Bueno, pues ayer todo el mundo con la respiración contenida a ver qué hacía nuestro amigo Jean Claude Trichet. Ha decidido mantener el tipo, si me permitís abusar de esta expresión, aunque yo creo que este señor no se arruga ante nada.
Se nos queda el tipo oficial en un 4% de confianza, como mi titular del 14 de agosto y el crecimiento de nuestra economía española. Lo cual, insisto, no quiere decir que el euribor no pueda hacer malabarismos en los próximos meses y yo me reafirmo en que la tendencia seguirá siendo alcista unos cuantos meses más. No nos dejemos engañar.
Conjeturas aparte, el daño ya está hecho y los bancos se han puesto en guardia, diga lo que diga mi paisano Botín en público. Se acabó el dinero fácil y barato tanto para hipotecas como para la moto del niño (alguna entidad ya presta al consumo con tipos de dos cifras) y, con ello, se nos cae el invento que nos ha movido los últimos diez años.
Algo de bueno tiene lo que estamos viviendo: ahora empezamos a descubrir los verdaderos cimientos de una economía sólida. Industrias de valor añadido, buscar nuevos mercados para exportar (no para acaparar suelo barato en otra parte), gasto público productivo (infraestructuras y vivienda pública), I+D y nuevas tecnologías (¿para cuándo tendremos una banda ancha en condiciones?). Las recetas para un crecimiento sólido están claras pero requieren de darle mucho al cerebelo y nuestro carácter español no destaca por ser muy emprendedor. Así que es más fácil pedirle al BCE que se enrolle y nos saque del marronazo.
Pues nada, compás de espera. Próxima entrega en diciembre.