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Propuestas (atrevidas) para un programa electoral (5): libertad = movilidad

Hay algo que suelo cuestionar del liberalismo convencional y es la relevancia excesiva que se le concede a la propiedad privada y, por extensión, a la acumulación. A mí no me causa ningún problema que en el planeta haya ricos y pobres, inquilinos y propietarios, indios y vaqueros. Lo que sí me preocupa es que en la sociedad haya personas maniatadas, dependientes, sin alternativas, en definitiva, personas que no puedan ser libres. Esto me lleva a discutir la importancia de la propiedad en la ideología liberal porque creo que la libertad no procede de lo material, sino de la movilidad, entendida en sentido amplio:

  1. Que uno pueda decidir si moverse en coche, en transporte público, a pie, en bicicleta…
  2. Que si uno no puede permitirse comprar una casa –o aunque pueda - tenga una oferta razonable de alquiler.
  3. Que uno pueda cambiar de trabajo y, por lo tanto, de vida, con facilidad y sin condicionantes impuestos por la intervención de la economía.
  4. Que uno pueda gestionar su propio ahorro, incluso si quiere donar su fortuna, desinteresadamente, a las arcas públicas.

La libertad económica, desde mi punto de vista, no consiste en poseer sino en elegir. Y me dejáis que me ponga un poco conspiranoico, ahora que no nos lee nadie. El sistema económico está montado para que unos pocos –no voy a señalar a nadie- disfruten de lo mejor del libre mercado (carne fresca, abundante y a buen precio) y de lo mejor de la intervención económica (rescates, bonificaciones, desgravaciones, fraude de ley). Mientras que el resto de la sociedad paga la fiesta y asume todos los riesgos del libre mercado (los fallos, la especulación) y de la intervención (los ajustes, los impuestos, la moderación salarial…). Los grandes poderes se han ocupado de que el trabajador esté bien atado a su puesto de trabajo, mal remunerado y precario, para  que no se olvide de que tiene que pagar las deudas que le han convertido en propietario y los impuestos que le conceden acceso al Estado del Bienestar. Pues bien, lo que tenemos que reivindicar es un sistema de equilibrios. Algunos dirán que eso se consigue poniendo más impuestos y más inspecciones. Yo apuesto, por el contrario, por una economía sin ataduras pero con capacidad de generar alternativas. Lo que viene siendo un liberalismo para todos, no sólo para burgueses.

Así que, continuando con mis propuestas atrevidas, voy a añadir aquí una serie de ideas para favorecer la movilidad de las personas. Movilidad en cuatro sentidos: geográfico, social, laboral y financiero.

