No hace falta ser un fundamentalista para creer en las bondades del mercado. Se me dirá que los supuestos que indiqué en mi última entrada son demasiado teóricos y difíciles de encontrar en la realidad, especialmente los productos homogéneos y la información, por eso muchas veces se habla de estructuras imperfectas de mercado. Pero admitamos que en cuanto introducimos unos mínimos de competencia en un sector la cosa mejora bastante. Me da miedo mentar el ejemplo del aeropuerto de Santander pero juro por mis apuntes de economía que se puede considerar caso de éxito.
Bien es cierto que hay formas de evitar la competencia como los pactos de caballeros o, en su defecto, las fusiones. El sector financiero tiene ejemplos de ambas artimañas. Y es que cualquier economía tiende a sobreproteger ciertas actividades estratégicas: es la tentación de los campeones nacionales y así nos va. La consecuencia es que sólo salen beneficiados unos pocos, a diferencia de lo que sucede en nuestro caso de éxito local donde los perjudicados son escasos -por eso son noticia cuando aparecen-. He dicho.
La competencia tiene la mala costumbre de comerse los beneficios extraordinarios que aparecen en los negocios nuevos, o los que tenía la empresa que gozaba de monopolio, si se daba el caso. Esto hace pupita, claro, a la empresa que ve como le crecen los enanos a su alrededor, pero conviene mucho a consumidores y clientes por la consiguiente bajada de precios o reducción de costes, la diversificación de la oferta y las mejoras en la calidad.
Por cierto, pupita va ha causar en algunos colegios profesionales la irreversible liberalización de un buen catálogo de servicios -la mayoría relacionados con el mundo del outsourcing-. Una buena noticia para las empresas clientes que van a poder acceder a servicios más baratos y de mejor calidad -mejorando lo presente, que no se me enfaden mis lectores del gremio consultor-. Admitamos que el sector necesita una buena limpieza y no basta con el calor corporativista del colegio de turno.
Más información sobre la Directiva de Liberalización de Servicios en la web del Ministerio de la Vicepresidencia Segunda -el de Solbes, vaya-. Que tiene que estar transpuesta a nuestra legislación para 2009 y el tiempo apremia. Me quedo con el título de cabecera: menos barreras y más oportunidades. Debemos esperar, por el bien de todos, que se cumpla el objetivo.