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Cuando los usuarios se organizan

En un análisis muy superficial sobre el funcionamiento de la economía, uno puede pensar que las empresas sólo tienen dos opciones en el mercado: monopolizar o competir. Con la misma superficialidad también podemos añadir que el monopolio es malo y la competencia es buena, aunque está claro que ninguna de las dos situaciones se dan en estado puro. Es más, donde aparentemente hay empresas compitiendo, resulta que hay un pedazo de cartel pactando el precio de las papeletas electorales o del asfaltado de una región entera. Y donde parece que hay un gran acuerdo de caballeros, puede que no haya más que una historia de cuernos e incentivos a la traición. Pura teoría de juegos. No me digáis que no es entretenida.

Hay situaciones en las que el camino óptimo no es ni competir ni acaparar, sino el camino del medio: la cooperación. Por el lado de la oferta esta estrategia es habitual y, desde mi punto de vista, muy sana cuando todo el mercado se beneficia: centrales de compra, joint ventures, alianzas estratégicas, clusters sectoriales, asociacionismo… No hay ningún problema siempre que haya transparencia y sepamos de qué van las partes contratantes. A diferencia de las estrategias oligopolistas, la cooperación empresarial permite que oferta y demanda se den la mano. Y, sobre todo, es la fórmula para que los pequeños puedan mirarle a los ojos al Goliat de turno.

Sin embargo, donde todavía hay mucho que hacer es en la cooperación por el lado de la demanda, por el lado de los usuarios. En el año 2010, en España había 6 cooperativas de consumidores y usuarios y 31 de servicios –datos del INE- dejando como caso aparte otras fórmulas similares en vivienda, sanidad y educación. Se van abriendo paso los grupos de consumo, habituales en el mundillo ecológico, para autoabastecerse de productos que están caros en el mercado por su escasa oferta. También empiezan a verse fórmulas mixtas: cooperativas donde conviven socios consumidores con socios productores o trabajadores, una solución muy potente que no es posible todavía en todas las autonomías. Todas estas iniciativas contribuyen a crear mercado y a dotar a los productores de unos canales de comercialización estables. No se trata de generar ningún monopolio por el lado de la demanda.

Lo cierto es que la cooperación entre usuarios tiene más posibilidades de las que podemos pensar en un primer vistazo. Sí, hay que mirar más allá de las lechugas y los pimientos. Seguro que ya conocéis ejemplos como Som Energía o Goiener, cooperativas de consumidores de energía, que no dejan de ser comercializadoras como otras en el sector pero bajo un paraguas legal que persigue el autoabastecimiento de los propios socios y, en algunos casos, la generación de energía limpia. El siguiente paso –si no lo han pensado lo dejo caer como idea- debería ser conectar con el cooperativismo de cesión de uso de viviendas y cerrar el círculo con alguna iniciativa similar para las telecomunicaciones. Vivienda y provisión de servicios bajo el mismo formato jurídico. ¿Economía – ficción?

Hay una tercera aplicación de la cooperación entre usuarios que también me gustaría ver nacer en cuanto sea efectiva la liberalización del ferrocarril. Si de verdad queremos salvar el tren y evitar la desaparición de rutas igual hay que pensar en la formación de un gran grupo de usuarios, de ámbito nacional, que aporte estabilidad económica para la causa a cambio de un buen descuento en viajes. ¿Alguien se atreve a estudiar la viabilidad de esta inocente ocurrencia?

Por último, decir que la cooperación entre usuarios se guarda muchísimas posibilidades a la hora de reinventar modelos de negocio. Si eres amante de los libros y ves que las bibliotecas y las librerías echan el cierre, igual es el momento de buscar socios lectores para mantener una de ellas abierta. Que en tu ciudad no hay soluciones para la conciliación laboral, pues igual hay que juntar personas con el mismo problema y dotarse de un servicio en condiciones. Que Gallardón te ha dejado indefenso con la subida de tasas judiciales, pues a mutualizar un bote y un servicio jurídico a medias con el resto de afectados. Y, en general, si tienes un producto o un servicio que vender, siempre puedes empezar buscando una comunidad de usuarios dispuestos a pagar por él y convertirlos en socios.

Por supuesto, siempre podemos esperar sentados a que la administración de turno venga a solucionarnos los problemas anteriores en nombre de una solidaridad vaga, etérea y ciega. O también a que venga algún inversor forrado de dinero, a ver si le parecen interesantes todos estos negocietes. Pues bien: cuando los usuarios se organizan, consiguen resultados donde la administración no llega y al capital no le interesa. ¿Qué os parece?

Saludos cooperativos.

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  1. en respuesta a csmscz
    -
    #2
    07/04/13 09:51

    Gracias, csmscz, a ver si se extiende el ejemplo, un saludo

  2. #1
    05/04/13 15:58

    Totalmente de acuerdo con tus ideas. Es hora de fomentar la economía desde un lado más humano, respetuoso y cooperativo.
    Gracias por tu aportación.

    P.D. Desde que soy socio de Som Energía, casi casi que me alegro cuendo me llega el recibo de la luz, je. je.

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