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La educación financiera y la enseñanza por competencias

Hoy me propongo cambiar un poco de tema y descansar de la resaca electoral de anoche, aunque Política y Economía son conceptos difíciles de encontrar aislados y en estado puro. Simplemente felicitar a los agraciados, si es que alguno se da por aludido.

En las últimas semanas ha vuelto a salir al debate el problema de la educación financiera gracias al siempre oportuno Jordi Évole y su reportaje sobre el asunto, en el que hemos escuchado perlas de todo tipo. Y si la pregunta es ¿hay que impartir educación financiera en las aulas? mi respuesta va a ser igual de miope y previsible: sí, por supuesto. Como a muchos de mi generación –cosecha de 1977- a mí me explicaron la ley de capitalización simple en 7º de EGB, dentro de la asignatura de Matemáticas. Eso sí, también es verdad que no volví a ver un término económico hasta la Universidad. Por suerte, este bloque de contenidos económicos, empresariales y financieros llevan metidos en el currículo de Secundaria desde hace años y creo que para quedarse. Así que me parece estupendo y, además, me interesa que sea así porque me da trabajo y me permite pagar mis deudas, sin necesidad de dejar de comer todos los días…

Lo cierto es que seguimos sin entender qué es la Educación, qué tienen que ver las aulas convencionales con ella y qué demonios pretenden algunos añadiendo etiquetas a un proceso constructivo que no funciona por compartimentos estancos (educación “financiera”, educación “para el emprendimiento”, educación “para la ciudadanía”…). A pesar de que la palabra mágica competencia también lleva tiempo en nuestra legislación, nuestro sistema sigue funcionando por contenidos debidamente enlatados en asignaturas y sólo sacamos las competencias cuando viene PISA a evaluar y, claro, a sacarnos los colores. No, no tiene sentido evaluar por competencias si en la escuela enseñamos por contenidos.

De vez en cuando nos enteramos por la prensa de algún método alternativo que desafía al sistema y propone trabajar por objetivos –en lugar de por unidades didácticas- empleando proyectos integrados –en lugar de asignaturas- que permiten entrenar capacidades transversales –no exponer conocimientos que podemos encontrar en diferentes soportes como los libros o Internet-. Algunos ejemplos: este, este otro y, por qué no, este de aquí. Muchos descalificarán estos métodos como experimentos de hippies o de liberales antisistema, pero lo cierto es que respetan mucho mejor el proceso natural de aprendizaje.

Otra cosa es que a muchos les convenga mantener el debate educativo en un perfil bajo, es decir, centrado en cuánto hay que gastar en tablets y cheques-libro o cómo se van a garantizar los derechos conquistados por algunos en una remota oposición.

Así que la cuestión no es si hay que impartir educación financiera en las aulas, sino ¿cómo ayudar a las personas a tomar decisiones con autonomía? La respuesta no la puede dar un paracaidista de la CNMV, sino el equipo de educadores entrenando, de forma integrada, capacidades como la comunicación, la comprensión y resolución de problemas, la búsqueda y filtrado de información obtenida mediante diversas fuentes, el descubrimiento y la transformación de nuestro contexto físico y social… Ofrecer (a un grupo de alumnos, a las familias, al respetable público) un paquete de datos ya cocinados puede ser interesante como labor divulgativa ocasional pero no sirve de mucho si los destinatarios no son capaces de pensar y decidir por sí mismos. Y me temo que tanto Jordi Évole como los cocineros del programa de educación financiera saben perfectamente que sus destinatarios no tienen la autonomía suficiente para procesar sus mensajes y hacer algo útil cuando el timbre suene para anunciar que la clase ha terminado.

Un tema apasionante, ¿verdad? Y pensar que muchos entienden la competencia como un fenómeno electoral o deportivo.

S2.

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  1. #1
    23/03/15 14:46

    Por si a alguien le interesa, la CNMV tiene un programa de educación financiera para colegios... solo que los colegios me parece que lo ven más como una carga que como una aportación y no son muchos los que se adscriben...

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