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Blog Bitácora de crisis
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Joven, flexible e inmigrante

Bruselas ha dicho que necesita 20 millones con ese perfil. Y no sólo para el andamio o la terrazita, sino para tareas de mayor valor añadido, ese término económico tan de moda. Para la posteridad adjunto noticia de El País, con inestimables comentarios de los lectores, en el que simplemente corregiría un error muy frecuente: confundir la demanda con la oferta de trabajo y viceversa. Es el trabajador quien ofrece su tiempo y sus conocimientos al empresario, y este es el que demanda los servicios y paga mejor o peor por ellos. Por lo tanto, lo que sobra es demanda y lo que escasean son oferentes de trabajo.

Hasta antes de ayer el empleado medio se tomaba el puesto de trabajo como un favor que le hacía el patrón, y todavía hoy existen muchos empleos pagados por debajo de su valor en virtud del mercado (también hay quien cobra muy por encima de lo que aporta). Pero la tendencia es que cada vez hay menos candidatos para cubrir puestos, no sólo de baja cualificación, sino de ingenieros o informáticos. Y la razón no es que las mentes brillantes estén mal pagadas en relación al nivel de vida, sino que la pirámide poblacional europea está a punto de caerse por su base.

En el caso específico español hay que añadir otros factores estructurales, como la escasa movilidad laboral. Tenemos universitarios capaces pero si no saben idiomas, no quieren/pueden salir de su casa o no hay apoyo a nuevas iniciativas empresariales autóctonas, el talento no se aprovecha, ni aquí ni en Alemania. Por eso el talento tiene que venir de fuera, en concreto del Sur económico, repleto de gente joven y flexible, no sólo en el sentido pecuniario sino por su movilidad y capacidad de adaptación.

Mal vamos si salimos ahora con argumentos patrios o racistas. Los Estados deben ser capaces de organizar sus economías para competir y repartir el pastel de una forma sostenible. Este primer mundo ha vivido mucho tiempo a costa del tercero, así que no es extraño que ahora necesitemos al hermano pobre para mantener la vidorra que hemos elegido entre todos. Y no miremos sólo a las multinacionales y peces gordos.
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