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Blog Bitácora de crisis
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Sólidos, líquidos y gaseosos


Abrumado por la cantidad de noticias monetarias que están saliendo en pleno verano, me propongo hacer un esfuerzo de síntesis y explicar algo de lo que está pasando de forma que se me entienda. Vamos por partes.


La verdad es que elementos sólidos en economía no hay muchos últimamente. Durante siglos lo único que tenía valor eran los metales, principalmente el oro y también la plata -que hoy sólo se venera en Argentina y algún país hermano. Después llegaron los bancos y empezaron a custodiar el vil metal ofreciendo al propietario un justificante por el valor de su tesoro. Con el tiempo, los bancos consiguieron que ese justificante tuviera valor en sí mismo y que la gente se olvidara del metal, que era más difícil de imprimir. Los justificantes pasaron a llamarse billetes, se convirtieron en la base de la economía y en el salvavidas del Estado, desde que asumió el monopolio de la "impresora" y adjudicó su explotación al Banco Central. Durante algún tiempo, a algunos bancos centrales se les fue la mano imprimiendo billetes y descubrieron la inflación, pero no tardaron en ponerse de acuerdo para hacer las cosas bien mediante sistemas mejor o peor avenidos como el patrón-oro, dolar-oro o el actual, con un puñado de divisas fuertes controladas con independencia y disciplina férrea.


Como podemos observar, nos movemos en una economía totalmente líquida, en el sentido de monetarizada. De ahí la necesidad de que el Banco Central se preocupe de que la economía no se inunde de dinero y tenga herramientas de drenaje como el tipo de interés oficial del euro. Pero este no es el único sistema en manos del BCE para manejar la cantidad de dinero en circulación. Hoy hemos visto aplicar una subasta de dinero barato para inyectar dinero a los bancos comerciales. Medida excepcional justificada por una mal llamada crisis de liquidez, importada de USA. Mi bola de cristal me ha dicho esta mañana que el propio BCE devolverá las aguas a su cauce con nuevas subidas del tipo oficial.


El problema de nuestras economías occidentales es, precisamente, la falta de alimento sólido y el abuso de las "bebidas gaseosas". Por un lado, el suero petrolífero se agota, la industria armamentística provoca úlceras mundiales, el ladrillo se ha recalentado a golpe de créditos incobrables y no hace más que soltar gases tóxicos. Por otro lado, las bolsas internacionales actuan a base de estornudos, rumores y profecías que se autocumplen. Es la economía en estado gaseoso, no tiene soporte real (sólido) ni monetario (líquido). Son sólo anotaciones electrónicas. Humo que se desvanece. Lo que se ha venido en llamar crisis de liquidez no es más que una pérdida global de confianza en la economía. Y a la gente no se le puede pedir que crea en lo que no puede ver.


La receta para la crisis es regular los mercados financieros para evitar que sus males acaben contagiándose a la economía real. En otras palabras, reivindiquemos el alimento en estado sólido y huyamos de la gaseosa.
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