  1. Transporte colectivo. Nótese que digo colectivo y no público, porque considero que pueden y deben coexistir líneas de cercanías pagadas con el bote común y servicios dotados por agrupaciones de agentes privados (polígonos, urbanizaciones, centros educativos).  Para ello, claro está, hace falta repensar toda la fiscalidad o, como mínimo, introducir las oportunas bonificaciones o desgravaciones.
  2. Alquiler de vivienda. En este punto no voy a ser muy original, creo que parte de la solución está en dar seguridad jurídica al propietario, lo cual, en la práctica, supone desjudicializar los eventuales conflictos con los inquilinos y gravar la renta obtenida con un impuesto progresivo por tramos (que podría ser 0 hasta un determinado precio por m2). Para dar seguridad económica al propietario, el ocupante deberá cubrir el seguro de la vivienda, gestionado a través de una entidad pública que aplicará la correspondiente discriminación de precios en función del cumplimiento del inquilino. El resultado que deberíamos conseguir de este sistema es, lógicamente, un aumento de oferta y una bajada de precios. Si esto no se consigue, yo apoyaría la creación de un impuesto local sobre los pisos vacíos. (A propósito, idea para emprendedores: ¿para cuándo una red social que nos dé visibilidad a los buenos inquilinos? Una herramienta para que los caseros puedan venir a buscarnos… ahí queda eso).
  3. Movilidad laboral. La degradación de las relaciones laborales parece que va a seguir hasta el infinito, en detrimento de la productividad, de la calidad de las organizaciones y de la meritocracia –ya ni menciono el tema de los derechos conquistados-. La solución a este problema no creo que se encuentre en ningún programa electoral sino en coordinarnos desde la base y promover iniciativas para vaciar el mercado. Por supuesto, siempre habrá gente dispuesta a tragar con lo que hay. Pero si no nos gusta, hay que tirar por el camino del autoempleo, de la economía social o de la emigración. Por otro lado, no estaría mal que algún partido introdujera en su programa medidas para interconectar universos paralelos: el del empleo público, el del trabajo asalariado y el del trabajo por cuenta propia. Me explico, si la empresa no quiere o no puede ofrecer estabilidad, los trabajadores no tenemos por qué asumir ningún compromiso con ella a largo plazo. Y para facilitar la movilidad de los mejores, se podría habilitar un acceso directo al sector público y un régimen de transición para pasar de asalariado a autónomo sin que parezca que estás haciendo puenting sin arnés. En este blog ya me he posicionado a favor del despido libre. Pero opino que el trabajador debería disfrutar de las ventajas de esa misma libertad.
  4. Independencia financiera. No hace falta que explique lo que pienso de los impuestos sobre el trabajo y sobre el ahorro. Opino que hay que fomentar que las personas prosperen a través de estas dos vías complementarias (en la actualidad, la gente trabaja para acceder al crédito). Insisto en favorecer la fiscalidad del trabajo, en lugar de tirar por el fraude de ley; y de mejorar la fiscalidad del ahorro, en lugar de incentivar el endeudamiento con desgravaciones absurdas. Y, recogiendo el guante de Warren Buffet y los multimillonarios franceses, propongo –totalmente en serio, ironic mode off- diseñar un sistema de donaciones al erario público. Estas aportaciones voluntarias podrían ser filantrópicas o con contraprestación en especie. Por ejemplo, si el G14 quiere dinero para construir, que hagan un bote y lo ingresen en las arcas de la Administración. Que Villamedio del Turia quiere parada de AVE, pues nada, a cotizar se ha dicho. Que los habitantes del Valle del Jerte hablan una lengua de interés público, ya están tardando en dotar su propio fondo. En lugar de mantener una fiscalidad solidaria ciega, creo que sería muy útil y pedagógico avanzar hacia una financiación pública descentralizada, de forma que los ciudadanos perciban claramente el destino de su dinero. Y no es justo que haya personas y regiones enteras que paguen los mismos impuestos por recibir menos prestaciones. En fin, la libertad entendida como independencia financiera requiere que las personas –individualmente o como sociedad- recuperen la iniciativa a la hora de mover sus propios recursos.

Bien, el mes de Septiembre se nos echa encima y tengo que acelerar para completar mi serie de propuestas antes de que empiece la batalla y se acabe el debate. Así que la semana que viene vuelvo con nuevas ideas sobre el Estado del Bienestar.

 

Buen fin de semana. 

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  1. en respuesta a Macroymicroblogger
    -
    Joaquin Gaspar
    #26
    05/09/11 17:39

    Bueno yo tampoco sé los límites exactos de la libertad y el libertinaje pero creo que es necesario dar aproximaciones y así establecer parámetros.

    Saludos

  2. en respuesta a Gaspar
    -
    #25
    05/09/11 09:20

    Estoy de acuerdo con tu punto de vista, Gfierro, aunque yo no entro a juzgar dónde acaba la libertad y empieza el libertinaje. Me conformo con pedir que nadie juegue con dos barajas.

    S2

  3. en respuesta a Gekokujo
    -
    #24
    05/09/11 09:14

    En efecto, los modelos son inseparables de las características de cada sociedad. Para que el modelo social-demócrata tenga éxito hay que tener una cultura de lo público muy desarrollada y en España no nos sobra. Me reafirmo en que nos hace falta una buena cura liberal para crecer como sociedad.

    S2

  4. en respuesta a Gekokujo
    -
    #23
    05/09/11 09:09

    Ya lo siento, aún así espero que le saques algo útil a tu "exilio".

    Un saludo

  5. en respuesta a Macroymicroblogger
    -
    #22
    02/09/11 14:43

    En realidad no soy ningún valiente, porque tengo dos nacionalidades y, simplemente, he juzgado que ahora no me interesa España. Bien, para ser francos, la horrible situación de España me ha expulsado como a un cuerpo extraño.

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