El presidente me cae bien, de verdad. Es más, me fío muy poco de aquellos que dicen sentirse avergonzados de un paisano. No olvidemos que la partitocracia, en un Estado Autonómico, es como un juego de rol donde cada uno tiene su estrategia. Y el plan de Revilluca es la visibilidad, una forma de populismo tan digna o tan mediocre (según se vea) como el que practican los nacionalistas periféricos, los políticos andaluces (perdón por meterlos en el mismo saco a todos) o la misma Esperanza Aguirre.
El caso es cada uno va su bola, como dice Revilla, con su llorada local particular . Y a mí, como cántabro, también me congratula que el Estado nos financie el Hospital Valdecilla o el Proyecto Comillas y no me gusta nada que la llegada del AVE a Santander no tenga plazo comprometido. Porque mira que duele que en el mapa de la alta velocidad que Fomento enseña con orgullo, la línea que llega a Santander va en distinto color que las líneas de los vecinos vascos y asturianos. Me permitís el desahogo.
El problema no es, a mi entender, que haya más dinero para unos y menos para otros. Tampoco que haya que tener en cuenta factores correctores como la dispersión poblacional, la orografía y la prestación de servicios a vecinos no empadronados -no penséis mal, no me refiero sólo a "esos" vecinos-. Lo relevante es que hemos convertido el debate autonómico en una guerra de todos contra todos incluso cuando lo que está en juego es la economía. Me gusta decir que los hechos diferenciales se contrastan en el campo de fútbol o, los aficionados a las traineras, en La Concha. Pero cuando se trata de dinero, el mapa que hay que consultar no es el político-administrativo sino el geo-económico, y este no entiende de Extremaduras, Aragones ni Países Valencianos sino de ejes de desarrollo como el central, el mediterráneo o el Nordeste peninsular, esa gran área estratégica en la que catalanes y aragoneses se benefician como nadie de cada euro invertido en la zona, con independencia del lado de la frontera donde caiga.
Con esta idea no pretendo justificar ninguna vuelta al centralismo, ni mucho menos. Que yo soy muy cántabro y a mucha honra. Pero nos falta una visión de conjunto a la hora de pedir. La llegada del AVE a Santander podría beneficiar más a Palencia y a Valladolid que a la propia capital montañesa. Asturias necesitará, algún día, reivindicar que se acelere el AVE del Norte, a su paso por Cantabria. Y todos ganaríamos más si, antes de abrir la bocaza, identificáramos vías de crecimiento conjunto y equilibrado.
El caso es cada uno va su bola, como dice Revilla, con su llorada local particular . Y a mí, como cántabro, también me congratula que el Estado nos financie el Hospital Valdecilla o el Proyecto Comillas y no me gusta nada que la llegada del AVE a Santander no tenga plazo comprometido. Porque mira que duele que en el mapa de la alta velocidad que Fomento enseña con orgullo, la línea que llega a Santander va en distinto color que las líneas de los vecinos vascos y asturianos. Me permitís el desahogo.
El problema no es, a mi entender, que haya más dinero para unos y menos para otros. Tampoco que haya que tener en cuenta factores correctores como la dispersión poblacional, la orografía y la prestación de servicios a vecinos no empadronados -no penséis mal, no me refiero sólo a "esos" vecinos-. Lo relevante es que hemos convertido el debate autonómico en una guerra de todos contra todos incluso cuando lo que está en juego es la economía. Me gusta decir que los hechos diferenciales se contrastan en el campo de fútbol o, los aficionados a las traineras, en La Concha. Pero cuando se trata de dinero, el mapa que hay que consultar no es el político-administrativo sino el geo-económico, y este no entiende de Extremaduras, Aragones ni Países Valencianos sino de ejes de desarrollo como el central, el mediterráneo o el Nordeste peninsular, esa gran área estratégica en la que catalanes y aragoneses se benefician como nadie de cada euro invertido en la zona, con independencia del lado de la frontera donde caiga.
Con esta idea no pretendo justificar ninguna vuelta al centralismo, ni mucho menos. Que yo soy muy cántabro y a mucha honra. Pero nos falta una visión de conjunto a la hora de pedir. La llegada del AVE a Santander podría beneficiar más a Palencia y a Valladolid que a la propia capital montañesa. Asturias necesitará, algún día, reivindicar que se acelere el AVE del Norte, a su paso por Cantabria. Y todos ganaríamos más si, antes de abrir la bocaza, identificáramos vías de crecimiento conjunto y equilibrado.
Saludos desde la Tierruca.