
Así que de respiro nada. Con independencia de lo que haga Trichet en septiembre, el euribor puede hacer malabarismos en los próximos meses y vamos a ver muchos dientes de sierra en la trayectoria ascendente del interés hipotecario. El euribor se comporta como el precio de la leche: si millones de chinos de ponen de acuerdo para beber más, su valor en el mercado sube porque las vacas dan lo que pueden dar. Lo mismo con el precio del dinero: las colas de los cajeros se empiezan a saturar y los bancos necesitan billetes físicos para reponer. Y claro, los billetes también son escasos porque se imprimen de forma controlada, si no no tendrían valor.
Mal vamos si no queremos ver la moraleja de esta crisis financiera. Vivir tan por encima de las posibilidades de la economía real es perjudicial hasta para los bancos. El sistema financiero debe contar con garantías para cumplir su función impulsora de la actividad económica, sin pretender sustituirla ni desviar recursos que necesita para sus fines. Por eso me gustaría que la prensa económica colaborara un poco para no crear falsas expectativas a la gente normal.