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La importancia de la asignación de activos

Como indicábamos en el último post, uno de los elementos fundamentales a la hora de conformar nuestra cartera de fondos es la asignación de activos o asset allocation. Tanto es así que, según estudios realizados sobre el comportamiento de los fondos de pensiones estadounidenses, el comportamiento de estos depende en un 91% de la asignación de activos y tan solo un 9% del momento de entrada y salida de los mercados y de la selección de valores concretos, lo que muestra a las claras que esta asignación es fundamental.

Teniendo muy presente la importancia de esta tarea, debemos de tener en cuenta que no es lo mismo la asignación de activos desde un punto de vista estratégico que táctico, como ya hemos comentado en fechas recientes.
 
La asignación de activos estratégica es la guía que debemos de tener en cuenta para planificar el conjunto de nuestro patrimonio. Como ya indicamos al principio de este blog, esta asignación incluye activos de Renta Fija y Variable, Liquidez y, en la medida que el tamaño de nuestro patrimonio lo permita, y con el fin de diversificar aún más los riesgos, activos inmobiliarios; asimismo, debemos recordar que esta asignación de activos debe evolucionar a lo largo del tiempo, reduciendo el nivel de riesgo asumido a medida que pasa el tiempo (independientemente de aquellos cambios que introduzcamos por motivos tácticos).
 
Un ejemplo de esta asignación, podría ser el siguiente. Supongamos el caso de un empresario de unos 40 años, casado y con hijos, con un patrimonio invertible de (en números redondos) 300.000€ (invertido en activos líquidos) y un perfil de riesgo conservador; asimismo, este cliente desea mantener un importe liquido de 30.000€.
 
Teniendo en cuenta su perfil de riesgo y su horizonte temporal, a este cliente tipo le convendría mantener una cartera de fondos de Renta Variable equivalente al 55% de su cartera, es decir, 165.000€ (que podríamos repartir entre 3 y 5 fondos, con el fin de repartir el riesgo asumido); el resto del patrimonio invertible se destinaría a una cuenta remunerada o fondo de inversión monetario, por importe de 30.000€, podría repartir 55.000€ en fondos de inversión de Renta Fija (entre 3 y 6) y 50.000€ a la compra de títulos de Renta Fija y Seguros de Ahorro (repartido entre 3 y 5 referencias).
 
Obviamente, dada la situación actual, podría estudiarse obviar por el momento la compra de títulos de Renta Fija y centrarse en la inversión en Seguros de Ahorro, con el fin de obtener una rentabilidad razonable a corto plazo, a la espera de poder conseguir rentabilidades atractivas en el mercado de Renta Fija. Asimismo, podría elevar el nivel de liquidez a costa de su inversión en activos de Renta Variable, con el fin de poder incorporar los mismos de manera progresiva y aprovechando, así, los posibles recortes en los índices que pudiesen producirse (sería conveniente mantener en liquidez, con este propósito, entre un 30 y un 50% de la posición destinada a la Renta Variable).
 
En cualquier caso, convendría que, en caso de plantearse destinar parte de su ahorro a un plan de pensiones, optase por la opción de materializar esta inversión en un P.P.A. (preferible) o en un P.P.I. Garantizado lo suficientemente flexible como para poder realizar aportaciones de manera periódica sin perder las posibilidades de mantener dichas garantías.
 
Además, el reparto citado anteriormente no se mantendría de manera indefinida, de tal forma que, a medida que se fuese acercando la edad de jubilación, iríamos reduciendo de manera progresiva (bajando, por ejemplo, un 5% la exposición a este activo cada 2-4 años) su exposición a Renta Variable, destinando, a partir de los 65 años, tan solo un 10% a activos de este tipo, con el fin de reducir al máximo los riesgos asumidos por el cliente, tratando, en todo caso, de obtener unas rentabilidades que permitan al cliente, no solo mantener su el nivel de vida que le proporcionan sus ahorros, batiendo a la inflación, sino además obtener una rentabilidad que le permita, en la medida de lo posible, mejorarlo sin por ello asumir niveles de riesgo superiores a los recomendables.
 
Evidentemente, esta asignación estratégica ha de implementarse con una táctica que, respetando los porcentajes indicados en la estratégica, permita al inversor situarse en las opciones más rentables de cada momento, aunque, como ya se ha indicado, en momento puntuales pueda romperse la estrategia planteada con el fin de mejorar las rentabilidades obtenidas a largo plazo.
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