcentajes de subida o bajada, mayor volatilidad, y al revés. A nadie le extraña que el Ibex35 se mueva más de un 1% en una sesión, mientras que el mercado de deuda -mercado de bonos o renta fija- lo normal es que se mueva cada día menos que ese porcentaje, en términos generales, ya que siempre dependerá de la empresa o título en cuestión y de su riesgo implícito.
Pero claro, asumir una mayor volatilidad o, en definitiva, un mayor riesgo, suele generar mayores retornos. Esto es algo obvio, porque no es lo mismo aquel que presta dinero a alguien por unas horas (menos riesgo y retorno nulo o muy escaso), que el que lo presta por varios años (más riesgo por la duda de si lo recuperará o no, pero más rentabilidad exigida al deudor), así como no es igual invertir en un negocio novedoso (más riesgo por el desconocimiento del mismo pero con potenciales beneficios incuantificables) que en otro que existe desde hace años y que ya está consolidado (menos riesgo porque se conoce su evolución pero menos beneficios esperados).
Ante esta situación, nos preguntamos ¿cuánto debo destinar yo a renta variable o a renta fija? ¿Hay una norma con carácter general? Estas preguntas las iré desvelando en próximas publicaciones por no extender demasiado este primer post. Lo que sí puedo ir adelantando es que inversores que hace meses no se atrevían a aumentar su exposición a la renta variable, lo están haciendo ahora, quizá con algo de retraso frente a los que sí se atrevieron entonces tras ver que la bolsa española ha repuntado más de un 40% desde el verano de 2012, pero atendiendo a la bolsa americana, con revalorizaciones superiores al 100% desde sus mínimos del 2009 y atacando máximos históricos,parece evidente que el Ibex tiene mucho recorrido por delante -le queda prácticamente doblar su valor para alcanzar los máximos históricos en las inmediaciones de los 16.000 puntos-. Es época de ir asumiendo mayores riesgos por las ingentes inyecciones de liquidez de los Bancos Centrales realizadas durante los últimos años que finalmente está llegando al sistema a través de una mayor confianza generalizada. Liquidez y confianza que más pronto que tarde mutarán en la llamada “economía real” -en España, porque en otros lugares como en Estados Unidos ya empezó a ocurrir hace tiempo y tuvimos, y seguimos teniendo, la oportunidad de invertir en cualquier región del mundo, como en el propio EEUU-.
Y ¿por qué con fondos de inversión?Porque igual que las acciones tienen como ventaja su total liquidez y agilidad en su negociación, los fondos reúnen varias características clave para una amplia mayoría de inversores, como es una mejor fiscalidad, una mayor diversificación, unos costes muy reducidos, una gran transparencia y profesionalidad en la gestión… aspectos en los que iremos profundizando también en próximos artículos.
Pablo del Barrio
Agente de Inversis