Después de una gran batalla campal entre políticos, sindicatos, empresarios y medios de comunicación, creo que podemos dar por terminado el partido del AVE en Cantabria. El Diario Montañés deja hoy un buen resumen de argumentos que me guardo en la hemeroteca.
Es lógico que reivindiquemos ambas conexiones, aunque hay que tener en cuenta que la de Bilbao va a tener más detractores fuera de nuestra región que la de Valladolid. Al menos, debemos esperar un apoyo decidido de los vecinos castellanos, que son los más interesados en tener salida al mar. Y coincido con La Unión, sin que sirva de precedente, en priorizar el transporte de mercancías. Un AVE sólo de pasajeros sería un auténtico timo.
En cambio, Cantabria se va a encontrar con intereses contrarios al AVE del Norte. Para empezar, Asturias y Galicia no tienen mucho interés en él, si bien a nosotros no nos afecta tanto como a ellos, a no ser que nuestra máxima aspiración esté en Finisterre. Y hay gente que no va admitir de ninguna manera que una comunidad de medio millón de habitantes cuente con el privilegio de una doble conexión en un punto tan estratégico del continente europeo. Por una vez no me refiero a los vecinos vascos, dado que formamos una región económica de hecho y seguro que no verán con malos ojos llegar a su segunda vivienda en tiempo record. Por lo tanto, vuelvo a sugerir que carguemos más las tintas reivindicativas en Bilbao porque necesitaremos chillar más para no perder oportunidades a largo plazo.
Mientras tanto, no sería mala idea que nos arreglaran el problema de la velocidad máxima de nuestro Talgo. Hoy El Diario dice que es imposible superar los 120 kilómetros hora por mucho que mejoren el tren y que el viaje Santander-Valladolid va a durar lo mismo. No podemos esperar al AVE, necesitamos soluciones intermedias para ir mejorando.
Bien. Prometo no volver a sacar el tema. A no ser que me provoquen desde fuera.