- Suspender las contrataciones de inmigrantes en origen no es una buena idea cuando tenemos un problema de desajuste entre lo que los potenciales trabajadores españoles quieren/pueden ofrecer y lo que la actividad económica requiere en cada momento. Y al inmigrante hay que reconocerle mayor capacidad para moverse -funcional y geográficamente- que al español medio. ¿Para cuándo una ayuda a la vivienda vinculada con la movilidad geográfica?
- Nuestro mercado de trabajo no reconoce el valor de los títulos académicos. Nos lo hemos ganado a pulso invirtiendo en carreras universitarias alejadas de la realidad económica y en una formación profesional planificada para trincar subvenciones y salir corriendo con el dinero. Cierto es que cualquier currante con tres años de experiencia sabe más que el recién salido del aula o del taller. Pero lo que el mercado laboral pide no es reconocimiento sino productividad y mejora continua.
- Vuelve el pluriempleo por dinero -el pluriempleo por adicción siempre ha estado ahí-. Esto le va a venir bien a sectores como la hostelería, el telemarketing y la distribución comercial, que podrán así resolver su problema de falta de candidatos. Quizá sea el momento de despenalizar las horas extras y la pluriactividad -como lo están haciendo en Francia- porque hay puestos de trabajo por los que nadie se está pegando.
Algún lector ya estará mentando la bicha salarial: por ese dinero yo no trabajo, etcétera. Pero uno sabe lo que es trabajar en lo que sea cuando el colchón familiar no está y el crédito se agota. Lo que llamamos mercado laboral es la suma de millones de realidades personales. No estaría de más tenerlo en cuenta a la hora de exigir reformas, y estas deben servir para facilitar las cosas, no para restringirlas.